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Un aneurisma cerebral es una bomba de relojería que va creciendo silenciosamente durante años o décadas, sin dar la cara. El vaso sanguíneo afectado se va dilatando fruto de la debilidad de la pared arterial en un lento proceso tras el que puede encontrarse la arteriosclerosis, el tabaco, la hipertensión o algún defecto congénito. En muchas ocasiones, el aneurisma termina rompiéndose sin que se haya podido detectar antes, provocando una hemorragia que pone en alto riesgo la vida del paciente. Hay que actuar rápido e, incluso en esos casos, no siempre se consigue evitar un desenlace fatal.
A esta situación límite se enfrentó en noviembre de 2021 un paciente de 54 años que ingresó en La Arrixaca en estado muy grave fruto de la rotura de un aneurisma en la arteria vertebral derecha, un vaso que irriga importantes partes del cerebro. Los radiólogos intervencionistas lograron salvarle la vida mediante la colocación de un 'stent', un muelle metálico en la zona afectada por la rotura. Se consiguió así mantener el flujo sanguíneo y cortar la hemorragia, pero la evolución a largo plazo no fue la deseada. El aneurisma volvió a crecer, y lo hizo justo en una zona muy sensible, en la que la arteria vertebral derecha conecta con un conducto vital para la irrigación de buena parte del cerebelo: la arteria cerebelosa posterior inferior, conocida por su acrónimo: PICA.
Había que volver a intervenir, pero la cuestión era cómo hacerlo ante esta endiablada complicación. En el servicio de Neurocirugía del Virgen de La Arrixaca, de referencia regional, están acostumbrados a retos difíciles, y se pusieron manos a la obra. El neurocirujano Javier Ros de San Pedro estudió detenidamente el caso: había que sellar la conexión entre los dos vasos sanguíneos para evitar una nueva rotura de aneurisma, mediante un 'clip' que cerrase el paso de la sangre desde la arteria vertebral a la arteria PICA. Pero esto obligaba a abrirle otro camino al riego sanguíneo, para que llegase a las zonas del cerebelo irrigadas por PICA. «El sistema vascular del cerebro tiene algunas particularidades. Una de ellas es que la mayoría de los vasos sanguíneos son 'terminales'. Es decir, llegan a una zona del cerebro que depende de esa única 'tubería'», explica Ros de San Pedro. Así ocurría en este caso.
La única alternativa, por tanto, era realizar un baipás, empalmando el vaso que quedaba desconectado de la arteria vertebral con otro conducto que aportase el riego. Esta intervención es ya de por sí compleja y poco habitual, pero en este caso se añadía una dificultad añadida: el vaso seleccionado para realizar el baipás, por presentar el «calibre adecuado», estaba situado fuera del cráneo: la arteria occipital, que irriga el cuero cabelludo y el cuello.
Este tipo de intervención -un baipás extra-intracraneal- no se había realizado nunca en la Región de Murcia, aunque Javier Ros de San Pedro sí que atesoraba experiencia fruto de su paso por el Virgen del Rocío de Sevilla, donde trabajó antes de regresar a La Arrixaca, hospital donde se formó y ha trabajado durante más de 15 años. Apenas un puñado de centros de referencia en toda España llevan a cabo este tipo de operación tan compleja.
El pasado 8 de febrero, el paciente entró en el quirófano. Los neurocirujanos Ros de San Pedro y Beatriz Cuartero realizaron el baipás con la asistencia imprescindible de la anestesista Paloma Doménech y del neurofisiólogo José Félix Jaulín. «Introdujimos la arteria occipital dentro del cráneo, tras realizar una craneotomía, y la condujimos hasta la arteria PICA, donde llevamos a cabo la anastomosis» (la conexión entre ambos conductos), detalla Ros de San Pedro. Después, se cerró el cráneo, pero dejando una pequeña abertura para el paso de la arteria. La intervención, que se prolongó durante diez horas, fue un éxito, aunque la recuperación del paciente no ha sido fácil.
El baipás extra-intracraneal es una operación «extremadamente rara y difícil. Rara, porque son infrecuentes los casos tan complejos. Y difícil dadas las arterias elegidas para el puente de conexión que asegurase el riego sanguíneo. Las arterias usadas están ubicadas en zonas profundas del cuello y cráneo, lo que incrementó la dificultad técnica», resume el neurocirujano.
Esta cirugía «es el resultado de la apuesta del área I de salud por ampliar la cartera de servicios, para lo cual se ha reincorporado al equipo Javier Ros de San Pedro, con experiencia en este procedimiento quirúrgico y formado en la propia Arrixaca», subraya la dirección del hospital.
Aproximadamente un 3% de la población presenta un aneurisma, aunque solo el 10% de los casos se producen en la arteria vertebral media, explica Javier Ros de San Pedro. La Arrixaca trata cada año a más de 80 pacientes por aneurisma cerebral, bien mediante radiología intervencionista o en el quirófano de Neurocirugía. «El tabaco, la hipertensión arterial y sobre todo la arterioesclerosis son factores que pueden estar detrás de un aneurisma», explica el neurocirujano.
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