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La tarde que ETA ejecutó a Miguel Ángel Blanco cambiaron muchas cosas en España. La sociedad vasca se distanció de la banda terrorista, el país entero salió a la calle para decir basta ya al chantaje mafioso y algunos jóvenes descubrieron su vocación política en la tristeza, rabia e impotencia por el asesinato del concejal popular de Ermua. A Antonio González Terol (Cartagena, 23 de agosto de 1978) le pilló aquel angustioso 13 de julio de 1997 de acampada en Sierra Espuña con sus amigos. Las noticias que recibieron en el monte no dejaron indiferente a nadie del grupo. Tras regresar a Madrid en septiembre para continuar con sus estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad Pontificia Comillas, González Terol decidió dar un paso al frente en su compromiso social y solicitó su afiliación al Partido Popular en la mismísima sede de la calle Génova, 13. Así comenzó su trayectoria política el actual alcalde de la localidad de Boadilla del Monte (49.700 habitantes), firme puntal del PP madrileño y el hombre que metió en la política a Pablo Casado.
Hasta aquel día, era un muchacho preocupado principalmente por labrarse un futuro profesional como ingeniero industrial. Hijo de marino militar y el más joven de siete hermanos, siempre fue un buen estudiante. También un tipo cercano y de muy buen carácter, recuerda algún compañero de Maristas. De chaval le gustaba salir a pescar. También jugaba al tenis en Tentegorra, afición que mantiene pero muy de tarde en tarde. Ahora, su poco tiempo libre -«aunque de calidad», matiza- lo dedica a su esposa, Ana, y a sus tres hijos, Juan, Jaime y Cayetana, de tres, dos y un año, respectivamente. Cuando está con ellos, su móvil enmudece y la política queda relegada a un segundo plano, si no a un tercero. Como cuando viene a Cartagena y, sin ser reconocido, pasea por sus calles en compañía de la familia y de los amigos. Nunca falla en Navidad, en verano y menos en Semana Santa. Este «cartagenero de pro», que así se define, es marrajo de la Piedad y del Jesús. Y este año ya vistió a sus niños de nazarenos, para que se vayan 'cartagenerizando' aunque vivan en Madrid.
González Terol tiene su vida en la capital. Allí llegó con 19 años y allí acabó en cinco cursos sus estudios de ingeniería, que completó con un posgrado para acceder muy pronto a la empresa privada. Todo ello sin renunciar a la política, donde fue subiendo peldaños y donde pronto llamó la atención de Esperanza Aguirre.
Adscrito a la agrupación de Moncloa-Aravaca, donde estaba su colegio mayor, pronto le hicieron presidente de Nuevas Generaciones. En 2003 apareció su nombre por primera vez en una lista electoral; era el 104 de los 120 candidatos populares a la Asamblea de Madrid. No obtuvo escaño, pero Aguirre ganó y lo nombró director general de Juventud.
En los siguientes comicios autonómicos avanzó cincuenta puestos y sí logró escaño. También nuevo cargo: director general de Asuntos Europeos. Y en las elecciones de 2011 fue 'destinado' por Aguirre para limpiar la alcaldía de Boadilla del Monte, que en manos del PP estaba infectada por la trama 'Gürtel'. Cumplió su objetivo y pronto se hizo conocido entre los vecinos del segundo municipio más rico de España por renunciar al coche oficial e ir al trabajo en una bici eléctrica. En 2015 amplió su mayoría para dirigir «la segunda mejor ciudad del mundo, después de Cartagena», asegura quien además ocupa escaño en el Congreso de los Diputados.
Sus perspectivas políticas siguen siendo amplias: ha entrado en el nuevo comité ejecutivo del PP y, como amigo de Pablo Casado, está llamado a liderar a los populares madrileños, de los que es vicesecretario de Territorial. Su relación con el nuevo líder de la oposición es estrechísima. Eran compañeros de Universidad y él lo afilió al PP a principios de 2003. También le dio su primer cargo: director de la revista de Nuevas Generaciones del distrito de Moncloa. Con el paso del tiempo, ambos forman el núcleo duro de un grupo de jóvenes políticos populares al que se incorporó algo más tarde el ciezano Teodoro García Egea, 'número dos' del partido.
Pese a su proyección de futuro, González Terol siente ya colmadas sus aspiraciones políticas y recuerda que es ingeniero en excedencia en una multinacional, en formación continua «para cuando me toque la vuelta. Yo me tomo esto como una cuestión circunstancial. Nunca sabes cuándo la política te va a dejar», asegura.
Por ahora tiene claro que sus objetivos son gestionar bien Boadilla, para mejorar la vida de sus vecinos, y ayudar a su partido a recuperar el espacio político perdido. Mientras tanto, cuenta los días que le quedan para volver el próximo fin de semana a su tierra natal, a disfrutar en familia de la boda de uno de sus hermanos y pasar algunas horas de descanso en Cabo de Palos.
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