Las acusaciones de corrupción y los 'vacíos' tensionan los debates

El ambiente en la Asamblea Regional es más denso desde la frustrada moción de censura del PSOE y Cs al Gobierno de Fernando López Miras. También las palabras son más duras y los gestos más irrespetuosos desde marzo. Las acusaciones de corrupción de los diputados de la oposición a los dirigentes del PP ya no son veladas, hablan de que tienen «comprados» a los expulsados de Ciudadanos y de Vox para seguir en el poder, de «mantener redes clientelares» y, como en el caso de la socialista Gloria Alarcón en el debate de ayer, de estar ante un presidente regional «sectario».

La ruptura del bloque que forman los 16 diputados del PP, los cuatro tránsfugas de Ciudadanos y los tres expulsados de Vox con el resto del arco parlamentario también es visible en gestos. El secretario general de los socialistas, Diego Conesa, y el jefe del Ejecutivo ni siquiera cruzan miradas. Es más: eligen caminos distintos para moverse por la Asamblea. Las referencias al transfuguismo del presidente del Parlamento autonómico, Alberto Castillo, también son continuas desde la bancada socialista, donde hay bastantes diputados remisos a cruzar comentarios con él.

En el debate de Presupuestos quedó patente la voluntad de ningunearse mutuamente en los turnos de palabra. Los antiguos líderes del Grupo Cs y aún jefes regionales del partido, Ana Martínez Vidal y Juan José Molina, se ausentaron del hemiciclo cuando intervino su excompañero Francisco Álvarez. Igual que la mayoría de los socialistas con Conesa al frente. También salió de la sala con intermitencia María Marín, de Podemos, cuando hablaron los portavoces conservadores y López Miras hizo lo mismo con ella. La sensación es que «esto está roto para lo que queda de legislatura», aseguró un diputado.