![El cartagenero olvidado tras la inteligencia militar republicana](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2025/02/15/198922237--1200x840.png)
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Cartagena, una ciudad con una historia tan rica, ha sido cuna de innumerables personajes que han dejado huella. Sin embargo, muchos de estos hijos e ... hijas son grandes desconocidos en su tierra natal. Entre ellos se encuentra Manuel Estrada Manchón, un hombre que, aunque abandonó Cartagena desde muy joven, llevó consigo los valores y la formación adquiridos en aquella ciudad tan importante entonces, para convertirse en una figura clave en la inteligencia militar republicana durante la Guerra Civil. Su historia es un ejemplo más de ese enorme listado de cartageneros que, pese a su relevancia, han caído en el olvido para todos nosotros.
Manuel Estrada Manchón nació en Cartagena el 17 de octubre de 1902, en el seno de una familia que combinaba la tradición militar con el pensamiento progresista. Su padre, Julio Estrada Maureso, capitán de navío, comisario de intervención y editor de un periódico local, fue una figura influyente en su vida, inculcándole desde joven un profundo sentido del deber y una mirada crítica hacia la sociedad en la que vivían. Cartagena, con su rica tradición naval y militar, fue el escenario perfecto para que el joven Manuel desarrollara su vocación. Sin embargo, como tantos otros hijos de esta tierra, abandonó la ciudad en su juventud para seguir su camino, dejando atrás un lugar que, aunque lejano geográficamente, siempre formó parte de su identidad.
A los 16 años, Estrada Manchón ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, donde se graduó en 1922. Posteriormente, se especializó como ingeniero topógrafo y cartógrafo en la Escuela Superior de Guerra de Madrid, adquiriendo habilidades que serían cruciales en su futura carrera. Estas competencias técnicas, unidas a su aguda inteligencia, lo prepararon para asumir responsabilidades de gran envergadura en un momento crítico para España.
El estallido de la Guerra Civil en 1936 marcó un punto de inflexión en la vida de Estrada Manchón. Leal a la República, fue nombrado jefe del Estado Mayor Central del ejército por Francisco Largo Caballero, entonces presidente del gobierno y ministro de la Guerra. Sin embargo, su papel más destacado llegaría al asumir la jefatura de la Sección Segunda de Información del Estado Mayor Central, conocida como el Servicio de Información del Estado Mayor (SIEM).
Desde este puesto, Estrada Manchón se convirtió en el arquitecto de la inteligencia militar republicana. Diseñó un ambicioso proyecto para renovar y ampliar las competencias de la Segunda Sección, con el objetivo de transformarla en un servicio de inteligencia moderno y eficaz. Su visión, sin embargo, chocó con las reticencias de figuras como Indalecio Prieto, ministro de Defensa, y el coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central, quienes consideraron que sus planes extralimitaban sus atribuciones. A pesar de estas tensiones, su labor fue fundamental para las operaciones del Ejército Popular de la República, aportando información estratégica en momentos clave del conflicto.
La derrota republicana en 1939 obligó a Estrada Manchón a emprender el camino del exilio. Cruzó la frontera hacia Francia, donde fue internado en un campo de concentración en Marsella. Lejos de rendirse, colaboró con la Resistencia francesa contra la ocupación nazi, demostrando que su compromiso con la lucha antifascista no conocía fronteras.
En 1941, ante el peligro que representaba su permanencia en Francia, decidió trasladarse a México. Allí, encontró un nuevo hogar y una oportunidad para reiniciar su vida. Junto a su esposa Lola Velasco se integró en la vida académica y cultural del país, desempeñándose como asesor y director de empresas, además de ser investigador y profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su labor en el Ateneo Español de México fue fundamental para la comunidad de exiliados españoles, convirtiéndose en un referente intelectual y moral.
Falleció en Ciudad de México el 17 de junio de 1980, mientras impartía una cátedra en la universidad. Su vida es un testimonio de cómo el exilio, aunque forzado y doloroso, puede convertirse en una oportunidad para contribuir al desarrollo cultural y académico de la nación de acogida. En América, como otros tantos exiliados españoles, dejó una huella indeleble a través de su labor académica y sus contribuciones literarias, como su libro humorístico-crítico «Hitler en la luna», donde ofrecía una visión satírica de los acontecimientos bélicos y políticos de la época.
Es nuestro deber rescatar del olvido a estos hombres y mujeres, reconocer su legado y devolverles el lugar que merecen en la memoria colectiva de esta ciudad. Manuel Estrada Manchón es solo un ejemplo de ese enorme listado de cartageneros que, pese a su relevancia, han sido olvidados en su propia tierra. Su historia es una invitación a explorar y reconocer el papel de Cartagena en la formación de líderes comprometidos con sus ideales, y a recordar que, aunque se marchen, siempre serán hijos de esta tierra.
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