![«Han pasado 30 años y aún no he entrado en política; cuando me jubile, si me aburro, igual me lo pienso»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202104/16/media/cortadas/selvf-U70876413992IZG--1248x770@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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POR JOSÉ HERNÁNDEZ MONDÉJAR
Viernes, 16 de abril 2021, 01:08
Cartagena sigue alumbrando hombres luchadores, con honor y forja acerada, de cálida y firme voz, que usan la palabra en vez de la espada, para mayor gloria de su historia. Tomás Martínez Pagán nació el 8 de noviembre de 1956 en pleno Campo de Cartagena. ... Es hijo de un vendedor ambulante de leche de cabra, que iba con su rebaño por las calles, de casa en casa, ordeñando delante del consumidor. Desde que empezó a andar, ayudó a su padre en las labores propias de un establo y el cuidado de los animales.
Durante muchos años, hasta que comenzó a ir a la Escuela de Maestría Industrial, no hizó otra cosa que estudiar y limpiar establos y cuadras. Esa fue su infancia y adolescencia. Al terminar sus estudios encontró su primer trabajo en Talleres Tudela, dejando de ayudar a su padre.
De ahí, fue contratado por la empresa Tamar, donde desarrolló todo su potencial, que le sirvió para aúparlo a Mecánicas Bolea, una de las empresas con más prestigio en su materia de nuestro país.
Se casó con Paqui Bueno, una mujer excepcional, el 27 de junio de 1981, con la que tuvo su único hijo, Alejandro. «Fíjate, qué singularidad: soy hijo único, mi mujer también, tengo solo un hijo y un nieto», cuenta.
- Tomás se te cae la baba al pronunciar a tu nieto.
- Me tiene loco, he tenido mucha suerte. Tengo una gran esposa, un hijo excepcional, mi nuera, María Rosa, que es un cielazo, y ahora mi nieto, Marco.
- ¿Cómo empezaste a volverte tan peleón y reivindicativo? Porque no me negarás que lo eres.
- Sí que lo soy, sobre todo frente a la injusticia. A los 16 años me eligieron presidente de la Asociación de Vecinos de la Media Legua y empecé a curtirme. Luego vino el problema de la General Electric, con expropiaciones de terrenos, en tiempos de Carlos Collado. Querían expropiar y yo me enfrenté para que compraran, que no es lo mismo. Conseguí un buen precio para los agricultores. Con este éxito en la alforja, ante la construcción de la autopista de entrada a la ciudad, me buscaron los propietarios de los negocios que afectaba, para que actuase de mediador. Al final conseguí que la autovía, en vez de entrar elevada, lo hiciera en cuña, salvando a los comerciantes afectados. Y sin saber bien cómo, me llamaron los afectados de los terrenos del hipermercado Pryca, para que los defendiera de la urbanizadora. También les conseguí un buen precio.
- ¿Y cómo lo haces?
- Con diálogo y negociación. No tengo otras armas.
- ¿Y lo de general Aníbal?
- ¡Madre mía!, dos años de general y cuatro de presidente de la Federación de Tropas y Legiones.
- Dejaste el pabellón tan alto, que se habló mucho de tu salto a la alcaldía de Cartagena. ¿Qué me dices de tu famosa frase «me da igual el capullo que la gaviota»?
- ¿Pero cómo te acuerdas de eso? Me preguntaron, dando por hecho que iba a entrar en política, con qué bandera iría. Contesté que me daba igual una bandera con el capullo o la gaviota, siempre y cuando fuese la bandera de Cartagena. Han pasado casi 30 años y aún no he entrado en política, aunque si me jubilase el próximo diciembre, si me aburro, igual me lo pienso.
- ¿Cuéntame que es Mecánicas Bolea?
- Una empresa familiar en tercera generación, con tecnología propia y en campos de trabajo muy avanzados: petroquímico, aeronáutico, astrofísico, alimentación, farmacia y montajes industriales y navales. Con implantación física en países como Reino Unido y trabajando en los cinco continentes en fabricación de equipos. Tenemos una escuela taller propia, de donde salen profesionales muy reconocidos en cualquier parte del mundo.
- Dicen que en Cartagena no se es reconocido si no ha visitado tu bodega. ¿Es cierto?
- ¡Eres la leche!, pero si eso lo dijiste tú en uno de tus artículos y desde entonces menuda caña me dan. Todo empezó una navidad que quedamos unos amigos en mi bodega, para tomarnos las doce uvas de fin de año, pero a mediodía. Al año siguiente vinieron unos cuantos más, y al otro, así hasta 15 navidades segudias. Luego pensamos incorporar a un representante de cada sector social, político, sindical y religioso, y hasta hoy.
- Sé que eres un gran gourmet, un sibarita de la comida. ¿Cocinas?
- Para nada, lo mío es preparar los aperitivos y poner el buen vino. La que cocina de maravilla es mi Paqui. Aprendió de su madre. El bacalao encebollado y los calamares rellenos están de vicio.
- ¿Deporte?
- Nada.
- ¿Música?
- Clásica.
- ¿Cine?
- !Ni me lo nombres!, a mi mujer le encanta y nunca vamos.
- No lo nombro. ¿Libros?
- Todo lo relacionado con mi profesión.
- ¿Escribir?
- Y tú me lo preguntas. Mira que te gusta tirarme de la lengua. ¡Me encanta escribir!, disfruto mucho con mi artículo dominical en el periódico LA VERDAD.
- Cuéntame una anécdota
- Como sabes, me han nombrado Embajador Marca Ejercito, para representar al Ejercito ante la sociedad y ésta ante el Ejercito. Pues bien, me están llamando por teléfono -no sé cómo lo consiguen- para pedirme trabajo en la nueva Embajada de Cartagena.
Tras las risas el selfi. ¿Con el chico del ganado, Aníbal, el ejecutivo, el luchador, el Embajador, el futuro alcalde? ¡Todos en uno!
¡Qué grande eres, Tomás!
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