En el campo de batalla
LA GUERRA DE LOS COVID (IV) ·
Secciones
Servicios
Destacamos
LA GUERRA DE LOS COVID (IV) ·
Llego al episodio IV con la extraña sensación del acostumbramiento al cambio de vida, y con la ansiedad acumulada de esta guerra interminable. Aunque no ... me considero esencial, cada mañana empiezo con la rutina de ir al hospital, pero enseguida descubro que el hospital ya no es el mismo. En este episodio IV hablaré de mis compañeros, los sanitarios.
Digo y decimos sanitarios, no médicos, porque en esta guerra todos los que nos dedicamos a restaurar la salud hemos sido una única persona, una misma razón de ser, un mismo enemigo, y un mismo miedo. Seas médico, residente, enfermero, auxiliar, celador, administrativo, técnico, gestor, cocinero, limpiador... da igual, todos hemos sido el mismo 'sanitario'. Durante estos días, todos atendemos al mismo paciente, a toda nuestra sociedad sin distinciones. Una sensación realmente única y de lo poco reconfortante en esta batalla. Como si de un jugador de la selección se tratara, hoy más que nunca trabajamos por y para todos, aunque nos cueste la vida.
Pero esta sensación de unidad, de entrega a una causa común, se ve enturbiada por el miedo a caer en la batalla. Un miedo que no lo es a luchar por nuestro deber, sino a hacerlo sin los medios adecuados. La falta de protecciones ha sido generalizada y ha llevado al temor, algo natural y que solo se puede entender si estás en la batalla y no en el despacho. No todas las batallas han sido iguales, algunas están siendo muy duras: urgencias incontrolables, hospitales con un millar de camas ocupadas por Covid-19 y sin respiradores suficientes para pacientes graves, y viendo cómo tus compañeros van siendo infectados; por ejemplo, Madrid. Por otro lado, no todos estamos en la misma zona de batalla, y hay que reconocer la lucha en Urgencias, Cuidados Intensivos, Medicina Interna y Familia, Anestesia, Infecciosas y Microbiología; porque ellos están en primera línea. Estas son las peores batallas.
Es indiscutible que el número de sanitarios infectados en España es muy elevado, el mayor de todos los países, y las explicaciones son varias y todas obvias: el enorme número de personas enfermas atendidas, protecciones insuficientes en muchos momentos y particularmente ante pacientes enfermos pero no diagnosticados, y el mayor uso de test entre sanitarios. El real decreto que recientemente planteaba la incorporación de sanitarios tras siete días sin síntomas, en ausencia de un test, y que ha encontrado la oposición de todas las sociedades médicas, es otro error que solo contribuirá a la expansión de la infección entre profesionales. Algo que solo se explica por un desesperado intento de evitar la pérdida de personal sanitario, en la misma línea que la prórroga automática de residentes en formación que terminaban en mayo.
Lo cierto y verdad es que los sanitarios de hoy somos los mismos que hace unos meses, y los mismos que llevamos años alertando sobre los recortes en Sanidad, y no hablo solo de equipamiento sino también y sobre todo en personal. En estos días me molesta especialmente escuchar, de quienes están en despachos, que tenemos la mejor sanidad del mundo, porque es una frase ya desgastada, autocomplaciente e imprecisa. Tenemos a los mejores sanitarios del mundo y tenemos el mejor sistema de salud del mundo, pero infradotado en recursos y en riesgo. Dicho en otras palabras, los mejores sanitarios y la sanidad más universal, pero con un déficit de medios y de profesionales. ¿Queremos seguir teniendo la mejor Sanidad? Si es así, aportemos recursos. Los aplausos o los incentivos económicos durante estos días no son recursos; recursos son más profesionales y las infraestructuras necesarias para que de verdad sea la mejor sanidad. Aunque a algunos les duela reconocerlo, quiero recordar que ya son varias las veces que la empresa privada ha tenido que acudir al auxilio de la sanidad pública. La última, en esta guerra.
Por cierto, ya que hablo de sanidad pública, por favor, la sanidad y los sanitarios somos uno, y no existe una sanidad buena y otra mala, lo que existe es una sanidad, y toda junta es buena o es mala. En la medida en que consigamos que todos los ciudadanos de este país, sin distinción social ni económica, tengan acceso a las mismas oportunidades de diagnóstico y tratamiento, en esa medida tendremos una sanidad buena, la mejor del mundo.
Finalizo con los aplausos, merecidos aplausos para todos los que están luchando en esta batalla. Eso sí, como en todas las guerras, la reconstrucción en la postguerra será una nueva oportunidad para corregir errores y hacernos mejores, pero esto será otro episodio.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.