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Rosa Vázquez, acompañada por su letrado, Pardo-Geijo Ruiz.
María Rosa Vázquez: «Cuenca me dijo que borrara el mensaje en el que me pidió la radial»

María Rosa Vázquez: «Cuenca me dijo que borrara el mensaje en el que me pidió la radial»

La testigo principal asegura que el presunto cerebro del doble crimen esperaba a Visser y Severin en la casa rural

JUAN RUIZ PALACIOS / EP

Viernes, 7 de octubre 2016, 09:22

María Rosa Vázquez, testigo principal en el juicio que investiga el asesinato de Ingrid Visser y Ludewijk Severin en Murcia en 2013, ha reconocido que Juan Cuenca, presunto cerebro del crimen, le facilitó las características de los dos integrantes de la pareja de holandeses para que pudiera identificarlos cuando los recogió con su coche y los trasladó hasta la casa rural en la que tuvieron lugar los asesinatos.

De esta manera, la testigo ha contradicho la versión de Juan Cuenca, que ha defendido a lo largo de todo el juicio que solo esperaba la llegada a la casa rural de Severin, con quien mantenía negocios de los que pretendía hablar ese día.

"Claro que sí, Cuenca me pidió que pasara a recoger a dos personas, una mujer alta y un hombre bien vestido", ha asegurado la testigo durante la sexta sesión del juicio y a preguntas de la fiscal. El encuentro debía producirse el 13 de mayo de 2013, a las 20.30 horas, en la puerta del club de voleibol del que Cuenca era gerente y en el que había jugado Visser.

En este sentido, la testigo ha reconocido que su relación con Juan Cuenca comenzó porque él trabajaba en el club de voleibol al que ella tenía alquilada una casa de su propiedad en la pedanía de El Raal desde 2005 o 2006 para alojar a las jugadoras.

Ha reconocido que el alquiler de la casa finalizó en 2010 o 2011 porque el club ya no le pagaba la renta y le adeudaban 12 mensualidades. "Entre unos y otros" la llevaban "en palabras", prometiéndole que le iban a entregar el dinero, según la testigo, quien reconoce que Cuenca se hizo responsable de la deuda y le dijo que le iba a pagar con dinero de sus negocios.

En concreto, Cuenca le dijo que trabajaba en una oficina de inversiones y le prometió pagarle con dinero que obtuviera. Incluso, Cuenca llegó a prometer un trabajo a la testigo en otro club de voleibol, ya que su relación con el equipo en el que jugó Visser había acabado "muy mal", según sus propias palabras.

Cuenca también se comprometió a vender un coche de la testigo, quien ha recordado que el acusado se llegó a llevar el turismo a Valencia para encontrarle un comprador, pero la gestión se alargó más de lo esperado, unos cuatro meses en los que le hizo 10.000 kilómetros al vehículo. "Le pedía explicaciones de forma insistente pero siempre me decía que lo devolvería el lunes siguiente", explica la testigo.

Fue precisamente Vázquez la que reservó la casa rural en la que tuvo lugar el crimen, en la pedanía del Fenazar de Molina de Segura. En concreto, ha recordado que Cuenca le pidió hacer las gestiones y la reserva porque ella era vecina del municipio. De hecho, la testigo tuvo que hacer la reserva dos veces, porque la primera se anuló. En la segunda ocasión, alquiló la casa desde el 13 hasta el 16 de mayo.

El 13 de mayo, Cuenca llamó en varias ocasiones a María Rosa Vázquez, y en una de ellas le pidió que se vieran porque se había peleado con la persona que presuntamente se tenía que hacer cargo del traslado de los holandeses.

«Borré el mensaje en el que Cuenca me pedía una radial»

Durante la vista, la fiscal ha recordado a la testigo que, según el registro de conversaciones del móvil, recibió un mensaje de Cuenca ese día en el que le pedía que, de camino a la casa rural, comprara bolsas de basura, agua fuerte y una radial. Al parecer, la testigo le contestó: 'jajaja, qué te crees, que no soy una entendida en estas cosas'.

Vázquez ha reconocido que esta conversación tuvo lugar, pero que Cuenca le pidió que la borrara y ella accedió porque no le dio "más importancia".

Sobre las 18.30 horas del 13 de mayo, la testigo recogió a sus hijas de 6 y 2 años de actividades extraescolares y fue al encuentro de Cuenca, que iba acompañado en su coche por otras dos personas, y emprendieron el viaje a la casa rural. De camino, pararon en un 'chino' en el que los dos individuos que acompañaban a Cuenca adquirieron mercancías.

M.R.V. permaneció diez minutos en la casa rural en compañía de sus hijas y, antes de irse, Cuenca le pidió un último favor: ir a recoger a los inversores invitados. "Me dijo que tenía que recoger a una mujer alta y un hombre bien vestido", ha ratificado la testigo.

Ha recordado que el hombre, Ludewijk Severin, se montó en el asiento del acompañante, e Ingrid Visser estuvo en el asiento de atrás jugando con sus hijas con el móvil, e intercambiaron una conversación "trivial".

El mismo 13 de mayo por la noche, Cuenca volvió a llamar a Vázquez y le dijo que la negociación había ido "muy bien", por lo que pensó: "qué bien, ha ido bien la inversión". Un día más tarde, el martes 14 de mayo, recibió un mensaje de Cuenca en el que le preguntaba si tenía una motosierra, a lo que ella contestó preguntándole si era para cortar árboles.

Se enteró de la desaparición de los holandeses el martes siguiente, 21 de mayo, cuando lo vio en los informativos por la televisión, mientras estaba comiendo. "Me puso muy nerviosa y vomité toda la comida", ha señalado la testigo, quien reconoce que tuvo miedo y decidió coger a sus hijas e irse a Zamora, donde estaba su marido.

Estando en Zamora, el 24 de mayo, Vázquez decidió contar todo lo que sabía a un amigo que era Policía en Molina de Segura y, tras reconocer los hechos, acto seguido telefoneó a Cuenca para intentar sonsacarle información sobre la pareja de holandeses. "Yo no paraba de preguntarle sobre lo sucedido, porque sospechaba que la conversación estaba siendo grabada, y él esquivaba el tema", ha señalado.

Al salir de los juzgados, Raúl Pardo, abogado de Vázquez ha señalado que si su defendida hubiera sabido algo "la hubieran imputado hoy". A su juicio, ha declarado de forma "fenomenal, muy segura y contradiciendo a quien quería incriminarla".

En este sentido, ha dicho esperar la sentencia, pero a su defendida "no la pueden imputar ya". Además, ha destacado que "todo está documentado por WhatsApp" y que a la testigo "le han preguntado lo justo porque no podía decir cosas perjudiciales para los demás".

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