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Isidoro Máiquez cumple mañana 256 años. A los personajes inmortales les ocurre eso, siguen cumpliendo años aunque ya no estén físicamente entre nosotros. Hoy, en las calles y plazas de Cartagena, Maiquez vive eternamente. Su legado perdura en el alma de la ciudad y en ... la esencia misma del teatro español. Isidoro Patricio Maiquez Rabay, el inmortal titán de las tablas, sigue siendo la luz que guía a actores y amantes del arte, recordándonos que la pasión y la valentía pueden trascender cualquier tiempo y lugar. Su historia es la epopeya de un hombre que desafió la historia y se convirtió en un personaje inmortal, un faro luminoso en el vasto horizonte del teatro español.
Isidoro Patricio Máiquez Rabay, un actor extraordinario, se erigía como el mejor exponente de las artes escénicas desde 1791 hasta 1820. Su vida fue una odisea marcada por el talento, la persecución política y la revolución en las tablas.
No solo conquistó los corazones del público con su actuación magistral, sino que desafió los cánones establecidos al introducir un nuevo reglamento que revolucionó la escena del teatro español. Su visión innovadora cambió para siempre la forma en que se entendía y apreciaba el arte dramático en nuestro país.
Sin embargo, el camino de este hijo de Cartagena no estuvo exento de obstáculos. Durante el régimen absolutista de Fernando VII, el actor se vio perseguido tanto por liberales como por afrancesados, enfrentando la adversidad con valentía y firmeza.
Su figura no solo destacaba en los escenarios, sino que también dejaba una impresión imborrable en la sociedad de su tiempo. Descrito como alto y bien parecido, con ojos negros que irradiaban talento y genio, su trato afable y aire noble conquistaban a todos los que tenían el privilegio de conocerlo. El célebre pintor Francisco Goya inmortalizó su rostro en más de un retrato, reconocimiento merecido para un profesional del teatro que había llevado el arte a nuevas alturas.
El pintor capturó la esencia y la personalidad del actor cartagenero en una obra que refleja su maestría técnica y su habilidad para transmitir la profundidad psicológica de sus sujetos.
El retrato de Maiquez por Goya presenta al actor en una pose que destaca su presencia escénica y su carácter teatral. Los ojos oscuros, que se dice irradiaban talento y genio, son particularmente destacados en la obra, revelando la intensidad emocional del actor.
El uso magistral de la luz y la sombra por parte de Goya resalta los rasgos de Maiquez, creando una atmósfera que enfatiza tanto su belleza física como su profundidad interior. La paleta de colores empleada refleja la maestría del pintor, con tonos que van desde los oscuros hasta los luminosos, contribuyendo a la riqueza visual de la obra.
En su periplo artístico, no solo se nutrió de la escena española, sino que también recibió las enseñanzas del renombrado actor y director de teatro François-Joseph Talma durante su estancia en París. Esta experiencia internacional contribuyó a forjar su estilo único y versátil, permitiéndole provocar risas y lágrimas con la misma facilidad.
Su vida llegó a su fin en Granada el 18 de marzo de 1820. Su partida dejó un vacío irremplazable en el mundo del teatro español. El genio que una vez revolucionó las tablas y desafió las convenciones vivió sus últimos días en la pobreza, delirando y recitando, lejos de los aplausos y reconocimientos que merecía.
¿Estaba loco Máiquez en el momento de su muerte?Esta afirmación puede ser una interpretación subjetiva y simplificada de su estado mental. Es importante abordar esta declaración con cautela y considerar el contexto histórico y las posibles circunstancias que rodearon la vida de este actor en sus últimos días.
Las condiciones de pobreza y destierro, sumadas a las tensiones políticas y sociales de la época, podrían haber contribuido a un estado de salud mental deteriorado en Máiquez. Además, la falta de acceso a la atención médica adecuada en ese periodo también podría haber influido en su bienestar general.
A pesar de su trágico final, su estela perdura en la memoria colectiva como un pionero, un rebelde de las tablas que desafió a la historia y dejó un legado que sigue inspirando a generaciones de artistas. Mañana será su cumpleaños, Cartagena entera debe recordar a este su hijo con admiración y respeto al hombre que, sin rivales ni discípulos, transformó el teatro español y conquistó los corazones de aquellos que tuvieron la fortuna de presenciar su arte inigualable.
Si bien es difícil comparar la fama y la notoriedad en términos absolutos, Isidoro Máiquez ciertamente ocupó un lugar especial en la memoria colectiva de su tiempo y dejó un legado que perdura en la historia del teatro español. Su destreza artística, su participación en eventos políticos y su conexión con otras personalidades destacadas contribuyeron a su prominencia en la sociedad española del siglo XIX.
¡Feliz cumpleaños, orgullo de Cartagena!
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