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La muestra se inauguró este miércoles en La Compañía. Juan F. Robles
La Compañía de Caravaca acoge una exposición del escultor Pepe Marcos

La Compañía de Caravaca acoge una exposición del escultor Pepe Marcos

Es una muestra antológica del que fuera profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Caravaca en los años ochenta

Juan F. Robles

CARAVACA DE LA CRUZ

Jueves, 12 de octubre 2023, 10:06

La antigua iglesia de La Compañía abrió sus puertas, en la noche de este miércoles, a una exposición antológica del escultor murciano José González Marcos (1940-2014). Con el título de «Reencuentro», esta muestra es un homenaje póstumo a la obra de Pepe Marcos que fue profesor de modelado de la desaparecida y añorada Escuela de Artes y Oficios de Caravaca de la Cruz en la década de los ochenta del siglo pasado. La actividad está organizada con motivo de la edición del número 1000 del semanario «El Noroeste» y cuenta con la colaboración de la Fundación CajaMurcia, el Ayuntamiento de Caravaca, el ICA y la Academia de Bellas Artes de Murcia.

La exposición permanecerá abierta hasta el 23 de noviembre y recoge una extensa muestra organizada de forma cronológica de la obra de Pepe Marcos. Unas 70 piezas en las que se puede contemplar la maestría del autor. En palabras de su viuda, Lola Arcas, comisaria de la exposición, «la exposición es realmente un reencuentro con la ciudad que lo acogió como maestro, que le inspiró y le acompañó intelectual y personalmente durante unos años claves en su vida».

Algunos de sus discípulos, como Pascual Adolfo López Salueña, Nicolás de Maya, Arturo López Abellán, Juan Ros y la propia Lola Arcas, exponen también algunas de sus obras en el presbiterio del antiguo templo de los jesuitas para sumarse al reencuentro del maestro con su escuela.

Arcas comenta que «esta muestra recorre la trayectoria de Pepe Marcos y está integrada por cerca de setenta piezas de escayola, barro, bronce y piedra que giran sobre todo en torno a la figura femenina, analizada y estudiada por su creador en diferentes formas y actitudes». «Fue un enamorado del oficio, - añade – por el que sentía un gran respeto; verlo trabajar era todo un espectáculo de aplomo, dominio y serenidad». «Es una pena – se lamenta – que su obra no haya tenido el reconocimiento que se merece».

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