El calvario de la Ronda Oeste de Murcia: 25 años esperando solución

La gran asignatura pendiente en la red de autovías del Estado es la Ronda Oeste, que incomprensiblemente se ha quedado para el final en la lista de las inversiones, pese a la demanda social y a las exigencias de una movilidad cada vez más sostenible y eficiente. Se ha convertido en un 'tubo' donde convergen los tráficos urbanos, de proximidad y de larga distancia. Los flujos norte-sur y este-oeste de las autovías A-30 y A-7 tienen que pasar por este punto negro que soporta una intensidad media diaria de 110.000 vehículos, sobre todo en el nudo de Espinardo.

Cuando no es el atasco, son los accidentes por alcance. Las incidencias en la circulación crecen de lunes a viernes en la Ronda Oeste, que se verá aliviada en parte cuando se abra el Arco Noroeste el año que viene. El Ministerio espera sacar unos 20.000 vehículos diarios con este nuevo eje; una ayuda que no será suficiente. El problema no se resolverá hasta que se construya el Arco Norte (entre Nueva Condomina y Altorreal) y se complete la autovía del Reguerón y su continuidad hacia Santomera y la A-7. Este último tramo, la 'autovía del bancal', está a cargo del Gobierno regional, que aún no ha movido una piedra después de quince años.

Cuando se inauguró en 1976, la Ronda Oeste fue el primer tramo de autovía de la Región, casi en paralelo al desdoblamiento de la Nacional 301 entre Molina de Segura y Murcia y varias actuaciones en el Puerto de la Cadena. Desde entonces, la Ronda Oeste ha experimentado algunas mejoras para ir absorbiendo un tráfico cada vez mayor, pero se ha quedado pequeña.

El Ministerio ha priorizado otras obras y este tramo siempre ha ido a la zaga de las necesidades de movilidad, contando con que el parque automovilístico de Murcia crecía a principios de siglo a razón de 7.000 vehículos por año; eso en paralelo a la expansión urbanística, que ya no es exclusiva de la zona norte, sino de toda la conurbación de Murcia.

La principal reforma de la Ronda Oeste se produjo en el año 2003, cuando la Demarcación de Carreteras del Estado puso un tercer carril desde el nudo de Espinardo hasta el Malecón; una obra que no solucionaba el problema.Representantes del Colegio de Ingenieros de Caminos advirtieron entonces de que el ensanche de esta arteria se quedaría pequeño en cuatro años, y que debía considerase ya una solución para el largo plazo. La alternativa era el llamado cinturón norte, cuyos estudios se habían encargado, tal como publicó LA VERDAD. Ha transcurrido casi un cuarto de siglo y a estas alturas el proyecto del Arco Norte sigue bloqueado.

En el año 2007, el Ministerio de Fomento construyó el tercer carril del Puerto de la Cadena, que prolongó hasta el Malecón. Posteriormente, en el 2016, ejecutó el enlace elevado junto a Ikea para comunicar con la A-30 en dirección a Albacete, junto a otra reforma en dirección contraria.

El Gobierno central de uno y otro signo político ha dejado para el final la gran circunvalación de Murcia, pese a que esta carencia condiciona la mayor parte del tráfico regional. Según un informe de la Dirección General de Carreteras del Ministerio, los más de 110.000 vehículos de media diaria convierten a Murcia en una de las ciudades más congestionadas de España, junto con Madrid, Barcelona, Valencia, Granada, Málaga y Bilbao. En lo que va de siglo, el tráfico que rodea a la capital de la Región -el propio y el de larga distancia- ha crecido más de un 40%.

En un principio, el esfuerzo inversor se focalizó en las autovías y menos en las circunvalaciones de las grandes ciudades que soportan mayor intensidad de tráfico. Esto se ha corregido, pero no en el caso de Murcia, pese a tratarse de la séptima ciudad española. Otras capitales de provincia con menos población tienen este problema resuelto.

Las obras de movilidad y las restricciones para circular por Murcia, con la eliminación de muchos carriles para el coche privado, repercute en la congestión y los puntos negros de la Ronda Oeste, usada como vía de escape en una ciudad con graves problemas de contaminación atmosférica y que va expulsado el tráfico a su extrarradio. Varios botones de muestra: junto al sufrido nudo de Espinardo, las salidas hacia Juan Carlos I, Ronda Norte y el Malecón se saturan con mayor frecuencia.

Asimismo, la plaza de Castilla se colapsa a determinadas horas por la pérdida de un carril en la avenida Miguel de Cervantes. San Antón y su prolongación al Malecón son una trampa debido a las obras. En esta zona también se limitará el tráfico privado de entrada y salida de la ciudad, pese a que da servicio a la estación de autobuses. Igualmente, el eje formado por Reino de Murcia, Miguel Induráin, avenida de Los Dolores y Ronda Sur se ha convertido en otra vía de escape, intercalada por rotondas cada vez más conflictivas.