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El Palacio Episcopal acogió este martes el acto de entrega a la Diócesis de Cartagena de una parte de los donativos recogidos durante el Año Jubilar de manos de la Cofradía de la Vera Cruz. De la cantidad total que los peregrinos depositaron en el santuario de Caravaca, que ascendió a unos 73.000 euros, el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, explicó que dicha limosna jubilar fue entregada casi en su totalidad al Vaticano a principios de este mes.
Sin embargo, el dinero recibido este martes tendrá como destino un proyecto local para la infancia que Cáritas desarrolla desde hace tres años en la ciudad santa de la Región para el «apoyo escolar, emocional y alimentario de niños de familias desfavorecidas». En este sentido, el prelado de la Diócesis de Cartagena detalló que «al Papa le llevamos 70.000 euros para la obra social que él lleva adelante, que no es poca, pero la verdad es que toda esta serie de cosas son como un ladrillo que hace pared y que ayuda también a la labor de atender las necesidades de la gente del mundo que anda con dificultades y que el Santo Padre lleva directamente».
A lo que Lorca Planes añadió que «lo que sobró del óbolo que no se mandó a Roma (3.000 euros aproximadamente) se ha completado hasta llegar a los 20.000 euros con una parte que ha puesto la Cofradía de la Vera Cruz y otra, la Diócesis de Cartagena». Por su parte, el hermano mayor de la Cofradía de la Vera Cruz, Luis Melgarejo, destacó que «se ha cumplido el compromiso planteado al inicio del Año Jubilar, cuando se estableció que las aportaciones recibidas de los peregrinos se destinarían al conocido como óbolo de San Pedro en Roma para obras sociales y a Cáritas Caravaca».
La aportación económica garantizará la continuidad de un proyecto que atiende a unos treinta menores de 4 a 11 años «ayudándoles con el refuerzo escolar y otras actividades», según resaltó Ana Belén Madrid, técnico de Cáritas Caravaca. Asimismo, el obispo destacó que «la caridad, sea tuya, de gente que no quiere que aparezca su nombre o de quien le mueve el corazón, es lo que hace el milagro. Y el milagro es que estos niños puedan tener oportunidades de una vida mejor, con más posibilidades de supervivencia y de desarrollar los talentos y dones que Dios les ha regalado. Así que podemos decir que gracias a todos por este regalo extraordinario, tanto a los peregrinos que fueron a Caravaca como a la Cofradía y a los que han querido colaborar en esta dimensión a través del Obispado».
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