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El barrio de Las Seiscientas, y en especial el entorno de la Plaza Derechos Humanos, vive desde ayer por la tarde en una situación de calma tensa. Tras el precinto provisional de la zona establecido por la Policía Local poco antes del levantamiento de los dos cadáveres, la Policía Nacional desplegó en torno al lugar del tiroteo a varios agentes con metralletas.
Armados con los mismos fusiles de asalto que emplean para patrullar las calles del centro histórico, debido a la amenaza del terrorismo islamista y en los días en que llegan al puerto miles de turistas en cruceros, los efectivos de la Comisaría formaron un cordón de vigilancia.
Numerosos vecinos y curiosos se arremolinaron en torno al centro de salud Cartagena Este, conocido como El Parchís, para seguir las tareas de los dos cuerpos policiales (los agentes municipales acudieron pertrechados con chalecos antibalas), de los sanitarios, del juez, de la forense, de los empleados del servicio judicial de la funeraria y del funcionario del servicio municipal de la grúa.
Entre los congregados había bastantes menores de edad, y la Policía puso especial celo en las entradas y salidas de vecinos, sobre todo niños, que residen en los bloques de viviendas de promoción pública.
El rígido cerco policial se trasladó por la noche hasta la zona de Urgencias del Hospital Santa Lucía, adonde comenzaron a llegar desde Alicante familiares de los dos heridos en el tiroteo, así como de los muertos. Allí hubo momentos de tensión.
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