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Fue la palabra del año de 2023 para la Fundeu y, la aparente sencillez de su funcionamiento, encierra sin embargo un amplio abanico de mecanismos ... implicados en su funcionamiento. La polarización es un concepto que no sólo está asimilado, sino que se extrapola a ámbitos muy dispares. «Ha trascendido el marco de análisis político y se usa de manera común en conversaciones entre amigos, familiares o compañeros de trabajo», sostiene Ismael Crespo, catedrático del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Murcia (UMU), en el prólogo del 'Diccionario enciclopédico de polarización política y emociones', editado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) en colaboración con la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice).
Al frente de la coordinación ha estado el propio Crespo, junto con la edición de José Miguel Rojo, María Isabel López Palazón y F. Ramón Villaplana, también docentes en esa misma institución. Además, cuenta con el apoyo de la Fundación Séneca a través del proyecto Polariza.
Tras un amplio trabajo de selección y descarte, el diccionario incluye 100 voces seleccionadas, entre las que destacan conceptos como teorías de la conspiración, polarización afectiva, estereotipos partidistas, discursos de odio, neuropolítica, violencia política o posverdad. Todos ellos abordan ideas complejas que explican la creciente división política y social a la que tienen que hacer frente los actuales sistemas democráticos.
Junto a estas acepciones, también aparecen otras como amor, ansiedad, empatía, esperanza, ira, miedo u orgullo, un conjunto de emociones que tienen una estrecha relación con la polarización política en un contexto de «campaña permanente», como el propio Crespo reconoce en la introducción a la obra: «La activación de manera prolongada de las emociones ha generado una política sentimental sustentada en conceptos como identidad o pertenencia, que están en la base y en los orígenes de la polarización que vivimos en nuestra política cotidiana».
La polarización política como tal es algo que siempre ha existido y que «es buena», como explica Crespo a LA VERDAD, porque «establece el sistema de competición para tomar decisiones sobre el voto». Sin embargo, la forma que adquiere en la actualidad esta manifestación es de una polarización afectiva e identitaria. Esto da lugar a que se convierta casi en una forma de 'hooliganismo': «Una mezcla de muchos sentimientos de pasión hacia lo tuyo y rechazo hacia los otros». De ahí que la relación de voces también haya contemplado otras como nativismo, tribalismo, batallas culturales o prejuicio, sobre las que casi siempre pivota esta forma de enfrentamiento ideológico.
Los términos
Amor «El amor y la compasión se comportan como factores de cohesión social y política, a modo de antídoto contra la división».
Ansiedad «Estimula el procesamiento cognitivo no sesgado. Disminuye la polarización afectiva, la división partidista y los estereotipos».
Consenso «La democracia exige siempre un equilibrio entre conflicto y consenso. El aumento de polarización implica una reducción del grado de consenso».
Desinformación «La desinformación y sus procesos afines se han convertido en un problema público para muchos estados y organismo internacionales que lo consideran un elemento de erosión democrática».
Emociones «Pueden llevar a las personas a adoptar posturas más extremas y a ser menos receptivas al diálogo».
Esperanza «Su uso tiene lugar en momentos de alto estrés colectivo, como guerras o desastres. También asociado a procesos de cambio político».
Miedo «Se suele utilizar como arma política en el marco de una estrategia electoral orientada a evitar un proceso de cambio».
Negacionismo «Está siendo ya objeto de movilización como parte de las estrategias desplegadas por numerosos partidos de la nueva derecha radical».
Pertenencia «Toda ofensa o agresión a una persona, valor o interés de un grupo de pertenencia específico es vivido como una batalla cultural, como un intento de anulación de ese grupo».
Populismo «Los ciudadanos enfadados son más propensos a apoyar partidos populistas antisistemas y familiarizarse con discursos populistas de izquierda y derecha».
Recesión democrática «Los ciudadanos más polarizados afectivamente tienden a apoyar en mayor medida el incumplimiento de las normas democráticas».
Teoría de la conspiración «Refuerzan la polarización afectiva al acusar al adversario político de manejos ocultos y perversos».
Estas emociones son las que muchas veces se transforman en crispación, otro concepto que Crespo explica que se está utilizando de forma indistinta sin que eso sea correcto: «La crispación es un tono general de la sociedad pero la polarización es una medida individual», especifica.
En cuanto a quién es responsable de este fenómeno, el catedrático de la UMU lo tiene claro: los partidos políticos, sobre todo porque buscan asegurar la fidelidad de su electorado aunándolo en un bloque lo más monolítico posible. Pero también es fundamental el papel de los medios de comunicación. Y junto a ellos, las redes sociales y todo un ecosistema de plataformas de comunicación. Por eso, a lo largo de las páginas de esta publicación encontramos definiciones que podrían pasar por similares pero no lo son: desinformación, noticias falsas o posverdad.
Según Crespo, la obra «permite comprender mejor cómo las sociedades actuales se fragmentan de manera cada vez más emocional y visceral en torno a opiniones políticas». El ambicioso proyecto de construir este diccionario buscaba así precisar estos conceptos que ya se nos han hecho habituales e indistintos. «Para contrarrestar este problema, este ejemplar ha requerido un esfuerzo meticuloso en la delimitación de las definiciones, evitando distorsiones conceptuales y generalizaciones que diluyen su significado original», afirma el catedrático. Para su desarrollo, se ha contado con 71 autores, 34 hombres y 37 mujeres procedentes de diez países, 16 instituciones españolas y 21 extranjeras.
Mientras que en España se profundiza en el fenómeno de la polarización, Crespo explica que en Estados Unidos van ya en una dirección contraria: no en las causas de este fenómeno, sino en cómo abordar la despolarización, una acepción que también aparece en este diccionario.
Algunos estudios al otro lado del Atlántico ya demuestran que hablar y hablar de polarización en los medios es, a su vez, una forma de incrementar la polarización. «Los resultados en materia de despolarización que se están dando son positivos, pero hasta ahora son experimentales aún», dice el catedrático de la UMU. Sobre cuándo cree que puede llegar ese momento en nuestro país, se muestra escéptico: «La lucha por la despolarización es difícil mientras los partidos políticos no lo asuman como una tarea. Mientras les sea rentable para sus objetivos, no lo harán».
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