El ciezano que se presenta por Falange Española a la presidencia del Gobierno

Figura como número uno de la candidatura de Falange al Congreso por Murcia, se llama Antonio Ortega, está casado, es padre de dos hijos y es heredero del legado falangista que ha abanderado en Cieza durante décadas el también escritor y maestro Eduardo López Pascual. Barista de profesión, pese a poseer tres carreras universitarias –es licenciado en Filología Inglesa, Nutrición y Dietética y Psicología–, insiste en que ha elegido su actual oficio porque es lo que le gusta hacer y lo que da sentido a su vida.

No duda en hacer gala de su propia 'diversidad' al aceptar cualquier tipo de bandera. «Los falangistas somos republicanos y como tal, no tenemos desapego a ninguna de las banderas que nos pueden representar», indica. Tal es así que no duda en enfundarse la 'republicana' o la 'constitucional' dependiendo de cada situación. «No soy de banderas –recalca–, pero no desprecio ninguna, ni siquiera la del 'Orgullo', movimiento al que respeto profundamente y en el que tengo amigos y hasta simpatizantes y colaboradores que me enseñan y de los que aprendo», señala. De hecho, dice ser totalmente partidario de colocar las enseñas multicolor en los balcones oficiales si se llega a un acuerdo entre todos los partidos.

Ortega sostiene que el falangismo difiere «diametralmente» de las ideas que puede divulgar Vox, «fundamentalmente porque nosotros no aceptamos la Constitución del 78, sino una democracia real en la que el pueblo sea propietario de todo lo público». Tampoco «creemos en el capitalismo, decantándonos por el reparto de los bienes hacia los más necesitados». Por el contrario, comenta que sí están de acuerdo con cuestiones como la eliminación de las comunidades autónomas y en la necesidad de «aislar a aquellos partidos que tienen la sombra del terrorismo en sus filas».

Este ciezano, que se define como un «obrero y currante», afirma ser consciente de que Falange Española «es ya un partido residual sin ninguna aspiración», aunque agradece que desde la dirección nacional se hayan fijado en él para una tarea «imposible pero estimulante y en la que una vez más nos tenemos que dedicar a explicar lo que no somos más que lo que somos». Insiste una y otra vez en que «los falangistas no somos franquistas», y se enorgullece de enardecer la figura de José Antonio Primo de Rivera, «alguien –a su juicio– que defendió las libertades y que repudió el fascismo comunista». Se lamenta, sin embargo, de que estos ideales «jamás se ha entendido, tal vez porque no hemos sabido explicarlo adecuadamente».

«Ni somos franquistas ni alabamos las dictaduras; al contrario, somos republicanos y siempre nos hemos caracterizado por 'apoderarnos' de lo mejor de la derecha y lo mejor de la izquierda. Ese es el país que queremos los falangistas, en el que todos tengamos opción a todo», recalca.