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El problema es que Trump, como apuntaría un huertano castizo, tiene «mucho aire en el cuello». Vamos, que es un soberbio. Y eso que, hace ... apenas dos generaciones, su familia bebía agua de los charcos. La madre emigró de Escocia y el abuelo paterno de Alemania. Muertecicos de hambre, que diría mi abuela. Sin contar esa mala traza del presidente (traza, otro sabroso término nuestro) de torcer el morro como si estuviera oliendo a la con perdón mierda.
El jaleo de los aranceles me recuerda que algunos murcianos nada cobraron (ni cobran) por arrimar el hombro y construir los actuales Estados Unidos. De entrada, dos de ellos acompañaron a Colón. Uno, Luis de Torres, fue el primer europeo en pisar Cuba, en descubrir el maíz y hasta en contemplar a un indio, con sus plumas y todo, dándole caladas a un cigarro. Maldita la hora. El otro, Diego Pérez, fue el primer pintor que llegaba a aquellas tierras. Allí pintaría mapas, planos de poblaciones, tierras e islas.
Otro murciano fue Manuel Lisa, nacido en Nueva Orleans en 1772, pero hijo de Cristóbal de Lisa, nacido en la Región. Manuel fundó la primera empresa estadouninense dedicada al comercio de pieles. La llamó Missouri Fur Company. Abrió la ruta del Missouri y descubrió sus cataratas. Hasta construyó el Fort Lisa al lado de la tribu de los 'barrigas grandes', que no eran murcianos pero, como a nosotros, les gustaba también sacarlas. Aquél fue el primer asentamiento de Montana.
Podrían nombrarse otros ilustres emigrantes, como Mariano Ruiz-Funes, penalista, ex ministro de Agricultura y profesor de la Universidad de Murcia hasta la Guerra Civil. Tuvo que escapar a América y fue Nueva York la primera ciudad que pisaría, aunque después decidió proseguir su viaje hasta México, donde se estableció. Y no digamos, por acercarnos más a la actualidad, la obra desarrollada por Gonzálo Sobejano, catedrático de la Universidad de Nueva York.
Sumen ustedes a la lista a quienes estos días siguen trabajando en aquél país. Por ejemplo, Alberto Domingo López Muñoz, virólogo del Instituto Americano de Alergias y Enfermedades Infecciosas; Antonio Morales, presidente de La Nacional-Spanish Benevolent Society, en Nueva York; Alexandra López Vera, profesora de Educación Médica en la Universidad de Ciencias y Medicina de California; o Belén Cruz Zapata, ingeniera informática en Meta, la empresa que sostiene Facebook, Instagram y WhatsApp. Otro grande, grandísimo, es Antonio Giménez-Palazón, vicepresidente de Publicidad Global de los Estudios Sony Pictures en Los Ángeles.
Eso, sin olvidar a Charo Baeza, salvando cuantas distancias tenga a bien invocar el lector. Esta Charo era una joven de Molina que, tras emigrar con solo 15 años, se casó con el músico Xavier Cugat. La boda fue la primera celebrada en el hotel Ceasar de Las Vegas. Cantante, bailarina, cómica, actriz y guitarrista española -de no poco virtuosismo-, logró alcanzar el manido sueño americano. Por un concierto cobraba lo mismo que Sinatra. Incluso fue protagonista de 'Los Simpons', que no es poco mérito para el nivel americano.
En cierta ocasión, digamos «en plan» (que ahora está de moda) 'charnega' total, confesaría durante una entrevista que en Murcia, cuando emigró, no salía el agua por los grifos. Sería en su casa, señora. Se conoce que ella, como la familia de Trump, también la bebía de los charcos.
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