La bajada de la pesca, las medusas y los robos de langostinos amenazan el futuro de los pescadores del Mar Menor

El mayor problema es la caída de las capturas. Según la consejera, en los primeros 5 meses del año se han capturado en el Mar Menor 4.300 kilos menos de doradas que en el mismo periodo de 2023, lo que suponen 30.000 euros menos de ingresos. El pasado año llegaron a la subasta 37 toneladas de dorada, un considerable bajón con respecto a las 220 toneladas de hace 5 años y, como recordó el patrón mayor, José Blaya, «esta Cofradía vive al 80% de la dorada». La anguila y el langostino tienen vedas muy restrictivas y apenas aportan un respiro a la precaria economía de los pescadores. «La Cofradía vive de los que pasa por la cinta, y si no pasa pescado por la cinta no podremos ni pagar la luz», explica el vicepatrón Fidel Alcaráz. Con una deuda superior a los 300.000 euros, acarreada de la crisis de la pesca y engordada cada mes con los préstamos bancarios, la entidad arrastra retrasos en los pagos a los pescadores por la venta de sus capturas, de modo que estos se llevan la mercancía a vender a las lonjas de Santa Pola, donde cobran antes y los precios son más altos por la mayor demanda de compradores.

El pasado año, se descargó en Lo Pagán con destino a otras subastas pescado por valor de 800.000 euros, un mordisco considerable a los ingresos de la Cofradía, que dejó de percibir un margen de 5.000 euros. El patrón mayor confía en que el reciente préstamos les permitirá reactivar el ritmo de los pagos y recuperar a los pescadores que venden fuera.

El gran problema sigue sin embargo latente y sin visos de solución. «Los peces no crecen», afirma con gesto serio el patrón mayor. La razón, según el jefe del Servicio de Pesca, Emilio María Dolores, es que «toda la cadena trófica del Mar Menor está en baja intensidad». «Como no hay zooplancton, la larva no se alimenta y no hay alevín», explica. Los bajones de oxígeno en la laguna tampoco ayudan. El más reciente fue el que arrastró desde la orilla de La Ribera hasta Lo Pagán una masa de caudal en anoxia de un verde mortecino.

Y siguen las malas noticias. «No vamos a vivir otra época de doradas como la anterior», advierte María Dolores. Las cercanas granjas de acuicultura, que funcionan a pocos kilómetros mar adentro de San Pedro del Pinatar, surtían involuntariamente de huevos, alevines e incluso piezas adultas de doradas al Mar Menor, donde encontraban una nueva vida salvaje. «Ya no cultivan dorada. Se dedican solo a la lubina y el atún, que no tienen una tasa tan alta de fecundidad», indica. Según el responsable regional de Pesca, «el Mar Menor se tendrá que centrar en otras especies y llevar a cabo una reconversión del sector».

Atenazados por los problemas cotidianos de la escasez de ingresos, los pescadores se quejaron además de la creciente plaga de medusas que les impide faenar. «Anoche tuvimos que salir huyendo de Los Urrutias y al llegar a la costa de La Manga la vimos llena», cuenta Fidel Alcaráz mostrando los brazos enrojecidos de las descargas de las Rhizostoma pulmo o 'aguasmalas' para los pescadores. «Nos matan los langostinos y los dejan blancos», se queja. No son los únicos intrusos de las langostineras. Los pescadores denuncian el robo del marisco y de las redes por las noches a lo largo de la orilla de La Manga. Piden más vigilancia desde la costa y dentro del Mar Menor para atajar la pesca furtiva. Se quejan además de la restricción de las zonas de fondeo para faenar, que les ha ocasionado ya una oleada de sanciones. Solo falta el cangrejo azul actuando bajo el mar.