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Asegura que los huertanos se sienten criminalizados, sobre todo por quienes dan pábulo a aquellos que cuestionan la labor de la Junta de Hacendados. Su ... presidente, Diego Frutos (Algezares, 1947), pide consideración y apoyo para esta histórica institución que agrupa a 24.000 hacendados, a la vez que defiende la gestión que llevan a cabo en la huerta de Murcia, a la que augura una larga vida pese a la amenaza del urbanismo. «Si queremos salvar la huerta, tenemos que salvarla todos», dice. Cumple diez años al frente de la Junta y señala que el día más triste del año para él es el del Bando de la Huerta. Explica sus razones.
-Tienen varios frentes abiertos por el estado del patrimonio y las obras en algunas acequias e infraestructuras, con denuncias y críticas de Huermur y Huerta Viva. ¿Cómo llevan esa polémica, que viene de años atrás?
-Sufriéndolo con buena voluntad. Tratamos de hacer las cosas lo mejor posible en beneficio de nuestros hacendados y de la huerta, pero parece ser que en muchos casos los criterios no son los mismos. Hay alguien cuyo estado natural es la protesta, y hagas lo que hagas siguen protestando.
-¿Le preocupa la imagen que se proyecta de la Junta de Hacendados? ¿Les perjudica?
-Ante nuestros hacendados y regantes, no nos perjudica porque nos conocen. Sin embargo, en el argot público de la gente que no tiene mucha noción de nuestra actividad y que hablan de oídas, pues creen que cuando dicen esto o aquello, será por algo. Yo soy muy respetuoso con todo el mundo y con todos los criterios, pero me gustaría que se nos considerara de la misma manera, cosa que desgraciadamente no es así.
-¿Qué responden a quienes les achacan falta de compromiso con la riqueza patrimonial de la huerta y su valor medioambiental?
-Respondo de una manera muy simple: los tiempos cambian y las situaciones también. Si queremos hacer un museo de la huerta, la estamos condenando a muerte. Y eso es lo que estas personas, con la mejor voluntad, no son capaces de asimilar. Si no le damos la oportunidad al huertano de que pueda seguir existiendo, a la huerta no va a venir a salvarla a nadie. A mí me produce una sana envidia lo que sucede en la Comunidad Valenciana. A consecuencia de la dana de 2019, han otorgado [a sus regantes] 30 millones de euros en mejora y reparación de cauces. ¿Y aquí tenemos que seguir con los cauces como cuando lo hicieron los árabes? Son cosas que las entiendo en ellos, pero no las entiendo en los organismos que están supeditados a ellos.
-¿Se sienten criminalizados?
-Por supuesto. Pero no por ellos, sino por los que les dan pábulo.
-¿Teme que al final la huerta se quede en un museo?
-No. No creo que la huerta tenga fecha de caducidad, pero si llegara a producirse esa circunstancia, lo único que haría sería acelerar su fecha de caducidad.
-Una de las últimas polémicas es la reparación de la acequia de Benetúcer que van a acometer.
-Por la acequia de Benetúcer ya no podía discurrir el agua porque generaba una cantidad de perjuicio a sus colindantes que, con razones sobradas, nos estaban reclamando el arreglo. Es lo que hemos hecho para reforzar el canal después de que el Ayuntamiento estimara nuestras alegaciones.
-Otro caso es la reparación pendiente de la Rueda de la Ñora.
-Aún no está arreglada porque no nos llega la licencia municipal de obras después de más de un año. No hay manera; cuando no falta una cosa, falta otra. Hace meses enviamos el estudio que reclamaron para la retirada de escombros. Creyeron que no lo habíamos mandado porque no lo vieron.
-¿Tiene la Junta de Hacendados demasiada afición por entubar acequias?
-La finalidad de una acequia, según mi humilde criterio, es transportar el agua a las parcelas que riega con el máximo aprovechamiento y el mínimo coste de mantenimiento. Muchas están a cielo abierto, con muros. Hubo una época en la que se pusieron de moda los tubos, debido a que era una obra fácil de ejecutar y relativamente barata. Y si nos vamos a lo práctico, evita el incivismo de aquella gente que tira todo lo que le sobra. Si quiere, nos damos una vuelta para que compruebe lo que se saca en ciertos puntos de plásticos, botes, botellas, de todo... Nunca he sido forofo del entubamiento, pero no niego su conveniencia en determinados casos.
-¿Con el entubamiento, dónde quedan los valores ambientales o paisajísticos de las acequias? Visualmente te cargas un entorno en algunos tramos.
-Te cargas un entorno, pero habilitas una necesidad práctica para que la huerta y sus huertanos pervivan. Eso no obvia que se deje un tramo como lo hicieron los árabes, pero tampoco que por ese motivo tenga que quedarse de esa manera. El tramo que estamos realizando ahora en la acequia de Benetúcer, que intentamos acometer hace dos años pero nos pararon la obra, se está haciendo en muros de mampostería. ¿Sabe lo que significa? Pues que una obra con muro de hormigón que se licitó al principio por 70.000 euros, ahora cuesta 360.000 euros para hacerlo de mampostería. Y esos cascabeles... Si al menos alguien dijera que nos va a ayudar, pero no, nadie te da nada.
-¿Cuánto puede estar entubado del entramado de acequias?
-Lo que se dice entubamiento, quizás un 30%. Aparte, hay mucho cimbrado. En realidad todo es cimbrar, con tuberías o con muros. Un tanto por ciento grandísimo de esos entubados, ¿sabe a ruego de quién son? Del propio Ayuntamiento, en beneficio de aceras, de caminos, de zonas urbanas...
-¿El Ayuntamiento les obliga a entubar cauces?
-No, no es que nos obligue. En la mayoría de casos lo ha hecho el propio Ayuntamiento, pidiéndonos a nosotros la ejecución de esa obra. Por ejemplo, en la acequia de Beniaján, a partir de La Alberca, Santo Ángel, Algezares, Los Garres, San José de la Vega, Beniaján y Torreagüera, todo eso está cimbrado en un 60% o un 70% a ruego del Ayuntamiento. Hace dos meses, a petición del pedáneo de San José de la Vega, se acordó cimbrar un trozo que está a cielo abierto porque representa un peligro para los niños.
-¿En qué fase se encuentra el protocolo de actuación entre la Junta de Hacendados y el Ayuntamiento de Murcia?
-Estamos tratando de acordar un protocolo de mejora de cauces, que aún no está oficializado. De forma tácita, ya tenemos unas líneas a seguir para que los cauces de aguas vivas, las acequias, se hagan a cielo abierto, con muros de mampostería con solera en tierra. Y hay algo que me rechina un poco cuando hablan de levantar una bóveda de la acequia Aljufía en medio de Murcia, dicen que para poder visualizarla, lo cual considero un error tremendo. Todavía hay quien piensa en ello.
-¿Por qué se opusieron a la declaración de Bien de Interés Cultura (BIC) de las dos acequias mayores? El TSJ rechazó el recurso que presentaron. Es patrimonio, historia, protección. Suena raro que ustedes se opusieran.
-Compartimos totalmente que son cultura, pero nuestra oposición se basa en lo siguiente: nosotros tenemos desde siempre la obligación y la devoción de conservar y procurar la pervivencia de las acequias mayores, como de todas las acequias. Pero en el momento en que se declaran BIC, eso conlleva una serie de consecuencias protocolarias y de obligaciones burocráticas. Es decir, tienes que empezar a pedir permisos y autorizaciones para cualquier cosa que tengas que hacer, y además con la demora de las instituciones que tienen que otorgar esos permisos. Un ejemplo reciente fue el arreglo de la presa de La Contraparada, que tuvimos que pagar nosotros pese a que la reparación debía ser cosa del dominio público hidráulico. Empezamos con el proyecto, a pedir licencia de obra, y al año de comenzar con todas las exigencias burocráticas vino otra avenida del río y levantó sillares. Aquello nos costó 160.000 euros, pese a que se licitó al principio por 60.000. Es decir, la fiesta nos costó 100.000 euros de más por la demora de los papeles.
-¿A qué ritmo va desapareciendo la huerta por la presión urbanística y por otros factores?
-En mucha menos medida de lo que alguien piensa, y quizás en mayor medida de lo que desearíamos nosotros. Pero la huerta todavía pervive. Mantenemos unas 8.000 hectáreas, que son 75.000 tahúllas de verduras, de hierbas aromáticas que se han puesto muy de moda, y un 60% de cítricos.
-El crecimiento urbanístico de Murcia va en progresión. El último proyecto sobre la mesa son 1.700 viviendas que se construirán en la Nueva Flota. ¿Qué extensión de huerta se ha perdido?
-Quizás haya un 20 o un 30 por ciento menos de huerta en los últimos setenta años. Es impepinable que el urbanismo va en progresión. No obstante, no creo que vaya a desaparecer la huerta, al menos en un plazo muy largo de años. Si ocurriera será porque lo urbano consiga imponer sus tesis sobre la huerta. Todavía queda huerta, hay mucho regadío tradicional en la cuenca del Segura.
-¿Cuántas familias siguen viviendo realmente de la huerta?
-Esa es una rémora de nuestra huerta. Con las herencias, las propiedades se van dividiendo en haciendas más pequeñas, con lo cual la gente ya no puede basar su economía en lo que saque de la tierra, y se tiene que buscar otra actividad. Sin embargo, le tiene mucho cariño a su parcela, en muchos casos más sentimental que económico. La quiere seguir teniendo y de hecho la tiene. De los 24.000 hacendados que existen, puede que haya un 10% viviendo a tiempo total de la huerta, posiblemente menos. Aunque el huertano de toda la vida, más que vivir ha sobrevivido.
-¿Qué queda del huertano, de la figura del huertano?
-Pues si nos remitimos al día del Bando de la Huerta, mucho. Pero he de decir algo: lamentablemente, el día más triste del año para mí es el día del Bando de la Huerta. Y no tengo nada en contra del Bando. Ese día todo el mundo se vuelve huertano y, sin embargo, los huertanos que quedamos estamos criminalizados en nuestra actividad por mucha de esa gente. Hace 30 o 40 años, la ilusión era irse de la huerta a Murcia. Hoy en día, la ilusión de la gente de Murcia es irse a la huerta, pero con la idea de llevarse los beneficios de la ciudad a la huerta. Ya no se puede fumigar y no se puede quemar por el humo o porque la piscina se llena de ceniza. Posiblemente, ciertas labores a determinadas horas también molestarán a alguien que duerme la siesta o que a las 6 de la madrugada incordie el ruido del tractor. Y si hay un gallo, hay que quitarlo porque canta... Es lamentable. Si queremos salvar la huerta, tenemos que salvarla todos. Que nadie piense que la huerta sin huertano se puede salvar, porque no puede sobrevivir. Y si no le damos la oportunidad de que puedan ser huertanos, cada día habrá menos.
-¿Cómo llevan las restricciones de agua para riego?
-Soportándolas, aunque es justo decir que ese recorte del 40% no nos ha afectado mucho porque los huertanos también nos hemos acostumbrado a aprovechar el agua al máximo, de donde no lo hay. Prácticamente hemos seguido regando. Marzo ha empezado beneficioso y esperamos que la cuenca mejore.
-¿Qué trato reciben de las CHS? ¿Qué relaciones mantienen actualmente?
-Lo voy a catalogar de normal, por no decir otra cosa, porque ya le digo que Murcia, en comparación con la Comunidad Valenciana, es otro mundo aparte. De la Confederación no recibimos nada más que expedientes sancionadores, todos los que tienen posibilidad de meternos. En ningún momento me voy a eximir de lo que son nuestras responsabilidades, pero no me parece bien que nos echen encima responsabilidades que no son nuestras. Y sin embargo se hace.
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