![La Caridad de Cartagena, fe, arte e identidad](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2025/02/12/198831015--1200x840.jpg)
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José Sánchez Conesa
Miércoles, 12 de febrero 2025, 00:22
Desde mitad del siglo XVI se ubicaba una ermita dedicada a San Roque en el llamado arrabal o barrio que llevaba su nombre. Allí se reunían los soldados fundadores de un hospital liderados por Francisco García Roldán, un soldado raso que se resistía a la ... dramática situación de que la gente humilde muriese terriblemente, a veces en las calles y sin asistencia, durante las graves epidemias que asolaban a la ciudad. Los dos hospitales existentes mostraban manifiesta incapacidad. El reconocimiento a su figura señera queda plasmado en la estatua dedicada a él cerca de la puerta principal en el actual emplazamiento del Hospital de Caridad, popularmente hospital de los Pinos.
Algunas obras que son referencia de cuanto exponemos fueron escritas por Carlos Ferrándiz: 'Historia del Hospital de Caridad de Cartagena (1693-1900)' y 'Magna Cáritas' y el libro coordinado por José Carlos Agüera Ros 'Arte y cultura en el primer centenario del templo de la Caridad'.
Las imágenes son mediaciones entre la dimensión divina y la dimensión humana y la representación de María junto a su hijo sufriente expresaba maravillosamente el proyecto hospitalario que puso en marcha aquel soldado, por eso esta representación estaba en el centro asistencial. Aunque más tarde se decidió traer desde Nápoles otra talla de la Virgen de Los Dolores aún más bella y de mejor factura. Así, el nuevo grupo escultórico arribaba al puerto cartagenero el 7 de abril de 1723, cautivando al pueblo debido al colorismo vitalista, la dulzura del rostro de la madre, una talla de gran sensibilidad inscrita en el barroco levantino con influencias de Bernini, según Alfonso Pérez Sánchez, con basamento en el modelo de Piedad tan presente en el arte gracias a Miguel Ángel, Tiziano y otros grandes, hasta llegar a Salzillo. La devoción que despertó fue tal que acabaría siendo la Patrona de Cartagena, suscitando además la reproducción de estampas tan presentes en hogares e instituciones en el transcurso de los años. Su dulzura resultaba más cercana a las gentes que la Virgen del Rosell, la anterior patrona, más hierática y medieval.
El bombardeo que padecen los cartageneros durante la guerra cantonal (1873-1874) deja afectado al edificio del hospital y al templo por lo que se decide construir una nueva iglesia y la ampliación del centro hospitalario. Se acuerda en 1889 construir un templo más grande ante el mal estado que presenta siendo proyectada por Tomás Tallerie, ingeniero de la Armada y hermano mayor, dirigiendo las obras Justo Millán, arquitecto diocesano representante del eclecticismo de la época. Las influencias del clasicismo grecolatino pasado por el tamiz renacentista de Alberti, Paladio o Miguel Ángel son más que evidentes. La planta central es circular cubierta por cúpula en la que se ubican vidrieras, tragaluces y claraboyas que proporcionan iluminación al tiempo que exponen un programa iconográfico de santos y evangelistas.
El retablo se lo debemos al escultor Francisco Requena, el mismo que junto al arquitecto modernista Carlos Mancha son los autores del típico trono cartagenero que se exhibe en los cortejos de Semana Santa. Otros elementos destacados son las pinturas de grandes dimensiones debidas a Wssel de Guimbarda, un pintor importante en el panorama nacional de su tiempo, con influencias del sevillano Murillo, ciudad en la que nuestro pintor residió. Lo advertimos en el tratamiento de la Purísima Concepción y de los diversos santos representados. La orfebrería reúne piezas de oro, plata y joyas que contemplamos en la corona de la titular, aureola, custodias, cálices, copones y el corazón de rubíes. Otras artes aplicadas las apreciamos en los sillones y bancos tallados de caoba, el confesionario de Valentín Páez, diversos estandartes y tejidos.
Una fecha importante en el culto a la Caridad y por ende en la identidad de los moradores de Cartagena será la coronación canónica efectuada el 17 de abril de 1923, una iniciativa de la Junta de Gobierno para celebrar el segundo centenario de la llegada de la imagen, acompañada de la petición oficial de su patronazgo sobre Cartagena con el respaldo de treinta mil firmas, siendo hermano mayor Luis Malo de Molina. La procesión fue acompañada por un gran número de miembros de asociaciones parroquiales y cofradías, comunidades de religiosos y religiosas, asilados de la Casa de Misericordia, fuerzas armadas. Ya en el puerto se celebró la misa presidida por el obispo de Cartagena, tras la cual el obispo de Jaca Frutos Valiente realizó un exaltado panegírico a la Patrona.
Una vez finalizada la guerra civil el templo no presenta ningún daño al no ser objeto de violencia –fue custodiado por los propios milicianos– no así el hospital anexo que debe ser trasladado a Los Barreros donde se encontraban desde los años 20 los pabellones diseñados por el arquitecto Lorenzo Ros, destinados a los pacientes aquejados de problemas de tórax, ubicación que será definitiva.
Ya a lo largo del siglo XVIII salió del recinto en diversas ocasiones con motivo de las recurrentes sequías. En acción de gracias organizan una procesión con la imagen de la Patrona el domingo de Resurrección de 1939, a la que seguirán otras motivadas por diversas efemérides y conmemoraciones, respondiendo la población de manera entusiasta ante un símbolo que condensa el sentimiento de pertenencia e identidad. Queda patente el señalado componente identitario en diversas asociaciones de cartageneros establecidos en otras localidades, quienes se agrupan bajo dicho patrocinio, adquiriendo una réplica de la Caridad.
La música es un arte a tener en cuenta desplegada en una tradición de importantes organistas, creándose diversas Salves y composiciones entre las que destaca la Salve Cartagenera de José Sánchez Medina, sacerdote organista del templo con la armonización de Manuel Hernández Espada. No falta en los eventos religiosos más importantes de Cartagena: «Dios te salve, Reina y Madre de misericordia/ vida, dulzura y esperanza nuestra».
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