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Con una dilatada trayectoria profesional, Andrés Martínez Bastida ofrece una radiografía del sector agrícola a pie de campo, como se suele decir. Muestra las claves ... de una actividad que atraviesa uno de sus peores momentos debido a una conjunción de factores, pero que al mismo tiempo da muestras de adaptación. Funcionario de la Comunidad Autónoma, desde hace siete años es decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de la Región y, recientemente, asumió la dirección del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), con 200 investigadores a su cargo. Andrés Martínez echa en falta más estudiantes agrónomos; una profesión sin paro, apunta.
-La agricultura está casi a diario en el disparadero. ¿Es un sector muy cuestionado?
-En términos generales es un sector que no estaba realmente muy regulado en técnicas de producción y de control. El problema es que la regulación no se puede hacer así de golpe, sacando a final de año no sé cuántos decretos; con una normativa imperiosa que el agricultor, de la noche a la mañana, tiene que pasar de estar sin digitalizar y sin informatizar, a cumplimentar una serie de requisitos que van a condicionar mucho la producción agraria.
-Cuando habla de regulación, ¿a qué aspectos se refiere?
-Al tipo de fertilización por ejemplo. Antes ocurría que si determinadas producciones no se encontraban en una zona vulnerable, pues no tenían ninguna regulación a la hora de la producción. Todo viene originado por el famoso documento 'De la Granja a la Mesa' y el problema es que se ha empezado la casa por el tejado. Es decir, se han establecido unos indicadores de 50% de reducciones, y de un tanto por ciento de producción ecológica. La gente ha planteado por qué esos valores y esos números, y no otros.
-¿Cree que existe una política más restrictiva de la UE hacia la agricultura y la ganadería?
-Es poco a pie de campo. Yo soy ingeniero agrónomo, me lleno las botas de tierra y sé cómo piensan y qué hacen los agricultores. Estamos en un momento de incremento de costes de producción, que se tropieza además con el cumplimiento de la ley de la cadena alimentaria. Se ha creado una burbuja y una tormenta perfecta dirigida y focalizada hacia el agricultor. Si encima de todo se intenta poner el foco del huracán en el agricultor como el culpable de las malas cosas que pasan, pero no de las buenas que hace, pues entonces estamos en un momento en que el agricultor, sobre todo el pequeño, se encuentra muy debilitado. Hay otro agravante: no encuentran un relevo generacional. En esta situación, si va todo en contra del sector ¿qué van a decidir los agricultores mayores? Que se van a retirar; habrá un abandono del campo, o intentarán cambiar a otro sector.
-¿Está percibiendo abandono?
-No es un abandono masivo, pero sí hay un hartazgo. Es un abandono un poco condicionado por las circunstancias personales. Ahora todos tenemos en mente los cultivos de regadío, ¿y quién se acuerda del cultivo de secano, que representa el 70% en la Región? ¿Quién piensa en los productores de cereales o de almendra? Ellos tienen muy pocos márgenes de producción y están muy influenciados por los riesgos climatológicos. Al final se tendrán que readaptar o dejar este sector que, no lo olvidemos, sirvió de colchón durante la crisis de la construcción.
-No recomienda dedicarse a la agricultura en estos momentos.
-Como formación sí lo recomendaría. Recomendaría readaptarse y hay muchas formas de hacerlo. ¿Por qué tenemos que dejar un cultivo si podemos compaginarlo con otro? Creo que el futuro es buscar una agricultura con una renta adicional. Por ejemplo, en un cultivo de secano, de almendros o de pistacho, ¿por qué no podemos poner en las interlíneas un cultivo alternativo con plantas aromáticas que ofrece una renta adicional? Falta una política nacional para saber qué queremos hacer con el sector primario.
-¿Se está acentuando la antítesis entre la agricultura y el medio ambiente?
-Creo que es un discurso erróneo y desde la distancia. El agricultor hace y produce como le dicen los técnicos, los cuales se ajustan a la normativa. Como en todos los sectores, habrá buenos, malos y regulares; pero al agricultor lo que le interesa es producir desde el punto de vista de la responsabilidad medioambiental y de la seguridad alimentaria. Y eso está constatado y verificado. Los grandes mercados europeos no van a comprar alimentos si no tienen esa seguridad alimentaria y esa técnica de producción. Exigen control medioambiental, de fertilización, de agua... Y eso no es de ahora, sino de hace mucho tiempo. ¿Por qué ha pasado esto? Pues porque se han producido fenómenos y cuestiones medioambientales que todos conocemos. Hay otros ejemplos que muestran que eso no pasa solo en Murcia, sino también en España, en Europa y en todo el mundo. Tenemos que saber compaginar, y no podemos soplar y sorber a la vez. Está claro que todas las actividades tienen un grado de contaminación, y para eso hay sistemas de depuración, de saneamiento y otras medidas para que no afecte al medio ambiente. Eso se hace en gran parte de la agricultura.
-El Imida tiene a su cargo el Observatorio del Mar Menor del Gobierno regional, ¿en qué fase está?
-Es un proyecto muy importante para nosotros. Lo vamos a establecer en el Centro de Acuicultura de San Pedro del Pinatar, donde tenemos bastante avanzado y desarrollado un modelo gemelo del Mar Menor con las redes de boyas ya instaladas. Junto con la Universidad Politécnica, podemos evaluar todas las posibles variaciones que haya en función de los valores que vayamos teniendo.
Campo de cartagena «Hay alguna medida difícil de implantar, pero el grado de cumplimiento de la ley del Mar Menor es muy positivo»
Compatibilidad «La agricultura no peligra; a 500 metros de la laguna ya hay cultivos sin suelo y sin impactos»
Alternativas «El futuro es buscar una renta adicional, como cultivar plantas aromáticas junto a los almendros»
Formación «Vamos hacia una agricultura cada vez más tecnificada y necesitamos agrónomos»
-Han pasado casi tres años desde que se aprobó la ley regional de protección del Mar Menor. ¿Considera que hay que cambiar o adaptar algunas medidas, como piden varias organizaciones agrarias? ¿O no lo cree necesario?
-Hay que ver la evolución y el grado de cumplimiento de medidas que son problemáticas o de difícil implantación; y siempre desde un punto de vista técnico y con un soporte científico, para estudiar el nivel de ejecución, los resultados y la efectividad real. Si ponemos unas medidas sin saber si se pueden llevar a cabo o no, o prohibimos o aceptamos cosas que no están basadas en la técnica o en el conocimiento científico, puede ser que sean difíciles de implementar. En el Imida trabajamos para dar soluciones.
-¿Algunas son de muy difícil cumplimiento, como dicen en el sector, o se pueden cumplir todas?
-Desde el punto de vista técnico hay algunas medidas que considero complicadas de llevar a cabo, como la cuestión de la fertilización. Por mi experiencia, le digo que entre 2020 y 2023 la evolución del grado de cumplimiento de la ley ha sido muy positiva porque se nota la presencia, por ejemplo, de figuras como el operador ambiental. También hay otras herramientas como las sondas de humedad, que permiten un mayor control y regulación del riego.
-¿Se ataja adecuadamente el problema de los nitratos?
-Hay una cuestión que debemos tener clara. Los indicadores se hacen a través del organismo de cuenca, que es el que tiene la batería de sondas, por ejemplo, en el Campo de Cartagena. Pero no hay forma de contrastar esos datos con otras formas de medición más novedosas que existen ahora y a lo mejor incluso más fiables. Si estamos dando por válidos unos valores, que en algunos puntos no son muy fiables, partimos de un error de principio. Habría que empezar por la punta y revisar esa batería de sondas y puntos de muestreo, para ver si realmente los valores que están tomando tienen sentido, son lógicos y reales. En el Imida vamos a instalar baterías de sondas de nueva tecnología, mejores que las que hay, para comprobar esos niveles. La mayoría de comunidades autónomas están dentro de la denuncia de la UE (por incumplimiento de la directiva de nitratos), y la Región de Murcia es de las pocas que ha aplicado medidas adicionales que se implementaron, como las recogidas en la ley del Mar Menor.
-¿Peligra la actividad agrícola en el Campo de Cartagena?
-No creo que peligre. Y le voy a poner un ejemplo: a 500 metros del Mar Menor, dentro de la zona de protección, hay una plantación hortícola de lechuga con una recirculación de agua basada en una solución nutritiva y con micro riego. No utiliza suelo ni tiene impacto sobre el mismo. Es un sistema que también se está utilizando en Almería y es un ejemplo de la producción que se podría hacer de lechuga al aire libre, no en invernadero. ¿Alternativas que hay? Readaptar la producción, adaptarse a las circunstancias y al sitio.
-Como decano del colegio, ¿qué opina del movimiento AgroIngenieros por el Mar Menor?
-La única organización que representa a todos los ingenieros de la Región de Murcia es el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos, que tiene unas finalidades y unos objetivos. Que surja un movimiento de algunos compañeros que tienen otras finalidades diferentes y están localizadas en una zona... Bueno, es respetable. Lo único que les podría decir y ofrecer como director del Imida es abrirles las puertas del centro para experimentar.
-Este colectivo defiende que el problema de la eutrofización del Mar Menor procede en gran medida de las aguas residuales.
-Como ingeniero necesito datos e informes. En el tema de las aguas residuales depuradas, expresamente Murcia es una de las tres comunidades autónomas que no han sido denunciadas por la UE. Así pues, no somos precisamente sospechosos. Esamur controla las depuradoras, pero quien vigila lo que se vierte al dominio público hidráulico es la CHS. Entiendo que el organismo de cuenca hará las cosas bien y será responsable de que nosotros también lo hagamos bien. Este es el único dato que se puede aportar realmente sobre este asunto.
-¿Qué nuevas líneas de investigación llevan a cabo en el Imida?
-Estamos en un momento clave con nuevos proyectos de investigación que tienen una dotación muy importante de 14 millones de euros de los fondos Feder. Lideramos un proyecto estratégico de mejora genética de variedades en el cual está muy interesada la UE. Tenemos otros proyectos de desarrollo de modelos sostenibles de producción agrícola y ganadera, y de adaptación y mitigación del cambio climático. También realizamos estudios agrovoltaicos. Compatibilizar la agricultura con la energía fotovoltaica puede proporcionar una renta adicional. Lo estamos haciendo en viñedos, colocando placas solares que eviten los sombreos. Estudiamos estas alternativas en el Imida, para compatibilizar las dos actividades de modo que sea una renta adicional al agricultor que le permita poder subsistir.
-¿Cuántos ingenieros agrónomos trabajan en la Región? Parece que no dan abasto.
-Somos 500 colegiados y sí, damos abasto, como dice. La prueba está en que hemos sido capaces de dar respuesta a 3.000 expedientes del Campo de Cartagena que se presentaron a tiempo en la Confederación Hidrográfica del Segura. Por eso no entiendo la falta de demanda. Como se ha demonizado la agricultura, se ha demonizado todo, ya que las nuevas generaciones no quieren estudiar agrónomos, cuando realmente tenemos un 100% de empleabilidad. Las normas nos están llevando a una agricultura cada vez más tecnificada y necesitamos agrónomos.
-¿Como ingeniero agrónomo, qué futuro le ve al Trasvase y a la alternativa de la desalación?
-Tenemos una zona productiva única en España y quizás en el mundo, con unas horas de sol y con un suelo, pero que está limitada por un recurso que es el agua. Si la limitación de ese recurso agua no sabemos llevarla o ponerla en el sitio adecuado, pues a lo mejor nos estamos equivocando de política de país. Para poder ofrecer alternativas debemos tener resultados de que esas soluciones son viables económica y técnicamente. En el Imida estamos experimentando qué resultados podemos obtener en las producciones con aguas del trasvase, de pozo, desalada y con distintos tipos de mezclas para saber cómo afectan a los cultivos. Es bien conocido que el boro es un problema para los cultivos leñosos, pero no solamente el boro. Si pretendiéramos regar el cien por cien con agua desalada, lo más normal es que no se pudiera. Para eso está la investigación, la experiencia, y eso es en lo que estamos trabajando en el Imida. Pero lo que quiero decir es que no ofrezcan una alternativa si no se ha comprobado previamente. La gente en el campo necesita mezclar agua para reducir las salinidades y otros elementos.
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