«Él prometía mucho, pero luego no hacía nunca nada»

Manuel Cifuentes, uno de los testigos que declararon ayer en el salón de actos de la Ciudad de Justicia, explicó que «Juan Cuenca era mi amigo. Quería un chófer y pensó en mí. Éramos muy amigos y hacíamos muchas cosas juntos, pero nunca me llegó a contratar para ningún trabajo. Juan Cuenca siempre me decía muchas cosas. Él era mucho de prometer, pero luego no hacía nada». Sostuvo que el principal imputado por el crimen de los holandeses le decía que «conocía a toda la Policía, y que me iba a dar trabajo, pero luego nada».

Cifuentes admitió conocer también a Serafín de Alba y al rumano Valentín Ion. «Valentín vive al lado de la casa de mi madre». En su día declaró sobre él que se trataba de «un hombre que siempre iba borracho y que, por diez euros, cogía tu coche, te lo aparcaba y te lo cuidaba. Se pasaba el tiempo buscando trabajo de un lado a otro». Hizo hincapié en que «Juan Cuenca iba muchas veces por donde yo vivía. Quizás conoció a Valentín a través de mí en un bar».

La fiscal le preguntó a Cifuentes acerca de la llamada que recibió el día que detuvieron a Cuenca, en la que Valentín le preguntaba si el principal imputado tenía otro número de teléfono porque no conseguía localizarlo. «Los trapicheos que ellos llevaban no eran mi problema. No me acuerdo de esa conversación. Mi teléfono lo tiene todo el mundo». Añadió que no estuvo en Murcia los días que se cometieron los asesinatos. Y sobre las 19 veces que Cuenca lo llamó entre los días 13 y 15 de mayo, cuando se produjeron los asesinatos y el enterramiento, Cifuentes manifestó que «se pasaba el día llamando. Pero yo no pinto nada ahí; ni conocía a los holandeses ni tenía negocios con ellos». El testigo dijo que Cuenca incluso le llegó a pedir dinero en alguna ocasión. «No tenía para darle un euro. Ni a él ni a nadie», manifestó.