Las memorias del Cantón

La apertura estuvo a cargo del concejal de Cultura, Ignacio Jaúdenes, el vicerrector de la UPCT Antonio Guerrero y el catedrático de Historia Contemporanea Egea Bruno, quien destacó la existencia de 700 obreros cartageneros afiliados a la Primera Internacional cuando estalla la rebelión.

Edgar Straehle nos vino desde Barcelona para exponernos sus reflexiones al respecto, mostrando una serie de textos que confirman que en las mentes de los revolucionarios del siglo XIX estuvieron presentes la Revolución Francesa y el Evangelio. Así algunos cantonales tuvieron la idea de un Jesús considerado como el primer revolucionario y la Iglesia como institución pervertidora de su mensaje. La memoria condiciona la historia, pudiendo afirmarse que una comunidad queda constituida cuando se comparte un relato sobre el pasado. Otros capítulos de esta narrativa serán la historia de los Estados Unidos como república federal, los Comuneros de Castilla o el papel de las Juntas Locales que se van coordinando desde el municipio hasta constituir la nación en armas contra el invasor Napoleón. No debemos obviar el papel simbólico de las banderas, no es casualidad que el cantón cartagenero elija el rojo como la Comuna de París. Atención se ha de prestar a los lemas, las prendas de vestir, las expresiones musicales, la nominación de calles, plazas y barcos de guerra. La fragata 'Numancia' conservará su nombre al remitir a una gesta heroica contra otro imperio agresor, resultando igualmente significativa la cartelera teatral de nuestra ciudad en el transcurso de la sublevación con obras de tipo histórico aunque hablaban de lo que estaba sucediendo. Todos los revolucionarios se inspiran en el pasado para edificar un futuro de esperanza, aunque el Cantón ha tenido serias dificultades de proyectarse hacia el futuro al ser recepcionado como un caos imperdonable, una propuesta fallida que no debía repetirse nunca.

Avanzó la tarde con una mesa redonda sobre la memoria cantonal en sus dimensiones de arqueología y literatura. Ana Baño es arqueóloga que trabaja en la casa de Antonete Gálvez en Torreaguera, mostrándonos una serie de imágenes sobre el proceso de rehabilitación de la misma. Intervinieron como público unos vecinos de la localidad y miembros de la asociación Antonete Gálvez, quienes llevan treinta años denunciando el abandono.

Lieve Behils llegó desde Bélgica para hablarnos de Galdós, diputado de la conjunción republicano-socialista, quien en su obra periodística y en los Episodios Nacionales califica al movimiento cantonalista de experimento fallido, siendo partidario del consenso social y no de la revolución. En la segunda jornada Manuel Rolandi Sánchez-Solís desarrolló una conferencia sobre el final del cantón, las principales operaciones militares, las intrigas, conspiraciones y conversaciones de rendición de la plaza.

Le siguió la mesa redonda sobre la Cartagena postcantonal a cargo del cronista Luis Miguel Pérez Adán y el historiador Diego Victoria Moreno. El primero proyectó unas magníficas fotografías coloreadas de la época. Diego nos dejó algunas cifras de interés acerca de la repercusión de la represión, siendo más de 6.580 las personas procesadas, embargados los bienes de los jefes cantonales y apartados de sus cargos los responsables militares. Aquellos que no consiguieron huir a otros países fueron deportados a destinos como Fernando Po o las Islas Marianas. Más tarde serían sobreseídas las mayorías de las causas, retornando al servicio los militares separados. Fue una sublevación de dimensiones internacionales al despertar el interés de la prensa europea, quedando un pobre balance en el campo del republicanismo, fragmentado en cinco tendencias.

Eduardo Higueras indicó la importante labor del historiador cartagenero Jover Zamora en el intento de separar los sedimentos acumulados que impedían el acceso al conocimiento desprovisto de prejuicios intencionales. Prosiguió con una revisión bibliográfica de la batalla cultural por el relato sobre este movimiento que propuso una triple revolución: territorial, política y social. Por su parte Julián Vadillo subrayó los vasos comunicantes que existieron entre la Primera Internacional obrera y el federalismo, con mención a Proudhon, teórico del anarquismo, pensador puente con su concepto de municipio autónomo y libre, entidad fundamental en la consecución de la república federativa. Fronteras porosas entre republicanos, socialistas y anarquistas, que dieron lugar a todo tipo de posicionamientos de unos y de otros, a favor y en contra, ante el fenómeno cantonal.

Cerró la profesora de la Universidad de Paris Nanterre Jeanne Moisand comentando los tópicos negativos y las disparatadas anécdotas que han envuelto el episodio, expresados significativamente en las caricaturas de la prensa, que llevaron a considerarlo como un evento menor protagonizado por cuatro chalados que consiguieron cautivar a toda una ciudad. Hecho del todo incierto, cuatro rapazuelos no habrían logrado la resistencia de toda la población durante tanto tiempo de duro asedio si no hubiesen contado con el apoyo decidido de todo un pueblo en armas.

Destacó nuevamente el gran papel de las mujeres que junto a marineros, militares, obreros y presidiarios serían los grupos sociales protagonistas. Muchas de estas mujeres estuvieron empleadas en la fabricación de municiones, hechos de armas o cuidado de mayores y niños. Eran sirvientas en casa de señores que abandonaron sus hogares, quedando desempleadas. Aportó otra dimensión al debate al considerar que hubo mucho de huelga de soldados mal pagados en protesta por el envío de tropas para sofocar los levantamientos independentistas de las últimas colonias. No estaban tan locos al negarse a ir a morir a Cuba de enfermedades tropicales y de hambre. Quizá lo estaban más aquellos que querían mantener la esclavitud a ultranza cuando el tiempo de esta servidumbre estaba cumplido.