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De vuelta a la calle. Esa es la situación en la que quedarán a partir del 23 de mayo los 18 usuarios del nuevo centro de 'reducción de daños' que Jesús Abandonado puso en marcha en febrero en sus instalaciones de la carretera de Santa Catalina y que se ha visto abocado al cierre por la falta de financiación. No son sus perfiles aquellos con los que trabaja habitualmente la fundación en su albergue. Y es que se trata de personas sin hogar en una situación límite, con problemas severos de adicción a diversas sustancias y patologías mentales asociadas.
De hecho, son situaciones vitales como estas, incompatibles en ocasiones con las más mínimas reglas de urbanidad y respeto, las que acaban generando los problemas de convivencia que llevan denunciando, desde hace varios años, vecinos del centro de la ciudad. Por ello, una de las propuestas que ha tenido sobre la mesa en los últimos tiempos el Ayuntamiento de Murcia pasaba precisamente por la apertura de un centro de estas características, del cual no se disponía y que ha funcionado durante los últimos meses «con unos resultados muy positivos», como explican sus responsables.
«Por favor, podéis devolverme a la ciudad un poco antes», señalaba ayer con respeto Ilona -habitual de la calle Correos-a David Calavia, coordinador de este programa. «Son personas que no tiene adherencia a este tipo de recursos y rutinas, pero gracias al espacio y a la flexibilidad que les damos, sin horarios ni exigencias más allá de rechazar las conductas violentas, van poco a poco entrando y se acaban sintiendo como en casa», explica Calavia, señalando que algunos de sus usuarios son históricos de las calles de la capital, castigados por años de subsistencia en unas condiciones deplorables y esclavizados por el consumo compulsivo de droga.
«El primer impulso de estas personas cuando se levantan es buscar una dosis, pero con el acompañamiento integral que les brindamos conseguimos, por un lado, que se propongan hacer otras cosas, y por otro, que estén menos tiempo en la calle», destaca el coordinador de la propuesta. Así, los trabajadores del programa, con perfiles tanto de integradores sociales como sociosanitarios, ayudan a estos usuarios tanto con los trámites legales y de gestión de ayudas como con sus necesidades de salud, incluyendo el inicio de terapias de deshabituación.
La atención a este tipo de perfiles ha conllevado la habilitación de unas instalaciones, que aunque ubicadas en el centro de la carretera de Santa Catalina, se encuentran separadas del resto para evitar que se distorsionen las rutinas del resto de residentes, sometidos a un régimen reglado y con unas conductas normalizadas. Así, los usuarios llegan al centro a través de unas furgonetas con dos servicios ida y vuelta, uno por la mañana y otro por la tarde.
«No están deambulando por la zona, sino que entran directamente al centro», explica Calavia, recordando que también se presta atención a personas que no pernoctan, pero que pueden obtener alimentos o asearse. «Los vecinos del entorno ni siquiera se han enterado de que se ha puesto en marcha un programa de estas características», apostillaba el director de la fundación, Jesús López. «A algunos los hemos reconducido hasta aquí tras años de ganarnos su confianza y vamos a perder todo lo conseguido, volviendo a la casilla de salida», concluye Calavia. Además, hay que tener en cuenta que el cierre supone el despido de trece profesionales.
Unos 400.000 mil euros tienen la culpa del abandono de este proyecto. «Llegó un momento en que, después de muchas conversaciones, llegamos al convencimiento de que recibiríamos apoyo y nos lanzamos a abrirlo», señala José Manuel Martínez, presidente de Jesús Abandonado, con un profundo sentimiento de «frustración», al tiempo que recuerda que las instalaciones eran una plataforma puente antes de apostar por un inmueble en otra ubicación.
Sin embargo, las cuentas del Ayuntamiento de Murcia para 2024, aprobadas recientemente y aún en fase de alegaciones, certifican que, de momento, no hay dinero para esta propuesta por parte de las administraciones, lo que impide mantenerla. Hay que recordar, además, que la legislatura pasada se renunció a una subvención europea de 750.000 euros para crear un centro similar en el barrio de San Antolín, por parte de La Huertecica, tras una serie de protestas vecinales. Será la vuelta a la calle de unas personas cuya exclusión no desaparecerá por otra vía que no sea la de la inserción.
Fuentes municipales señalaron ayer que la situación económica del Ayuntamiento de Murcia, con un agujeros en las arcas municipales de más de 90 millones, no permite afrontar en este momento nuevos proyectos como el iniciado por Jesús Abandonado en sus instalaciones de la carretera de Santa Catalina. No obstante, señala que se están estudiando «alternativas», bien para retomar este recurso o impulsar otro similar. Añaden desde el Consistorio, además, que la administación municipal financia de manera finalista 71 plazas de media y larga estancia para personas sin hogar y otras 45 de estancias cortas -de características distintas a las del programa que ahora se cierra-, sumando una inversión de más de un millón de euros. «Además hay otras 403 financiadas por otras vías», añaden. «El Ayuntamiento es nuestro aliado en esta labor y agradecemos todo lo que aporta», añadió el presidente de Jesús Abandonado.
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