Los Acuerdos de Cartagena en color
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LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN
Sábado, 20 de marzo 2021, 03:13
Fotohistoria de Cartagena, fiel a su principio de considerar la fotografía como documento histórico en sí, da un paso hacia adelante e incorpora el coloreado ... para las fotos en blanco y negro. Y lo hace intentando provocar la atención del que ve la fotografía desde esta óptica histórica y no tanto desde el punto de vista técnico o artístico.
Las fotos en blanco y negro dan sensación de atemporalidad, por el contrario, el color, con su viveza, muestra más claridad y exactitud del momento captado por la cámara. Aunque el arte manual del coloreado de fotografías es antiguo, es ahora con las nuevas técnicas digitales y la inteligencia artificial, cuando de una manera asequible cualquier persona puede acceder a esta modalidad. Otra cosa es a nivel profesional.
No se trata de visualizar la historia de un nuevo modo, es solo dar color al pasado y encontrar matices que pudieran estar inadvertidos bajo el blanco y negro del original. Para darle contenido a todo lo anteriormente expuesto quisiera mostrar una serie de fotografías correspondientes a la visita regia que llevaron a cabo las monarquías española e inglesa a Cartagena en abril de 1907.
Los Acuerdos de Cartagena y la inauguración del nuevo Palacio Consistorial (8-9 de abril de 1907). El año 1907 fue importante para Cartagena, fue el año del nacimiento de Carmen Conde Abellán y de la inauguración de nuestro majestuoso Palacio Consistorial. Pero también fue importante por otro asunto, no solo para la historia de Cartagena, sino del Mediterráneo Occidental. En abril de ese año tuvo lugar la reunión entre los monarcas de Gran Bretaña y España en la bahía, reunión que ha pasado a la Historia con la denominación de 'Los Acuerdos de Cartagena'. Esta ciudad fue elegida como escenario de un alto encuentro político que marcaría un antes y un después en el equilibrio de fuerzas entre las distintas potencias europeas de aquellos momentos.
En abril de 1907, Cartagena era una ciudad que buscaba de una manera determinante su desarrollo y su modernización aposentada en un impulso económico tan característico en la constante historia de luces y sombras a las que nos tiene acostumbrada. Son momentos importantes en el progreso y la renovación urbanística y con importantes edificios en construcción, uno de ellos el destinado a ser el nuevo Palacio Consistorial.
Con ello se cumplía una esperanza, largo tiempo acariciada por el entonces próspero y floreciente municipio: la de la regeneración y europeización de Cartagena. En este marco se escenificará una reunión al más alto nivel entre los gobiernos de España y Gran Bretaña.
Desde el Desastre de 98, España se había convertido dentro de la política internacional en un país irrelevante y por ello reclamaba ocupar otro estatus que la sacara de su aislamiento, poniendo sus ojos en el Norte de África. Pero para ello debía contar con la aprobación de las dos potencias dominadores de este espacio, que no eran otras que Gran Bretaña y Francia.
Tras largas conversaciones, se dispuso por estas naciones, darle parte del pastel colonial a España, un regalo envenenado, pues el llamado Protectorado Español en Marruecos, sobre todo en la zona del Atlas, solo supuso para este país miles de muertos y una inestabilidad política precursora de una posterior Guerra Civil.
Pero volvamos a los Acuerdos. Cartagena se engalanó como nunca antes. El puerto albergó a la Flota Inglesa con sus mejores acorazados. El muelle Alfonso XII se convirtió en una improvisada estación de tren adornada con los pabellones modernistas que se instalaban en aquel lugar durante la Feria de agosto. Allí fue recibido el Rey Alfonso XIII y su madre, la Reina Victoria Eugenia, acompañados de la totalidad del gobierno. Al puerto y a su bahía llegaron los Reyes de Inglaterra Eduardo VII y la reina Alejandra junto a su gobierno, curiosamente los monarcas ingleses no pusieron ni un solo píe en tierra. Era un pacto tomado al considerar que Cartagena no podía suplantar a Madrid como primera ciudad visitada por estos reyes.
Aprovechando la presencia de Alfonso XIII, se dispuso la inauguración del nuevo Palacio Consistorial, pero existía un problema, no estaba terminado, de todas formas, en un pequeño acto deslucido, el Rey inauguró en obras dicho Palacio.
Fueron dos jornadas importantes para Cartagena, algo que se refrendó unos años después cuando el presidente de la República Francesa también visito Cartagena, una ciudad importante, entre las diez primeras de España, con un peso específico económico, industrial y militar que le hicieron acreedora de que tan importantes citas se dieran en ella.
Sirvan estas fotos, ahora coloreadas, como testigo de un pasado glorioso al que, no renunciamos, en la esperanza de volver a ocupar un lugar preferente entre la ciudades y pueblos de este país.
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