Abanilla peregrina con su Lignun Crucis a la Basílica de la Vera Cruz de Caravaca

Abanilla y Caravaca de la Cruz estrecharon aún más los lazos que unen estos dos municipios que comparten la veneración a la Cruz que ambos tienen como Patronas. Desde esta localidad de la comarca oriental de la Región de Murcia se desplazaron ayer hasta la capital del Noroeste cientos de abanilleros que coincidieron en la parroquia de El Salvador con varios cientos de peregrinos para participar en la Estación Jubilar.

La Santísima Cruz de Abanilla, portada en hombros, precedida por unos de los pajes, Lucas de la Cruz Tovar, y los capitanes, salió del templo mientras se interpretaba el himno nacional y se realizaba el primer disparo de arcabucería. En la comitiva participaron los alcaldes de Abanilla y Caravaca, José Antonio Blasco y José Francisco García; la consejera de Cultura y Turismo, Carmen María Conesa; la hermana mayor de Abanilla, Lola María Ramírez; y el hermano mayor de la Vera Cruz, Luis Melgarejo.

Acompañados por los sonidos de la banda de música se dirigieron hacia la explanada de la basílica donde se había preparado todo lo necesario para la celebración de la Misa del Peregrino. La lluvia caída y la alerta amarilla por precipitaciones obligaron a celebrar la eucaristía en el interior. Antes de entrar al templo, en la puerta de San Lázaro, se realizaron tres disparos de arcabucería y se realizó el rodaje de la bandera en honor a la Santísima Cruz de Abanilla.

Con los fieles abarrotando literalmente el templo, se inició la eucaristía presidida por monseñor Lorca Planes, obispo de la diócesis de Cartagena, y concelebrada por varios sacerdotes, entre ellos el vicario episcopal de la zona Caravaca – Mula, David Martínez; el rector de la basílica, Emilio Andrés, y el párroco de Abanilla, Juan Domingo Páez. El coro de Jóvenes del Mundo, de la parroquia de San Francisco de Asís de Caravaca, cantó durante la celebración en la que también participaban cientos de feligreses de esta iglesia.

Para finalizar la eucaristía, se rezó por las intenciones del Papa y se bendijo a toda la asamblea con la Vera Cruz de Caravaca, que posteriormente se ofreció para su adoración a todos los peregrinos.

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