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«Murcia. «Queremos ser tu banco», decía el eslogan de una conocida entidad financiera, al que quizás le faltó añadir «pero no necesariamente en tu ... pueblo». «Renovarse o morir», sostiene por otra parte el refranero español, parafraseando al filósofo y escritor Miguel de Unamuno. Ambas ideas se entienden bastante bien juntas, ya que, si bien no hay prácticamente ningún sector económico al que la tecnología no mantenga, en mayor o menor medida, en un constante proceso de transformación, el de la banca minorista ha asumido casi como ningún otro el apellido 'online' para la gran mayoría de sus servicios. Y todo ello al mismo tiempo que se iba retirando hasta desaparecer, en el caso de Murcia, de casi una quincena de pedanías -una de cada cuatro- en las que residen más de 29.000 vecinos.
El extendido uso de aplicaciones móviles y páginas web -demandado por su comodidad por muchos clientes, pero también impuesto a ciertos sectores de la población- ha sido terreno abonado para el progresivo cierre de sucursales bancarias, sin una excesiva contestación social. Un proceso que ha llegado de la mano de la casi total desaparición de las cajas de ahorros y de las sucesivas operaciones de fusión y reestructuración que numerosas entidades han protagonizado en la última década.
Carrascoy-La Murta. 100 habitantes a 5 km de una oficina.
Cañada Hermosa. 189 habitantes a 11 km de una sucursal.
Cañadas de San Pedro. 352 habitantes a 6 kilómetros de una oficina.
Baños y Mendigo. 778 habitantes a 6 km de una sucursal.
Rincón de Beniscornia. 974 habitantes a 3 km de una oficina.
Gea y Truyols. 1.194 habitantes a 8 km de una sucursal.
Jerónimo y Avileses. 1.174 habitantes a 5 km de una oficina.
Puebla de Soto. 1.796 habitantes a 3 km de una oficina. Tiene cajero.
La Albatalía. 2.070 hab. a 1,5 km de una sucursal bancaria.
La Arboleja. 2.106 habitantes a 2 km de una oficina.
La Raya. 2.245 hab. a 1,5 km de una oficina. Tiene cajero.
Los Ramos. 3.459 habitantes a 3 km de una oficina. Tiene cajero.
San José de la Vega. 5.019 hab. a 2 km de una oficina. Con cajero.
El Puntal. 7.201 habitantes a 1 km de una oficina.
El argumento esgrimido públicamente para echar la persiana en estas dependencias ha sido el de la eliminación de duplicidades. El efecto empresarial ha sido el de reducir costes para mantener la rentabilidad. Pero la consecuencia práctica o más visible ha sido la desaparición, en el caso de Murcia y en apenas un lustro, de más de un 25% de las oficinas existentes. Había un total de 314 establecimientos de este tipo en el municipio en 2015, según datos del Centro Regional de Estadística de Murcia. El año pasado quedaban 230, y los cierres se han seguido produciendo en los meses siguientes. Y continuarán próximamente, al menos a tenor de lo previsto con la reciente fusión protagonizada por Bankia y Caixabank, ambas con una extensa red de oficinas en la Región. De hecho, según Comisiones Obreras, que negocia en estos momentos los ajustes propuestos con la dirección y que tiene una huelga convocada junto a otros sindicatos para el próximo martes, hasta 79 dependencias podrían ser borradas del mapa de la Comunidad. Un buen porcentaje de ellas podría estar ubicadas en el municipio capitalino, ya que acoge hasta un tercio de sus puntos de atención al cliente en la Región. Especialmente simbólico podría ser el cierre -si se produjera- en Barqueros, ya que dejaría a otra localidad sin oficinas.
No obstante, y para ser exactos, según datos de LA VERDAD, la desaparición total de estas sucursales en los últimos años se ha producido en un total de nueve pedanías, ya que en las otras cinco de la lista nunca las hubo como tal. En este quinteto para el que estos establecimientos son terreno desconocido se encuentran Carrascoy-La Murta, Cañada Hermosa, Cañadas de San Pedro, Baños y Mendigo y Gea y Truyols, ubicadas a entre 5 y 11 kilómetros de la oficina más cercana.
«No hay banco pero tampoco tenemos, por ejemplo, supermercado, así que al final cuando bajas a hacer la compra sacas dinero o haces las gestiones que te toquen», explica Carmen, vecina de Cañadas de San Pedro. «Muchas veces te encuentras con que no tienes ni para tabaco y no hay donde conseguir efectivo, así que, en ocasiones, los clientes te pagan algo de más para que les des un poco de suelto», señala un hostelero de una de estas pedanías. «No solo es el pueblo, es que urbanizaciones como Mosa Trajectum tampoco tienen cajero», destaca el pedáneo de Baños y Mendigo.
Pero los grandes perjudicados ante la ausencia de estos servicios son, principalmente, las personas mayores, que precisamente suponen un importante grueso de la población en las zonas más periféricas.
En las localidades que históricamente no han tenido oficina han vivido acostumbrados a depender de favores para cobrar el dinero de la pensión a primeros de mes -que sacan de golpe en muchas ocasiones-, hacer ingresos, pagar recibos o pedir anticipos, entre otras cuestiones y papeleos. Pero a aquellos que viven en las nueve pedanías que han perdido todas sus entidades les ha supuesto un quebranto.
«Han creado muchas aplicaciones que nos empujan a utilizar sin haber formado siquiera al consumidor», denuncia Matías Martín, técnico de la Asociación para la Defensa de Consumidores y Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae) en Murcia. El problema con los pensionistas no solo alcanza a la banca 'online', a la que estas alturas de su vida parece complicado que muchos se adapten. La cuestión es que la mayoría ni siquiera sabe utilizar un cajero o tiene tarjeta de crédito.
Los Ramos fue la última pedanía en quedarse sin entidades, justo después del confinamiento, con la marcha del Banco Sabadell. Ante el malestar generado y la insistencia vecinal, se colocó un cajero automático en plena calle que Juan asegura «no entender». «Nosotros nos manejamos con el contacto de tú a tú, así que esta misma mañana, ya que no conduzco ni tengo quien me acerque, he tenido que andar una hora , a mi paso, hasta Torreagüera para ir al banco, con su correspondiente caminata de una hora de vuelta», explica este jubilado para concluir que «esta política es una canallada».
Si bien hay localidades que conservan aún una oficina, estas funcionan en horario reducido, como la de Bankia en Santa Cruz. «Abren un día a la semana y se montan unas colas que no veas», explica un vecino del lugar. «En el caso de Bankia se han impuesto limitaciones a los cierres, pero siempre pueden abrir menos horas; además las entidades tienden a eliminar la caja y a atenderte exclusivamente por un gestor comercial, y solo si eres cliente», expone Matías Martín para concluir que «en los próximos cinco años esto va a dar un giro total». «Queremos ser tu banco», pero bajo nuevas condiciones.
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