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Las Colonias Escolares

Las Colonias Escolares

LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN. HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA

Sábado, 5 de septiembre 2015, 00:57

Ahora que está a punto de comenzar un nuevo curso escolar, recordamos las llamadas Colonias Escolares, actividad que tuvo un gran desarrollo e importancia durante el primer tercio del siglo XX y que en nuestra ciudad supuso la posibilidad de unas vacaciones para muchos niños sin medios económicas que encontraron en diversas instituciones benéficas, como la Cruz Roja, la Casa del Niño, los Exploradores o la Sociedad Económica de Amigos del País, unos días de convivencia en las playas de nuestro litoral y en Sierra Espuña.

Las colonias escolares de vacaciones surgieron, al igual que la Cruz Roja, en Suiza con el objetivo de proporcionar a niños sin recursos, durante unos días, aire puro y alimento sólido en compañía de maestros que atendían también a su educación.

Los resultados de estas colonias fueron tan satisfactorios que la experiencia se extendió con rapidez y profusión a casi todos los países y ciudades europeas.

El movimiento de las colonias escolares de vacaciones se promovía, desde una perspectiva pedagógica, como reacción al exceso de intelectualismo colegial, hábitos sedentarios de la escuela, enorme permanencia de los niños en las clases y a las condiciones inapropiadas del mobiliario y de los locales utilizados como centros, así como a las carencias alimentarias de muchos de estos niños que provocaban funestas consecuencias en su salud.

En 1907, el diario cartagenero 'Correo de la Tarde' publicaba un extenso articulo, bajo la firma de Antonio Puig Campillo, en el cual se describía la génesis y el funcionamiento de estas colonias en Cartagena:

«Su objeto era fortalecer la naturaleza de los que necesitan aire puro, habitación sana, alimentos reparadores, movimientos, juegos y alegrías.

Para quiénes son las colonias: para niños pobres, para esos que luchan a la desesperada sin medios con que comprar el hierro de la sangre y construir habitaciones espaciosas y ventiladas, donde no puedan esconderse esos terribles enemigos de la humanidad, como la tuberculosis, que solo asaltan a los organismos débiles, para esos que se mueren de anemia...

Los resultados y beneficios que reportan estas colonias se obtienen en muy pocas semanas, un ambiente natural, alimentación reparadora y un régimen de actividad sin fatiga en poco tiempo dan resultados positivos como así lo atestiguan los distintos resultados de los controles médicos realizados antes y después de su estancia en las colonias. Tomando como punto de comparación el peso, la talla y el perímetro torácico, y examinando las memorias de las colonias, se observa que ha habido un aumento de peso de 2 a 5 kilogramos por colono, que la talla ha aumentado de 7 a 12 milímetros, y el perímetro torácico de 1,5 a 2,7 centímetros. Parece increíble lo que se gana en desarrollo y fuerza muscular, lo que se alegra el semblante y lo que se enriquece la vascularización de la piel...

A todo esto debe unirse los resultados intelectuales y morales; el circulo de ideas del niño se ensancha a causa de las nuevas cosas que ve u oye, de la variedad de personas con quienes trata, con la contemplación de la naturaleza y del mar ...

Y en suma: el mejor estado de la salud física influye en el carácter y en las costumbres del niño, haciédole más alegre, expansivo y bondadoso, proporcionándole al tiempo mismo un estable equilibrio intelectual y moral».

Iniciativa de Martínez Muñoz

La primera colonia en Cartagena se creó en 1905 por iniciativa de Enrique Martínez Muñoz, el gran pedagogo que junto a Félix Martí Alpera revolucionaron el sistema educativo de la ciudad con sus Escuelas Graduadas, un nuevo modelo de organización escolar que posteriormente fue exportado al resto del país.

Para su desarrollo, desde los medios de comunicación de la época, se lanzó la petición para que organismos y personas se ofrecieran para costear dichas colonias, la realidad es que la ciudad entera acudió al ofrecimiento y fueron muchas familias e instituciones las que se comprometieron a financiar dicho proyecto, creándose distintas comisiones y patronatos que no son más que el resultado de la buena acogida que Cartagena dio a esta idea.

Las Colonias Escolares estuvieron funcionado interrumpidamente hasta finalizada la guerra civil, en un primer momento apoyadas por ciertos estratos de la burguesía conservadora que, con una vocación caritativa y benefactora, intentaban paliar algunas de las perniciosas consecuencias provocadas por la industrialización, la urbanización y el pauperismo de amplios sectores de las clases populares urbanas como un medio para alcanzar la paz social.

Con el paso del tiempo y los cambios sociales operados en los años treinta en España, el relevo en el sostén de estas colonias paso a manos del Estado, quien asumió la protección directa de las colonias escolares de vacaciones en España, mediante el crecimiento paulatino de los recursos públicos destinados a las mismas, el cual alcanzaría su máximo apogeo durante la Segunda República.

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