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La tercera revolución de las chuletas

La tercera revolución de las chuletas

La UMU sospecha del 'hackeo' de correos electrónicos de docentes para acceder a los exámenes mientras el profesorado se muestra indefenso ante los últimos modelos de pinganillos

Daniel Vidal

Domingo, 1 de enero 2017, 10:54

«El pinganillo de aquel alumno era tan pequeño, y se lo había puesto tan cerca del tímpano para que no le pillaran en el examen, que al final tuvieron que llevar al chico a Urgencias para que se lo quitaran». El caso que relata el Defensor del Universitario de la UMU, José Palazón, y que corre de boca en boca cual leyenda urbana («me lo contó otro defensor en una reunión», reconoce el propio Palazón), es solo un ejemplo extremo de las consecuencias que pueden tener los nuevos y ultramodernos sistemas para saltarse la ley en los exámenes que en los últimos tiempos arrasan en internet. Y, por ende, en las aulas. Murcia no es una excepción y las autoridades académicas de la UMU ya han alertado de la proliferación de los nuevos y revolucionarios métodos para aprobar por la jeta... previo desembolso de hasta 500 euros.

Es lo que cuesta, por ejemplo, el último modelo de pinganillo de la empresa española Monorean, que se jacta en su web de vender (a mansalva, por cierto) «el mejor pinganillo para exámenes del mundo. Por fín el grupo de empollones de clase estará contigo». Según uno de los responsables de la firma, «el alumno puede comunicarse con el exterior sin cables y con claridad sin ser detectado» gracias a un sofisticado sistema de pulsadores (que se activan con los dedos de los pies), un micrófono y un pinganillo «del tamaño de una lenteja» que se conectan con el exterior vía 'bluetooh', aunque también se puede escuchar una grabación en MP3. «¡La evolución de las clásicas chuletas para examen!». Este pinganillo, de hecho, triunfa en el mercado como un caramelo a la puerta de una colegio y, en este aspecto, la Región también es un boyante caladero, según las mismas fuentes: «Sí, en Murcia vendemos mucho, aun que no le puedo dar cifras exactas», afirma el mismo responsable.

Si la «lenteja» no acaba en la Trompa de Eustaquio, lo normal es que el alumno salga airoso del fraude sin consecuencias médicas de por medio y con un sobresaliente en el bolsillo. Si le pillan, el alumno puede enfrentarse a un suspenso y a un expediente disciplinario con sanción incluida... en el caso de se descubra un montaje cada vez más estudiado. La normativa de la Universidad de Murcia es laxa en este sentido y, en cuanto a la utilización de métodos fraudulentos para realizar un examen, solo recoge cuatro líneas: «El estudiante que se valga o que realice conductas de las que pueda inferirse que pretende valerse de conductas, medios o instrumentos fraudulentos en la celebración de la prueba, incluida la indebida atribución de identidad o autoría, se le podrá suspender y, en su caso, podrá ser objeto de sanción previa apertura de expediente disciplinario». De hecho, «algunos profesores me han manifestado su preocupación al no saber cómo pueden proceder en esas situaciones y si la adopción de algunas medidas les puede acarrear una denuncia por parte del alumno», subraya el Defensor.

Más quejas

Según recoge José Palazón en su última Memoria, presentada este mes en el Claustro de la UMU, «han aumentado las quejas y consultas del profesorado sobre la detección del uso de medios fraudulentos en los exámenes. En unos casos se han referido a la tradicional copia utilizando 'chuletas', pero cada vez son más abundantes los tipos de fraude utilizando medios tecnológicos».

Así, el Defensor del Universitario de la UMU se refiere en su informe a «calculadoras capaces de almacenar imágenes y que se venden como ideales para copiar; exámenes dictados desde fuera con medios de transmisión de voz o de imágenes y con posible ánimo de lucro [el famoso pinganillo], etc», medios todos ellos «que van contra la igualdad de oportunidades en la universidad y contra la ética académica. Estas prácticas van en aumento y hay que dar pautas al profesorado para poder actuar», señala a 'La Verdad'.

Javier Marín, ingeniero técnico de Telecomunicaciones, empresario y exalumno de la Universidad Politécnica (UPCT), que reconoce «haber copiado tres veces en mi vida, de las que me pillaron dos», creó la web 'www.xuletas.es' hace diez años para que los usuarios (que ahora son más de 1,5 millones al mes, ojo) pudieran reproducir de forma digital, y a golpe de ratón, chuletas a la vieja usanza pero seleccionando infinidad de temas de multitud de materias. Chuletas como churros en pocos minutos. Hoy, 'xuletas.es' es un auténtico referente para cualquier copión que se precie. Marín, que abrió paso en la modernización de las 'chuletas' hace una década, define el momento actual como «la tercera revolución de las 'chuletas'». Porque el trozo de papel con un texto escrito que 'filtre' el examen parece, hoy por hoy, un invento del Pleistoceno. Y, además, las universidades se enfrentan a «problemas legales» a la hora de implantar inhibidores de frecuencia para combatir las comunicaciones con pinganillo. Un verdadero lío.

Academias

Pero, si la evolución de las clásicas 'chuletas' es preocupante, aún lo es más la supuesta violación de los sistemas de seguridad de la universidad para acceder a los contenidos de los exámenes. Esa es, precisamente, una de las sospechas que más inquietan al Defensor del Universitario, que ya ha propuesto una investigación sobre el supuesto «'hackeo' de correos electrónicos de profesores» con el objetivo de filtrar las pruebas de evaluación. De hecho, la UMU también sospecha que algunas academias estarían filtrando contenidos de exámenes a través de teléfonos móviles de alumnos. De momento, solo son conjeturas, pero los responsables académicos tienen una mosca enorme (y nada ruidosa, por cierto) detrás de la oreja.

Todo esto lleva a José Palazón a una conclusión, también reflejada en su última Memoria: «En el marco de nuestro recién aprobado Código Ético debemos reflexionar sobre este asunto y adoptar las medidas que permitan evitar esas prácticas fraudulentas, advirtiendo a los estudiantes sobre las consecuencias de esas malas prácticas y elaborando un protocolo de actuación que permita a nuestro profesorado actuar conociendo las medidas que pueden adoptar en cada caso. También sería conveniente que nuestro profesorado dispusiese de pautas de actuación ante situaciones de indisciplina o de comportamientos inadecuados de los estudiantes». Hasta entonces, los pinganillos seguirán dominando la tercera revolución de las chuletas.

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