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LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA
Sábado, 23 de abril 2016, 00:53
La entrada al puerto de Cartagena está flanqueada por los faros de Navidad y de La Curra, pero esto lo fue desde 1885. Anteriormente existieron otros dos faros a ambos lados del acceso a la bahía: los denominados faros de la Podadera e Isla de Escombreras.
El de Escombreras cumple hoy todavía su función, aun relegado al señalamiento de su insularidad y a la complementariedad de los nuevos faros verde y rojo. Y el efímero Faro de Podaderas fue el primero construido, dentro del grupo proyectado en 1847 para la costa cartagenera.
La Comisión Especial de Faros propuso levantar un faro de cuarta orden emplazado en la llamada Punta de La Podadera y en paralelo al de la isla de Escombreras, de tal forma que de este a oeste formasen un señalamiento de batiente y entrada al puerto de Cartagena. Su primera iluminación está verificada el 15 de julio de 1856.
Las dificultades de este faro pasaron siempre por las especiales características de su emplazamiento, al estar junto a unas baterías con una importante actividad artillera. Las autoridades militares nunca vieron con buenos ojos su posición y desde un principio reclamaron: primero su no construcción y después, su traslado a otro punto donde no estorbase el buen servicio de los cañones. Finalmente, el faro de Podaderas encontraría su posición en la parte más saliente de la Punta de Navidad, entrando en servicio nuevamente el 18 de agosto de 1866.
Sus particularidades eran las siguientes: aparato catadióptico de cuarto orden, luz fija y blanca, a 25 metros de la orilla del mar, alcance 10 millas, elevación del foco luminoso sobre el nivel del mar 61 metros y sobre el terreno 8,47 metros. Ilumina un arco de horizonte de 110 grados, comprendido entre el Cabo Tiñoso y la isla de Escombreras.
Con la torre ligeramente cónica, de color amarillento, y la linterna prismática y pintada de verde, para subir a ella se empleaba una escalera de caracol emplazada sobre una planta cuadrada. Ésta albergaba un edificio vivienda con alojamiento para las dos familias de los fareros. Torre y edifico quedaban rodeados por una pequeña explanada de unos tres metros a su alrededor. La construcción era de sillería en el zócalo y cadenas en los cuatro ángulos, cornisas y escalera de la torre; mampostería para los muros del edificio, excepto los medios puntos de puertas y ventanas, jambas y tabiques de ladrillos.
La cubierta se construyó para que presentara la mayor capacidad de flexión, sobre rollizos entre los que se construyó un entomizado, rellenando los intervalos con materias de poca densidad. Encima, una capa de yeso sobre la que se disponía baldosas cogidas de hormigón.
Apenas transcurridos 19 años, dejó de ser útil a la navegación y quedó suprimido al entrar en servicio los de Navidad y de la Curra en el año 1885. Actualmente todavía es visible. Y aunque lleva 131 años apagado, sus vistas son indescriptibles y su belleza es muy valorada por los numerosos senderistas que lo visitan a diario.
Recuperación o desaparición
Albergue de caracoles, esta construcción no debería perderse. Aunque resiste, su estado es lamentable y necesita una rehabilitación urgente para que no pase del olvido a la desaparición.
Nuestro patrimonio necesita a uno de sus primeros faros, aunque sea solo para, desde allí, recitar los versos de Gabriel Miró escritos en su obra 'El caracol del faro': «Vi entonces la isla de la estrella roja. Estaba más lejos de lo que imaginé. Era un peñón rubio, gozoso, tallado en el azul, rodeado de espumas de una alegría, de una luminosidad, verdaderamente clásicas. No había más vivienda que el faro, todo metálico y gris como una cofa, en medio de dos cúpulas de cal: el aljibe y el horno.
- ¿Y ahí suceden naufragios?».
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