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Rebeca Martínez Herrera
Lunes, 13 de junio 2016, 07:29
«Lo más difícil es aceptar que el hijo que vas a tener no va a llevar tus genes». Lola, nombre ficticio porque prefiere mantener su anonimato, es una mujer de 44 años que hace cinco meses cumplió su sueño de ser madre gracias a la donación de óvulos. «Hice un primer intento con los míos y fue fallido; solo tenía un 10% de posibilidades de quedarme embarazada y pensé que no iba a seguir tirando el dinero».
Aunque cada vez hay más parejas que recurren a la reproducción asistida para concebir, las técnicas de fertilidad siguen siendo un tema tabú, especialmente si se recurre a óvulos o semen de donantes desconocidos. «Ojalá algún día se pueda hablar de este tema abiertamente», destaca Lola, aunque ella no ha podido superar esa barrera psicológica y, no solo prefiere mantener su anonimato en este reportaje, sino que nadie de su familia sabe que su bebé ha venido al mundo gracias al óvulo de otra mujer. A pesar de que las técnicas de fertilidad han hecho posible que la haya engendrado en su vientre, la pequeña no lleva sus genes y esto es algo que no olvida. «Cada vez que la miro pienso que no es mía, aunque la haya parido».
900 euros por donar óvulos
Víctor Villalobos, coordinador del Instituto de Reproducción Asistida Quirónsalud Dexeus Murcia, asegura que unas 600 parejas acuden cada año a su centro para ponerse en tratamiento, de las que el 40% recurren a la donación de óvulos. Una decisión que resulta difícil de tomar porque «todos queremos transmitir nuestra impronta genética y dejar una huella imborrable de nuestro paso por el mundo. Se necesita una gran apertura de alma y mente para afrontar ese amor como si fuese el de un hijo propio», destaca el doctor.
Aunque Villalobos define la donación de óvulos como «un gesto altruista», las mujeres que se someten a este proceso, en el que se sacan entre 15 y 20 ovocitos, reciben una compensación económica de 900 euros «por las molestias ocasionadas durante la estimulación -que se lleva a cabo mediante inyecciones durante un par de semanas- y la extracción de los mismos», que se realiza en una intervención quirúrgica que requiere anestesia general.
La mayoría son jóvenes universitarias, aunque también abundan las profesionales del sector sanitario, que están especialmente sensibilizadas con la infertilidad -que afecta a un 15% de las parejas españolas- y 'regalan' vida para que sea engendrada en un vientre ajeno.
Ser madre soltera, de estigma social a orgullo familiar
No hace tantos años que las mujeres que se quedaban embarazadas sin tener pareja estable eran señaladas socialmente. Afortunadamente, en la actualidad este cliché negativo ha dado un giro de 180 grados. Hoy en día, aquellas que deciden traer un hijo al mundo sin tener relaciones sexuales con un hombre son un claro ejemplo de la independencia femenina y, lejos de ser estigmatizadas, se han convertido en iconos de las modernas del siglo XXI.
«La mujer ha pegado un cambio radical en este sentido. Viene con el deseo gestacional, arropada por toda la familia en busca de semen. Suelen ser jóvenes, trabajadoras e independientes», destaca emocionado el doctor Villalobos, que en el último lustro ha visto incrementado el número de casos en un 200%. Solo en su clínica, el 35% de las pacientes que se someten a una inseminación artificial son solteras.
Si se trata de una pareja de mujeres homosexuales no tienen otra opción que recurrir al banco de esperma, que en este centro de reproducción asistida tienen externalizado. «Si están casadas, le sacamos los ovocitos y transferimos el embrión a su pareja, con lo cual una aporta el óvulo y otra hace de madre gestante. Y en la mayoría de los casos, después intercambian los papeles en busca de un segundo hijo».
España, líder en turismo reproductivo
El sol, las playas y la gastronomía no son los únicos atractivos que los extranjeros encuentran en España. Según cuenta el coordinador del Instituto de Reproducción Asistida Quirónsalud Dexeus Murcia, el desarrollo de la tecnología en las técnicas de fertilidad y las elevadas tasas de éxito han convertido nuestro país en líder mundial en turismo reproductivo. «Tenemos varios pacientes extranjeros: rusos, franceses, británicos y del norte de África. Son parejas que acuden a nuestro centro porque, debido a las legislaciones de sus países, tienen que esperar mucho tiempo para acceder a una donación de óvulos». Y es que el período de espera puede prolongarse hasta dos años, frente a los dos meses, aproximadamente, que necesitarían para quedarse embarazadas aquí.
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