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'Furia española' en caravana. A falta de cifra oficial, centenares de vehículos, o quizás algún que otro millar, según cómo se hagan las siempre complicadas estimaciones, atascaron en el mediodía de este sábado las rondas de acceso y la Gran Vía de Murcia envueltos en banderas rojigualdas. Enseñas que muchos manifestantes portaron en sus coches por duplicado y triplicado, acompañadas en ocasiones de la imagen del toro, crespones negros y pancartas con un mensaje nítido y conciso: 'Pedro Sánchez Dimisión'.
Motocicletas y bicis, utilitarios de diversa gama, vehículos comerciales, todoterrenos, descapotables y algún que otro deportivo de lujo comenzaron su marcha desde la plaza Circular, convocados por el partido Vox. La formación ultraconservadora había promovido esta protesta motorizada en las principales ciudades del país para censurar la gestión realizada por el Gobierno central durante la crisis del coronavirus.
A la cabeza, una bandera con la cruz de Borgoña, símbolo carlista y tradicionalista, y el vehículo en el que viajaban los principales representantes del partido en la Comunidad, el presidente de la gestora, José Ángel Antelo, y el diputado nacional Luis Gestoso. Cabezas aún más visibles de formación, si cabe, después del expediente abierto esta semana a tres de sus cuatro parlamentarios autonómicos, que tampoco faltaron a la cita.
«Nos coartan las libertades, nos tienen secuestrados en casa, y no tienen ningún plan para salir de esta crisis sanitaria y económica», aseveraba Antelo, que calificó de «rotundo éxito» la movilización. El exjugador de baloncesto reclamó así la conformación de un Ejecutivo de concentración, ante la «emergencia nacional» existente. En la misma línea se manifestó Gestoso, que exigió «el pago íntegro de sus salarios a los españoles que ha estado confinados», algo que, a su juicio, no está en contra de las reducciones de impuestos que propugna Vox, porque «se está destinando demasiado dinero a la agenda ideológica de Sánchez».
La protesta contó con algunos centenares de animadores en las aceras que, con un respeto desigual de la distancia de seguridad, aplaudieron a la caravana su paso. «Una, grande y libre» pudo escucharse en varias ocasiones en boca de los participantes, entre el insistente sonido de los cláxones, el himno nacional y el 'Que viva España' de Manolo Escobar. Tampoco faltaron varios equipos de megafonía dispuestos por la organización a través de los que se pedía la marcha del «Gobierno social-comunista».
José Antonio defendía desde su coche que sentirse español implica estar en contra del Ejecutivo actual, «porque va contra la unidad de la nación y ha tomado directrices políticas». «Para mí la bandera del águila tiene más fuerza que esta», proclamaba Antonio, ante la abrumadora presencia de la rojigualda. Mientras, Isidoro, que había salido de compras con su mujer, consideraba que el empleo de la enseña en estas protestas no supone una apropiación. «El partido que quiera, que la use», aseveraba, para acabar apuntando que, aunque él no avala la gestión actual, no es «tan radical», como los convocantes.
La movilización no contó apenas con incidentes, más allá de los gritos de «fascistas» de una persona mayor y de la petición que hizo la Policía Nacional a dos chicas con estética 'punk' para que se marcharan. No venían ellas de la protesta convocada a la misma hora por el Partido Comunista de los Pueblos de España, que obligó a desviar la caravana de Vox hacia Plano de San Francisco para evitar tensiones.
La otra concentración, mucho más minoritaria -también en su diseño- reunió apenas a una decena de personas frente a la Delegación del Gobierno para exigir un plan urgente social en apoyo de los colectivos más vulnerables. «Para vivir con dignidad, regularización ya», «contra la explotación, legalización» y «'stop' esclavitud laboral» eran algunos mensajes de sus pancartas, que se mostraron unidas a una iconografía muy distante de la de la movilización vecina: hoces y martillos y banderas republicanas. Prácticamente no se cruzaron manifestantes de distinto signo.
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