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José Sánchez Conesa
Miércoles, 5 de marzo 2025, 00:02
No ha escrito libros pero ha sembrado de palabras nuestras mañanas. Tiene aire de chico espabilado de barrio, dispuesto siempre a echar una mano a ... quien la precise con aire resuelto y musculado. Han sido 35 años escuchando a Miguel María Meroño Ríos, la voz de Radio Cartagena de la Cadena SER, una emisora entendida como plaza pública, ágora de resonancias ciudadanas. Cuando la radio cumple cien años en Cartagena nos vuelve a hablar, aunque en esta ocasión no será ante un micro sino a través de la negra flora de la tinta. Desde hace cinco años está al frente de la SER en Lorca para toda la comarca del Guadalentín, aunque algunos días se asoma por estos lares en un espacio dedicado al trovo que conduce al alimón con Nazaret Navarro y con el repentista Juan Diego Celdrán.
Recuerda cuando contaba con tres o cuatro años la escucha de la radio en su casa. Su madre estaba atenta a los programas musicales. Más futbolero, su padre escuchaba los deportes de la mano de Juan Manuel Gozalo con Radio Gaceta de los Deportes en Radio Nacional. Los fines de semana y en verano pasaban días de ocio en casa de sus abuelos, cerca de la estación del tren Riquelme-Sucina. Sin duda, un entorno mágico para el niño ya que se iluminaban con camping gas al no disponer de electricidad y bebían agua de aljibe. El abuelo disponía de una radio a pilas de petaca. Más tarde, con su amigo Pascual Saura, luego bajista del grupo de rock M-Clan, prematuramente fallecido, disponía de un estudio de música casero. A punto estuvieron de formar un grupo musical. Escuchaba la radio, si bien la vocación radiofónica no asomaba aún. Hasta que en el colegio de Salesianos de Los Dolores, al que acudía, un hermano profesor le propuso incorporarse a la emisora escolar del centro llamada Radio Encuentro, conociendo a Pepe Pérez, un gran profesional del medio y mejor persona, quien luego sería compañero en los 40 Principales y en la SER, junto a su mujer Juana Sánchez. Pepe ha estado muchos años vinculado a la Televisión Murciana.
Estaba destinado a ser ferroviario, siguiendo la tradición familiar, y de hecho se suspendió la oposición a la que se presentó, aprobando con buena nota. Otra opción era estudiar ingeniería. Vanos desvelos porque todos los caminos que conducían a la radio se enderezaron. Un amigo lo animó a que se presentase en la emisora de la SER porque había oído que buscaban locutores para Los 40. Lo descartó pensando que no valía para ello, aunque paseando un día por las inmediaciones decidió subir. Le dieron el puesto a sus 16 años, comenzando como autónomo laborando tres horas diarias. Luego le ofrecieron la jornada completa, pasando a formar parte de la plantilla porque el director Ismael Mascarell apostó claramente por él. Pasó a la radio generalista contando 21 años de edad, responsabilizándose del magazine, los informativos y los fines de semana. En nuestra conversación recuerda que ha entrevistado a miles y miles de personas como fue el caso de Manuel Fraga Iribarne, Pajares, Concha Velasco, Sergio Dalma. A Pedro Sánchez no lo entrevistó pero pudo hablar con él, considerándolo como una persona cercana. Reconoce que no apunta nada referido a su actividad profesional por lo que muchos personajes ilustres no pueden ser añadidos a un listado interminable.
Si, se siente reconocido por la sociedad cartagenera y en su corazón lleva apuntados los homenajes y los honores recibidos como el Vecino del Año, otorgado por la Federación de Asociaciones de Vecinos, Heraldo del Trovo, Medalla Laureada Cantonal o el premio Pencho Cros de Periodismo del Festival del Cante de las Minas, del que ha sido el presentador que más se ha prodigado en dichos menesteres, unos 25 años.
Desde 2021 lo tenemos en Lorca como redactor jefe de la comarca del Guadalentín, como ya va señalado, una buena solución dado que se marchó a vivir a Totana. Y desde allí nos deja unas reflexiones: «Ahora la radio cuenta con grandes avances tecnológicos como webs, redes sociales, podcasts. Antes era más artesanal, aunque lo esencial no ha cambiado. Siguiendo al maestro Iñaki Gabilondo, mi gran referencia porque pocos ha habido como él y con el que tuvo la suerte de convivir en Madrid: mientras haya una voz y un micro, ahí estará la radio». Es un medio que va directo al corazón mitigando soledades, entreteniendo, informando, acompañando. No le han faltado ofertas, manteniéndose siempre fiel a la casa. Aparecen en el relato numerosos nombres de compañeros y como en esta tarea de contar la vida vamos a omitir necesariamente muchos de ellos, en favor de otros, mejor lo dejamos.
Ha sido uno de los cronistas de la crisis industrial con su gran remate simbólico: la quema de la Asamblea Regional. Puso en antena los primeros programas sobre arqueología, que era como hablar en chino, de las manos de los especialistas. La memoria hace aflorar el espacio de denuncia vecinal La Palmera Chismosa que inició Chelo Cánovas con Tomás López Castelo, el Duende. Otra sección participativa fue Vecinos en Movimiento con Javier Lorente y Luis de Miquel, dando voz a los colectivos ciudadanos, o El Tío del Saco, un recorrido por nuestras tradiciones. Se volcaron con los grandes festejos y aconteceres de Cartagena como el Carnaval, la Semana Santa, los grandes festivales. Ha sentido el reconocimiento de las asociaciones de vecinos, siendo pregonero de fiestas en barrios y diputaciones.
Piensa Miguel que un día se retirará pero la radio suma y sigue y vendrán otros que lo harán mejor. A continuación echa cuentas: «Si me jubilo con 65 años habré estado 47 años en activo». Nos despide con una declaración de principios: «Me considero un obrero de la radio».
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