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JOSÉ SÁNCHEZ CONESA
Miércoles, 13 de enero 2016, 00:59
Leemos en 'El cuento Folclórico en Cartagena' y 'En Noches de Candangas' de Anselmo Sánchez Ferra algunos relatos narrados por nuestros mayores en la comarca. Siempre me han llamado la atención los cuentos etiológicos sobre la Virgen y los relatos de cuando Dios andaba por el mundo, casi siempre en compañía de San Pedro. Llamamos cuentos etiológicos a aquellos relatos en los que un grupo humano trata de explicarse el origen del mundo o de fenómenos naturales o culturales cotidianos.
Veremos algunos de ellos que aún se cuentan en el Campo de Cartagena, incluso se cantan formando parte de las coplas del aguilando navideño: «La Virgen va caminado/ por una montaña oscura / y al vuelo de la perdiz/ se le ha espantao la mula». Le contaban a Anselmo en Tallante y Santa Ana que la Virgen caminaba por unas sierras a lomos de una mula junto a su esposo y el Niño, sin duda en el episodio de la huida a Egipto, y en el camino, de repente voló una perdiz. La mula se asustó y por poco derriba a María, San José exclamó: «¡Bendito el ave!» Y la Virgen contestó: «¡La pluma, no la carne!». Esta narración legendaria sirve para explicar por qué no se come la carne de este animal.
En El Albujón cuentan que El Señor y la Virgen iban por el mundo y saltó un gorrión, espantando a la mula y cayendo al suelo los dos. El Señor dijo: «¡Trabao te veas!» Por eso el gorrión no anda a pasos, va dando a saltos siempre. En Cartagena y en Los Puertos de Santa Bárbara relataron que la Virgen con el Niño iban a lomos de la mula, huyendo de los judíos que los perseguían y al pasar junto a la retama le solicitó María: «¡Oh retama, cúbreme!» Y entonces la retama, en vez de obedecer para ocultarlos de los perseguidores, elevó sus ramas. María sentenció: «¡Así te veas más amarga que yo!» Más adelante pasó junto a una palmera, solicitándole: «¡Oh palmera, cúbreme!» Entonces la palmera la escondió de los sicarios de Herodes. Por eso la retama es amarga y los dátiles llevan en su hueso la 'o' de la expresión proferida por la Virgen: «¡Oh!»
Evangelios apócrifos
Una leyenda italiana nos habla de la salvia como planta ocultadora de la Virgen y el Niño en dicho trance, al contrario de la rosa, el clavel y la violeta, que se niegan a ello. Los Evangelios apócrifos son aquellos no reconocidos por la Iglesia cuando se estableció definitivamente en el siglo IV el canon de los Cuatro Evangelios: Marcos, Mateo, Lucas y Juan.
En uno de los apócrifos de la Natividad acontece que la Virgen desea sombra de una palmera y alimento de sus dátiles. El Niño ordena que se agache para que su madre coja el alimento apetecido, concediéndole en agradecimiento el privilegio de que un ángel transporte una de las palmas hacia el Paraíso de su Padre, donde será plantada. Además le otorgó la bendición especial de que todos aquellos que vencieran en un certamen pueda decírseles: «Habéis llegado hasta la palma de la victoria». Porque la palmera del Paraíso está reservada para todos los santos.
De hecho ya los antiguos romanos galardonaban con una palma a los ganadores de carreras en el circo. Símbolo de la victoria, fue adoptada por los cristianos para expresar el triunfo de los mártires sobre el Mal.
Según informantes de Perín la Virgen maldice a la serpiente en la misma escena persecutoria, cuando se cruza en el camino de la Sagrada Familia, espantando a la mula. La Virgen le dijo: «¡Arrastrá te veas!». Por eso es maldición de la Virgen que la serpiente no tenga patas. Un cuento hallado en La Puebla, pero conocido en otros lugares, explicaría la esterilidad de la mula: «Cuando estaba en el portal de Belén, la Virgen le desía a la vaca, a todos los animales que había allí, que lecharan el vaho al Crío, al Niño Jesús, pa que le dieran calor y la mula no quiso. Y entonces le dijo: ¡Pues tú serás maldita, tú no vas a criar nunca!»
El buey y la mula
Los Evangelios no nos informan de la presencia del buey y la mula Esta tradición procede de los Evangelios llamados apócrifos, textos que recogen tradiciones orales sobre los hechos evangélicos, acompañadas de un gran derroche de fantasía de sus autores.
Algunos fueron escritos por determinadas sectas de los primeros siglos del cristianismo para apoyar sus postulados teológicos. En uno de ellos se presenta a un Niño Jesús terrible en la venganza y en el abuso de sus dones sobrenaturales, en otro se dan a conocer los nombres de los Tres Magos de Oriente. Por tanto, algunos de sus elementos sí fueron reconocidos por la institución eclesial, dejando huella en la liturgia mozárabe e inspirando a escritores y artistas hasta nuestros días. Y siempre fijando en letra escrita determinadas tradiciones que circulaban de boca a oreja.
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