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LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN
Sábado, 4 de agosto 2018, 11:52
Hace tiempo, mi estimado amigo Juan José Muñoz me dio a conocer a un personaje del que, pese a haber nacido en Cartagena, prácticamente nadie sabía de su existencia; y menos de la importancia que este cartagenero tuvo en un momento crítico de la historia de este país.
Cuando este cronista comenzó a indagar sobre el asunto, para ofrecer información a los lectores de 'La Verdad' sobre Salvador Estanislao Cánovas Cervantes, periodista e historiador, se encontró con que en las escasas reseñas biográficas siempre aparece el lugar y la fecha de su fallecimiento: Caracas, Venezuela en 1949. Sin embargo, no figuran los datos de su nacimiento. Conseguirlos fue mi primera tarea.
Según obra en el registro de bautizados de la Parroquia de Santa María de Gracia, aparece anotado nuestro escurridizo personaje nacido el 13 de noviembre de 1880. Hijo de Salvador Cánovas y Catalina Cervantes, sus padres y abuelos proceden todos ellos de Cartagena, y residen en la calle San Francisco.
Desvelada esta cuestión, poco más sabemos sobre su vida privada hasta el momento. Eran tiempos convulsos, y solo la referencia de la muerte de la madre en Barcelona parece indicar que la familia se trasladó a esta ciudad en fecha indeterminada. Lo que sí conocemos es su trayectoria profesional y política en su vertiente periodística y también como historiador, autor de varios libros, director y fundador de periódicos y activista político durante la Segunda República Española y Guerra Civil.
Sin haber leído todavía ninguno de sus libros, parece que Cánovas Cervantes, ambos apellidos muy comunes en nuestra ciudad, tuvo una formación académica bastante loable. Licenciado en Derecho, sus escritos reflejan un amplio conocimiento en los campos anteriormente referidos.
Aparece nuestro cartagenero como un «personaje pintoresco» y «de pocos escrúpulos», como es descrito en Seoane y Saiz (1996). Vinculado al movimiento libertario, fundador y director del periódico La Tribuna (1912-1924), originalmente liberal, experimentó un cambio de la línea editorial hasta convertirse en un órgano de propaganda del maurismo. En esa época, fue elegido diputado a Cortes representando al distrito de Almadén.
Dirigió posteriormente 'La Tierra' (1927-1936), una publicación de propaganda filoanarquista, desde donde Cánovas defendió en 1933 posturas como: «Solo la ideología libertaria era cabalmente racial y española, y la CNT la única organización que encarnaba el genuino espíritu revolucionario autóctono». Para algunos historiadores, Cánovas Cervantes tenía un doble solaz y 'La Tierra' hizo el juego a la extrema derecha antirrepublicana durante la Segunda República, al estar subvencionada por grupos ideológicos ajenos al anarquismo. Para otros ningún otro periódico contribuyó de manera tan directa a preparar el ambiente revolucionario propicio a la proclamación de la II República Española.
Durante el periodo republicano, el diario se situó en una línea «demagógica» y «demoledora», en una frontera entre un radicalismo de izquierdas pequeño burgués y un espíritu anarquizante y acusadamente libertario. Se posicionó contra el gobierno republicano-socialista del primer bienio, adoptando animadversión al PSOE y haciendo especial campaña en octubre de 1931 contra su ministro de Hacienda, Indalecio Prieto. Se hizo también portavoz del Partido Social Revolucionario Ibérico (1932-1933), del que el propio Cánovas Cervantes fue fundador y primer candidato; después se aproximó al partido Unión Republicana (1934), de Diego Martínez Barrio. Aunque no fue estrictamente anarcosindicalista, sirvió de tribuna a la CNT cuando la prensa de este sindicato fue suspendida.
Manuel Azaña tachará al diario de Cánovas de «libelo» y de estar subvencionado por el banquero Juan March Ordinas. 'La Tierra' publicó su último número el 8 de junio de 1935. Probablemente desapareció por problemas económicos, falto de la necesaria publicidad y venta de ejemplares para su mantenimiento. Después del alzamiento del 18 de julio 1936, se unió a la redacción de 'Solidaridad Obrera', donde publicó grandes informes y donde se convirtió en el favorito de los estalinistas.
También dirigió el periódico anarquista 'Castilla Libre'. Al acabar la Guerra Civil se exilió en Francia, donde fue director de 'Democracia' (1939), publicado por el Consejo General del Movimiento Libertario español. En la liberación de Francia fue editor de 'Solidaridad Obrera'. Mientras, en España, se le instruyó un sumario acusándolo de masón, comunista y elemento extremadamente peligroso para la causa nacional. En diciembre de 1947 se trasladó a Caracas (Venezuela), donde murió en 1949 en la máxima pobreza.
Compaginó toda su vida la labor periodista con la publicación de varios libros, en los que intentó un análisis sobre la historia de España. Así surgieron títulos como 'Apuntes históricos de Solidaridad Obrera', 'Cómo llegó a reinar Fernando VII', 'Las Cortes de Cádiz', 'El primer pronunciamiento', 'El problema canario', 'Los problemas al día', 'Proceso histórico de la Revolución Española', 'El pronunciamiento de Riego', 'Pugna entre dos poderes', 'Rutas de la revolución española', 'Los seis años malditos', 'Durruti y Ascaso: La CNT y la revolución de Julio' y 'La revolución de Julio de 1936', entre otros. Recibió el apelativo peyorativo de 'Niní' por no ser «ni Cánovas ni Cervantes».
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