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Insultos constantes, vejaciones, humillaciones y, en los casos más extremos, violencia física. Es el día a día al que se enfrentan algunos niños y adolescentes en las aulas de la Región. En el curso 2016-2017 -el último con datos disponibles- se registraron 17 casos contrastados de acoso escolar, el mismo número que en el curso anterior. Casi todas las víctimas son alumnos de Primaria y Secundaria, según los informes del Observatorio para la Convivencia Escolar en la Región.
Las estadísticas recogen un incremento muy notable de casos de acoso. De apenas 4 o 5 al año a 17 a partir de 2015. Las cifras no son, sin embargo, reflejo de un empeoramiento del clima en las aulas, sino de una mayor concienciación. Así lo cree la Asociación Murciana contra el Acoso Escolar (Amurcae), que destaca la puesta en marcha de un decreto para regular la convivencia en los centros y de un protocolo para el abordaje de los casos en los que existe sospecha de acoso.
La presidenta de Amurcae, Celia Martínez, se reunió ayer con la consejera de Educación, Esperanza Moreno, para abordar las estrategias a seguir contra una lacra que, pese a todos los pasos que se han dado, sigue generando sufrimiento en colegios e institutos.
El problema «no afecta solo a un determinado género, o a unas edades concretas. Nos encontramos con casos muy dispares y no podemos generalizar», advierte Nuria Carbonell, psicóloga de Amurcae. El mayor número de situaciones de acoso se registra en 5º y 6º de Primaria, y en 1º y 2º de la ESO. Las agresiones físicas suelen estar protagonizadas por chicos, mientras que las chicas que acosan recurren habitualmente al insulto y a las vejaciones. Las víctimas «son tanto chicos como chicas, no hay diferencias por sexo», subraya Carbonell.
El racismo y la LGTBifobia continúan estando detrás de muchas situaciones de 'bullying'. Sin embargo, «la diversidad está cada vez más asumida» y alumnos de distinta raza, orientación sexual y religión conviven en general en un clima de tolerancia, destaca la psicóloga de Amurcae, Nuria Carbonell. «En muchas ocasiones, lo que se esconde tras el acoso es más bien la incapacidad de gestionar las frustraciones», apunta Eva Molina, madre y voluntaria de la asociación. «Estamos en una sociedad de niños que no toleran la frustración, y eso se traslada al aula».
Como psicóloga, Nuria Carbonell trabaja tanto con las víctimas de acoso como con los agresores, porque tan importante es evitar las secuelas del 'bullying' como prevenir nuevos casos. «A veces, no son conscientes de que lo que están haciendo no está bien. Hace poco hubo un caso en La Alberca. Los padres del chico se estaban divorciando, y él estaba trasladando la situación de su casa al aula. No se trata de decirle: 'eres malo', sino de trabajar con él para que se dé cuenta de lo que está haciendo», subraya Carbonell.
También es fundamental la actitud del resto de la clase. «Si no hay observadores que le rían las gracias, es difícil que el acosador continúe. Sin nadie detrás que le haga de coro, se aburre», resume Eva Molina. La Asociación Murciana contra el Acoso Escolar trabaja todos estos aspectos y desarrolla un programa de inteligencia emocional de la mano de Carbonell en aquellos centros que requieren de sus servicios. Amurcae lleva a cabo esta labor siempre en coordinación con el profesorado, los padres y los equipos de orientación y de atención a la diversidad.
Durante años, las situaciones de acoso fueron minimizadas. «Se decía que eran cosas de niños, no había protocolos ni cauces para abordar el problema», reflexiona Celia Martínez, presidenta de Amurcae. De hecho, la asociación nació hace tres años precisamente por esa razón, fruto del impulso de un grupo de madres que se encontraban perdidas, sin saber a quién recurrir. Pero, en este tiempo, el panorama ha cambiado, destaca Martínez. En 2016 se aprobó un decreto que introdujo, entre otras medidas, los planes de convivencia escolar en cada centro, con la creación de comisiones formadas por profesores, alumnos y padres. En 2017, empezó a ponerse en práctica un protocolo de actuación ante casos de posible 'bullying'. Desde entonces, el número de expedientes se ha incrementado notablemente, pero solo una pequeña parte de los casos que se investigan terminan catalogados como acoso escolar. En el curso 2016-2017 se abrieron 512 expedientes, pero solo se confirmaron 17 casos.
«No todo es acoso. No debemos frivolizar con este tema, pero tampoco generar alarmas innecesarias. Lo importante es prevenir, porque nos encontramos con muchas situaciones que no llegan a ser acoso pero pueden terminar siéndolo si no se abordan a tiempo», advierte Nuria Carbonell.
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