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El examen de operaciones con fracciones que Martín tiene programado el próximo lunes en su instituto, el Infante de Murcia, ha disparado la tensión ... en su casa. «Se pone muy nervioso, se obsesiona con que se va a liar y de ahí no le sacas», explica su madre, que ha concertado un par de clases extra con un vecino universitario. Cuatro de cada diez alumnos de la Región tienen un problema de ansiedad matemática, analizada por los evaluadores de PISA en su último informe, en el que se les pregunta a los chicos si les preocupa tener dificultades en clase de Matemáticas, se estresan cuando tienen deberes de la materia, se sienten incapaces de resolver un problema y tienen miedo de suspender, entre otras cuestiones. Las conclusiones revelan que el nivel de angustia de los estudiantes murcianos de 15 años cuando se enfrentan al aprendizaje de la asignatura es superior a la media española, del 37%, y está a años luz del promedio europeo y de la OCDE, que quedan con un 17%.
La mayor dosis de incertidumbre a la hora de enfrentar un problema intrínseco a la asignatura con respecto a otras materias más memorísticas, la leyenda negra que arrastran las Matemáticas y el temor que las propias familias trasladan a los alumnos son algunas de las razones posibles que apuntan los expertos, coincidentes en la tesis de que sin la rebaja de las ratios resulta complicado plantear otro enfoque pedagógico de la enseñanza de Matemáticas.
La ansiedad matemática es, desvela PISA, un obstáculo para el aprendizaje: el alumnado que obtiene los mejores resultados tiene, en promedio, niveles de angustia más bajos con respecto a la asignatura. Los niveles de ansiedad no son homogéneos por género: el ansia paraliza más a las chicas (un 50% más en España y un 53% en la Región). El sesgo tiene años después su reflejo en la progresión académica y profesional de muchas alumnas, que descartan carreras técnicas, con mejor salida laboral. «Las Matemáticas son el lenguaje de todos los grados de ciencias, y también de las ingenierías; si las chicas se descartan, descartan también las carreras que tienen mejor encaje laboral», apunta Antonio González, director de la Fundación Séneca.
En todos los sistemas educativos analizados por los evaluadores de la OCDE, los estudiantes socioeconómicamente más desfavorecidos declaran una mayor ansiedad hacia las Matemáticas, pero también en este caso la brecha es más profunda en la Región. La desventaja promedio de la OCDE es del 28%, la de España, del 27% y en la Comunidad escala hasta el 39%. Lo mismo ocurre con los estudiantes migrantes, con un 19% más de ansiedad que la media.
La incidencia de las mayores tasas de angustia en el rendimiento también han sido medidas por PISA, que calcula que por cada punto de incremento en el índice de ansiedad matemática se pierden 20 puntos de rendimiento en competencia de la materia. «Las ratios tan elevadas que tenemos en las aulas de la Región impiden plantear cambios profundos en la metodología», argumenta Andrés Nieto, director del IES Alfonso X de Murcia. Lo mismo opina el decano de la Facultad de Matemáticas, Alberto del Valle, quien ve complicada la atención a la diversidad en las aulas en las actuales condiciones.
Creer que la inteligencia no es un don innato e invariable, lo que los expertos de la OCDE llaman tener 'mentalidad de crecimiento', también redunda en los mejores resultados. Los estudiantes que confían en sus posibilidades de mejora logran también mejores resultados. El 'índice de mentalidad de crecimiento' es en España de -0,09%, frente a 0,42% en Suecia. En Murcia baja hasta -0,12%.
El matemático de la UMU Luis Alías, coordinador del área de Matemáticas en la Ebau, está convencido de que el 'extra' de incertidumbre de la asignatura incide en la mayor ansiedad: «En un examen de la materia siempre hay un margen de duda; puedes haber hecho muchos ejercicios y equivocarte en un dato; con otras asignaturas hay menos inseguridad». Del Valle coincide con la percepción: «Un error en un dato se arrastra hasta el resultado y condiciona todo el ejercicio, y eso puede contribuir a un mayor nivel de ansiedad».
La «menor» cultura del esfuerzo entre las generaciones actuales también puede repercutir en la angustia con la que enfrentan las pruebas: «Las Matemáticas siempre han sido el caballo de batalla en las aulas, pero las reformas educativas que eliminan septiembre y permiten pasar de curso con suspensos no ayudan», lamenta Francisco Jara, director de la academia Nota, donde centenares de alumnos de todos los niveles asisten a clase de refuerzo, quien percibe menos capacidad de esfuerzo entre los estudiantes. Los estudiantes también se resienten, coincide con Luis Alías, de la menor comprensión lectora: «Muchas veces no entienden la pregunta porque no han leído con tranquilidad el enunciado ni las instrucciones del examen. Se han acostumbrado a no leer cuatro líneas seguidas», advierte el matemático de la UMU.
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