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Si se hacen desaparecer de golpe, con un chasquido de dedos, todos los cultivos de regadío ilegal del Campo de Cartagena, la contaminación por nutrientes ... que aporta la actividad agraria en el Mar Menor caería hasta un 17,6% en el caso de los nitratos y un 19% en el de los fosfatos. De igual forma, la aplicación de todas las medidas legisladas para proteger la laguna costera y el acuífero podrían rebajar la aportación de nutrientes casi un 70%. Así lo estima un reciente estudio científico impulsado por la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) en colaboración con la universidad estadounidense de Texas A&M y la danesa de Aarhus, publicado en la revista 'Science of the Total Environment'.
«Es una conclusión importante porque esto hasta ahora no lo sabíamos, nadie lo había estimado antes», asegura el profesor de la UCAM Javier Senent Aparicio, coordinador principal del estudio, que ha trabajado junto al investigador Adrián López-Ballesteros, de la misma universidad, en la elaboración del informe.
Para dar con esa cifra, los autores utilizaron un complejo modelo matemático -Swat- para el estudio de cauces, ríos y cuencas hidrográficas con el que pudieron evaluar el comportamiento de los suelos y aguas del Campo de Cartagena ante la aplicación hipotética de distintas medidas previstas en la legislación nacional y autonómica de protección del Mar Menor.
Los autores se basaron en las 9.000 las hectáreas de regadío ilegal en la cuenca detectadas por la CHS, tras establecer la diferencia entre las 47.700 hectáreas declaradas oficialmente por los agricultores de la zona y la superficie realmente irrigada. Como no sabían la ubicación exacta, dispersaron esa superficie por toda la cuenca «de forma aleatoria». Cuando la sustituyeron en el modelo obtuvieron uno de los resultados más soprendentes del estudio. «Vimos que si cogíamos esa superficie de cultivo y la cambiábamos por algo que no produjera contaminación, obtenemos una bajada muy significativa tanto en nitratos como en fosfatos que roza el 20%», explica Senent Aparicio.
Como se sabe, la CHS ha eliminado en los últimos años la mayor parte del regadío ilegal del Campo de Cartagena, con cortes del suministro de agua. Muchos de esos terrenos deben ser restituidos a su situación anterior.
Los investigadores examinaron ocho medidas concretas de forma aislada para identificar su impacto. Estas se elevan a 13 si se tienen en cuenta distintas variantes de aplicación definidas para cada una. Además, realizaron una simulación del efecto que tenían tres combinaciones entre ellas, por lo que, en total, obtuvieron 16 escenarios posibles.
La selección de estas ocho medidas se ha basado en la legislación reciente desarrollada para contrarrestar la degradación del Mar Menor. Entre estas medidas se encuentran el establecimiento de barreras vegetales en torno a las parcelas cultivadas; la limitación del uso agrario en la zona más próxima a la laguna, tanto en el perímetro de 1.500 metros como en la denominada Zona 1; la orientación de los cultivos en perpendicular a la pendiente del terreno; y la eliminación de la agricultura ilegal. Además, se analizan en el informe los efectos de la reducción en la rotación de cultivos; de la restauración de la vegetación en ramblas; la reducción en un 20% del uso de fertilizantes, tal como recomiendan el Código de Buenas Prácticas Agrícolas de Murcia y la Comisión Europea y, por último, la captación del agua de lluvia en los invernaderos.
Entre las conclusiones del estudio destaca la alta efectividad que, como medidas aplicadas de forma aislada, muestran tanto las barreras vegetales como la correcta orientación de los cultivos para dificultar y frenar los arrastres en caso de lluvias torrenciales. En ambos casos, los investigadores determinan que se pueden lograr reducciones del 30 % de los nitratos y hasta el 40 % de los fosfatos. Si bien, Senent Aparicio advierte de que el cálculo respecto a la orientación de los cultivos se realizó estimando que todos estaban mal y cambiándolos por otros con la dirección más favorable para el ecosistema.
En el caso de las barreras vegetales, los cálculos de su eficiencia se realizaron para dos variantes: una contemplaba un espesor de 2 metros y la otra, uno de 3. «Ahí hemos visto que la diferencia es poco significativa y que realmente no es necesario hacerlas de 3 metros porque el beneficio que logras es muy leve». En total, 3,3 puntos más de reducción de nitratos, y 4,4 en fosfatos.
Estas son el tipo de conclusiones que los autores esperan que tengan mayor utilidad. «Hemos elaborado este estudio para que sirva de herramienta de ayuda a la decisión, para que los políticos, en base a la eficacia que tiene cada medida, puedan decidir qué se hace primero y qué se hace después», señala Senent Aparicio.
La tercera medida más efectiva según el modelo matemático empleado en el estudio es la eliminación de la agricultura ilegal, seguida de la reducción en la rotación de los cultivos, donde se pasa de tres cosechas anuales a dos, como establece la ley 3/2020 de recuperación y protección del Mar Menor, con un importante efecto sobre los fosfatos (-25,3%) y los nitratos (-14,3%).
Barreras vegetales. Los cultivos en el Campo de Cartagena, aproximadamente el 75% del suelo de la cuenca, están obligados a implementar un barreras vegetales con un espesor de 2 a 3 metros para el regadío, y de uno a dos para el secano.
Orientación de cultivos. Roturar la tierra en perpendicular a la pendiente aumenta la infiltración del suelo y disminuye la escorrentía superficial, lo que reduce la erosión del suelo y los arrastres de nutrientes. La medida solo se calculó para cultivos no leñosos.
Acabar con la agricultura ilegal. El estudio señala que hay 47.400 hectáreas de regadío declaradas y 9.000 más ilegales. Se ha calculado el efecto de sustituirlas por actividades no contaminantes.
Rotación de cultivos. La simulación redujo la rotación de tres cultivos anuales de brócoli, melón y lechuga, a dos, eliminando el melón y sustituyéndolo por una cubierta vegetal.
Limitar la actividad agraria en la zona más cercana a la laguna. Es la franja alrededor de la orilla de la laguna donde se modifican los usos de suelo de acuerdo a las restricciones impuestas por ley.
Menos fertilizantes. El modelo reprodujo una reducción en su uso del 20%, tal como recomiendan el Código de Buenas Prácticas Agrícolas de Murcia y la Comisión Europea.
Vegetación en ramblas. Consiste en recuperar la vegetación autóctona para reducir la velocidad del flujo del agua. El cálculo se efectuó para el último kilómetro junto a la laguna.
Captación de lluvia en invernaderos. La ley establece que deben contar con sistemas de almacenaje del agua y evitar escorrentías.
En cuanto a la reducción de la llegada de sedimentos, los mejores resultados se consiguieron con la restauración de la vegetación en zonas de rambla, con la retención de cerca del 20% de los mismos.
La sorpresa negativa la deja la creación de los mecanismos para la recogida de agua de lluvia en los invernaderos de la zona, que ha mostrado un impacto «residual». «A través de una imagen aérea identificamos con inteligencia artificial d ónde estaban todos los invernaderos. Y aunque cuando vas con el coche puedes tener la sensación de que hay muchísimos en el Campo Cartagena, a escala de toda la cuenca no es una superficie tan importante -explica el investigador-. De modo que si obligamos a cada agricultor que tiene un invernadero a absorber el agua de lluvia y almacenarla en lugar de dejarla correr, encontramos que el resultado es muy poco relevante comparado con el resto de medidas». En total, el estudio estima que la reducción de nutrientes solo alcanza el 0,1%, y la de los arrastres de tierra, el 0,3%.
El informe también señala que se aprecian «efectos sinérgicos claros» entre las distintas medidas, de modo que la aplicación todas al mismo tiempo puede provocar una reducción del 70% de la contaminación por nutrientes. Los científicos estiman que se daría una caída del 38 % en la entrada de sedimentos, mientras que la contaminación difusa agraria por nitrógeno se reduciría un 67% y por fósforo un 75%.
También se realizó la agrupación de las medidas que dependen de los agricultores para medir su efectividad, que incluyen las barreras verdes, la orientación y rotación de cultivos y la reducción del uso de fertilizantes. De cumplirse todas ellas, provocaría una reducción del 59,6% del nitrógeno y el 69,5% del fósforo.
Otro de los aspectos que aborda el estudio es la rentabilidad de cada actuación, es decir la relación entre su efectividad y su coste. En esto, la más rentable es la aplicación de barreras vegetales en zonas con pendientes de entre el 2 y el 8% en el entorno del Mar Menor, que obtiene grandes resultados para un coste estimado de aproximadamente 270.000 euros.
En cualquier caso, el estudio señala que el coste de aplicar todas las medidas citadas en la cuenca, que cifra en un total de 23.594.754 euros, es «despreciable» si se contrapone con los de cerca de 45 millones de euros que generaría cada año tener la laguna en buen estado.
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