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Marta López Alcántara
Jueves, 20 de abril 2023
La moda rápida o 'fast fashion' permite producir una gran cantidad de prendas en un corto plazo de tiempo y de manera económica, aunque a un alto coste medioambiental y empleando prácticas laborales poco éticas. Como resultado del ejercicio de algunas grandes empresas textiles, se genera una abismal cantidad de residuos que llenan vertederos con toneladas de ropa durante cientos de años y, además, explotan a sus empleados con larguísimas jornadas laborales, salarios casi inexistentes y, por lo general, se instalan en países en vías de desarrollo.
Frente a esta práctica surgen pequeños modelos de negocio, como la moda de segunda mano, que lucha por reducir el impacto medioambiental y ahorrar en recursos de producción, ya que fomenta la reutilización y reduce los residuos generados de fabricar y desechar ropa. Murcia cuenta con dos tiendas vintage que apuestan por el medioambiente: Flamingo Vintage Kilo, que se encuentra en la Plaza de San Julián, 1; y Loco Loco Vintage, situada en la calle San Carlos, 15.
Darío Santoyo es el dueño y gerente desde hace ocho años de Flamingo Vintage Kilo Murcia, una tienda de ropa de segunda mano que depende de su franquicia. Cuenta con tiendas en diversas ciudades de España como Madrid, Valencia o Sevilla, entre otras, y la central en Barcelona. Flamingo Vintage Kilo se debe a su franquicia, que es la encargada de distribuir la ropa que van a vender en tienda. No obstante, si excepcionalmente hay alguna prenda que no pueden proporcionarles, la consigue en sitios ajenos a la franquicia. Además, en este caso, el 90% de la ropa se vende al peso, que ronda entre 24 y 39 euros/kilo.
Darío insiste en la diferencia entre ropa de segunda mano y ropa 'vintage': «Ropa de segunda mano es cualquier prenda que, a lo mejor, te compras hoy y mañana la vendes. La ropa vintage tiene un poco más de historia, tiene ese plus de antigüedad que le da un poco más de calidad. Cuanto más antigua sea una prenda mejor, lo que pasa es que conseguir piezas de ropa tan antiguas en buen estado es muy complicado».
Por su parte, Loco Loco Vintage es una tienda independiente que abrió en plena pandemia, hace dos años y medio, a cargo de Daniel Carreres al ver que este modelo de negocio funcionaba muy bien en algunas zonas europeas. Ambos establecimientos comparten el objetivo de concienciar respecto al cuidado del medioambiente, a pesar de que tienen maneras diferentes de funcionar. Este local compra sus productos a distribuidores de Europa y Estados Unidos y sus precios van desde tres euros hasta una chaqueta de piel que «nueva podría costar unos 300 euros, pero aquí se encuentra por 30 euros». Lo que Loco Loco Vintage no vende lo dona a las dos asociaciones con las que trabaja.
Por otro lado, Loco Loco Vintage está logrando ser, además de una tienda de ropa y música de segunda mano, un centro cultural donde se hacen exposiciones, presentaciones de libros y eventos musicales. «La moda de segunda mano está muy dirigida a la gente joven y ese grupo está muy interesado en el tema cultural. Hay muchísimos artistas en Murcia que no tienen ese hueco para presentar sus trabajos y aquí hemos conseguido encontrar un hueco para ellos», expresó Daniel Carreres.
Sin embargo, ambos gerentes coinciden en el aspecto más importante: la sostenibilidad. Asimismo, Loco Loco Vintage en su esencia considera que la gente cada vez está más mentalizada con el medioambiente y la calidad que proporcionan las prendas vintage es mayor. El precio, la sostenibilidad, el diseño y la calidad son los principales motivos que aporta Daniel Carreres por los que comprar ropa de segunda mano.
Para Darío Santoyo, por su lado, la principal cuestión también es el reciclaje y considera que debemos concienciarnos más como sociedad: «Es exagerado, no se puede, no se soporta porque contamina y ocupa espacio. El exceso de ropa está haciendo mucho daño, tanto al medioambiente como a los propios humanos». Además, añadió dos motivos más por lo que reutilizar ropa: la exclusividad, ya que la ropa que se compra de segunda mano nadie más la tiene; y la calidad, por su alto porcentaje de algodón y por la poca elastina que contienen.
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