![La reivindicación olvidada de la capitalidad regional de Cartagena](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/06/01/191457902--1200x840.jpg)
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Hace 100 años, en el titular de un diario muy reconocido en Cartagena, se podía leer: «La capitalidad para Cartagena». Se refería a la reclamación por parte de su Ayuntamiento de sus legítimos derechos para ostentar la capitalidad de lo que entonces era la denominada ... Región de Murcia. Esta tenía entonces dos subdivisiones formadas por las provincias de Albacete y Murcia. Este territorio quedó administrativamente configurado así desde 1833, con la división territorial de Javier de Burgos hasta 1978 cuando la provincia de Albacete se separó de Murcia y se unió a la Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha.
Desde 1833 Cartagena quedó injustamente relegada a un segundo plano frente a otras capitales provinciales, especialmente Murcia. Desde entonces hasta hoy sigue siendo para Cartagena un tema recurrente de reivindicación por su relevancia y orgullo al que nunca se ha renunciado por parte de muchos de los habitantes de esta ciudad y la comarca.
En 1924, durante una sesión ordinaria del Ayuntamiento de Cartagena, presidida por el alcalde Alfonso Torres López, se debatió intensamente sobre la injusticia histórica que sufría la ciudad. En aquella época, Cartagena contaba con todos los elementos necesarios para reclamar su estatus de capital regional. Un informe detallado, respaldado por una comisión de las 'fuerzas vivas' de la población, fue elevado al presidente del Directorio Militar, el General Miguel Primo de Rivera, que eran entonces quien ostentaba el poder en España. En este documento, se exponían los argumentos y derechos que asistían a Cartagena para ostentar la capitalidad de la Región de Murcia.
Cartagena, cuna del obispado más antiguo de España y un punto estratégico militar y naval, posee una relevancia histórica indiscutible. Su puerto, uno de los más importantes del Mediterráneo, es vital para el comercio y la defensa nacional.
Desde el punto de vista del desarrollo económico e industrial, la ciudad albergaba industrias de gran envergadura, las más importantes de la Región, como la Constructora Naval, fábricas de desplantación, cristalerías y la Unión Española de Explosivos, entre otras. Además, su centro minero era el más significativo de la provincia y uno de los más importantes de España.
En educación y beneficencia, Cartagena fue pionera en la implantación de Escuelas Graduadas y mantenía un elevado número de instituciones benéficas, reconocidas tanto a nivel nacional como internacional.
En infraestructuras y comunicaciones, la necesidad de mejorar y ampliar sus instalaciones portuarias y las vías terrestre, sobre todo, ferroviarias era evidente. Sin embargo, estas modernizaciones se veían obstaculizadas por la influencia política y administrativa de Murcia.
El informe también señalaba las injusticias sufridas por Cartagena debido al 'caciquismo' político. La ciudad, a pesar de sus méritos, se veía privada de recursos y mejoras que sí se destinaban a Murcia. Un ejemplo notable, entre muchos, es la concesión de agua potable a Cartagena con la condición de no utilizarla para el riego, lo cual limitaba gravemente su desarrollo agrícola. Además, Cartagena sostenía centros benéficos de gran importancia, financiados por la ciudad, mientras que una gran parte de sus recursos se destinaban a Murcia, que no proporcionaba beneficios proporcionales en retorno.
En sus últimas consideraciones, la petición del consistorio cartagenero al Gobierno de España señalaba que la solicitud de capitalidad para Cartagena no era solo una demanda administrativa, sino un clamor por justicia y reconocimiento. Los cartageneros pedían que se valorara su contribución a la región y al país, y que se les otorgaran los medios necesarios para continuar creciendo y prosperando. Pero como casi siempre ocurre con estas reivindicaciones, nunca fueron atendidas ni por aquel gobierno ni por cuantos vinieron después.
Hoy, al recordar estos eventos de hace un siglo, es crucial reflexionar sobre la importancia de reconocer y reparar las injusticias del pasado. La lucha de Cartagena por la capitalidad regional fue un testimonio de su resistencia y de su continua aspiración a ocupar el lugar que merece en el ámbito regional y nacional.
Actualmente ya no tendría sentido esta reivindicación centenaria, pero la realidad histórica muestra una lucha constante y una serie de injusticias que no pueden ser ignoradas. El conocimiento y la comprensión de esta historia son esenciales para apreciar plenamente la identidad y el espíritu de Cartagena.
Podríamos perfectamente establecer paralelismos entre ayer y hoy y veríamos que las posturas apenas han variado desde entonces, al menos para algunos. Han pasado muchas cosas desde hace cien años y no todas han sido buenas para Cartagena y su comarca. Unos crecen y se desarrollan exponencialmente favorecidos por la coyuntura política, mientras otros se tienen que reinventarse y buscar otras vías de desarrollo y modelo de ciudad alternativa para sobrevivir. Y en esa tesitura nos encontramos actualmente.
Pero como reza uno de los eslóganes utilizados por los líderes de aquella mítica revolución cantonal: «Cartagena tomada, pero no ganada; vendida pero no vencida». Hace cien años, hoy y siempre.
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