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Femenino y plural

La conciliación imposible, la brecha salarial, la segregación y las nuevas formas 'barnizadas' de machismo siguen trabando el largo camino en la lucha por la igualdad de género en la Región. «Ni siquiera hay conciencia de que tenemos un problema no resuelto; planteamos estrategias, creamos leyes... que no evaluamos ni aplicamos. Hay una regresión», denuncia la presidenta del Fórum de Política Feminista de Murcia

FUENSANTA CARRERES / JORGE G. BADÍA

Martes, 8 de marzo 2016, 03:37

No saber puede ser una coartada perfecta. No evaluar, no conocer, ignorar que tenemos un problema porque no hay diagnóstico ni análisis. Los murcianos pueden saber con decimales y al minuto el Producto Interior Bruto de la Región, la tasa de paro, el porcentaje de emprendedores menores de 30 años, el número de metros cuadrados porcentuales dedicados a las terrazas en las plazas públicas, el censo actualizado de palomas o las hectáreas reservadas al cultivo de la uva Monastrell. Pero no traten de conocer el Índice de Desigualdad de Género (IDG), la calificación ponderada que otras comunidades españolas, como Andalucía y Madrid -y media Europa- cifran anualmente calibrando los indicadores específicos de desigualdad. No existe. Y ese es, para muchos, el origen del problema. «Ni siquiera somos conscientes de que tenemos un problema no resuelto. La cuestión no está en la agenda pública, creemos que es un asunto superado porque hacemos planes, planteamos estrategias y nuevas medidas, pero la raíz del problema, una sociedad anclada en la desigualdad desde su concepción, sigue ahí». Lo plantea con esa crudeza la profesora de Economía Aplicada y presidenta del Fórum de Política Feminista de Murcia Gloria Alarcón, quien además está convencida de que en la última década la sociedad murciana ha experimentado una regresión y ha desandado buena parte del esforzado camino conquistado hacia la igualdad efectiva en las últimas décadas.

Barnizada con una vistosa pátina de lo que el feminismo ha dado en llamar 'mujerismo', mutada en nuevas formas de 'micromachismo' sutil... Lo constata, como muchas de las mujeres que aportan su visión y vivencias personales a estas páginas, en cada una de las barreras que siguen lastrando a la mujer trabajadora en el desempeño de su profesión.

La primera, y más elevada, la conciliación familiar imposible en una sociedad que sigue endosando a la mujer, sin disimulos, el cuidado de quienes lo precisan. «Hijos o familiares dependientes, la responsabilidad es siempre de ellas. Quien interrumpe su carrera, opta por una jornada reducida y termina apartándose de la 'competición' es siempre la mujer», reivindica María Teresa Martín, presidenta de la Asociación de Usuarios de la Sanidad en la Región.

Los recursos para facilitar la compatibilidad entre desarrollo profesional y familia nunca fueron holgados, pero en los últimos años, denuncian quienes se enfrentan cada jornada al ejercicio de equilibrismo que supone tirar adelante con todo, prácticamente han desaparecido hasta quedar en poco más que muletas. «Han dejado de crearse escuelas para niños de 0 a 3 años, se han cerrado comedores escolares y enviado a su casa las mujeres cuidadoras de dependientes sin un salario», denuncia Rosa Peñalver, rostro visible de la feminización que la política regional ha experimentado tras las últimas elecciones municipales y autonómicas, como primera presidenta de la Asamblea Regional.

La fotografía del poder político municipal, con trece alcaldesas frente a las siete de hace solo un año, agrada a Peñalver, quien no le otorga trascedencia más allá de la imagen. La primera edil de Águilas, la socialista María Carmen Moreno, una de las nuevas alcaldesas, no puede evitar, pese a la convicción en su labor profesional, contar las horas que pasa sin ver a sus hijos. «Le das vueltas, lo piensas... están con su padre, ¿cuál es el problema? Es difícil responder a esa pregunta, pero no puedes evitar hacértela». En el municipio que gobierna ha tratado de allanar el camino creando escuelas de vacaciones municipales con comedor, incluso durante los meses de verano.

«Quien no es dueño de su tiempo, no es dueño de su vida», resume la filósofa y feminista Alicia Poza, quien apunta también al estancamiento de las políticas públicas en favor de la conciliación como el obstáculo entre los obstáculos. Para Teresa Olivares, Joven Empresaria del Año a cargo de una plantilla integrada al 75% por mujeres, los horarios laborales intensivos y la flexibilidad para terminar las tareas en casa son una cuestión de voluntad empresarial. La que le cuesta encontrar a la presidenta de la Organización de Mujeres Empresarias y Profesionales de la Región de Murcia (OMEP), Manuela Marín en el tejido industrial murciano, deficitario de liderazgo femenino. «Mientras la maternidad le siga costando dinero al empresario, hay poco que hacer», reclama Marín, quien comparte con la concejal de Ahora Murcia, Alicia Morales, la única mujer cabeza de lista en la capital en las últimas municipales, la denuncia contra una sociedad que trata de convertir «una tarea y responsabilidad de todos en una cuestión doméstica». Un detalle en apariencia menor, pero muy elocuente, lo aporta al debate Lola Jiménez, arquitecta: los centros de salud no disponen de pediatra por las tardes», otra china en el camino que terminan pagando, en la mayoría de los casos, ellas.

Feminización de la pobreza

Ante las dificultades para conciliar, el empleo a tiempo parcial y las carreras profesionales interrumpidas con paréntesis para la crianza -irrecuperables- se presentan como un alivio a corto plazo. En el largo, un arma con doble filo y consecuencias: las mujeres cotizan menos años, ya sea porque reducen su jornada (el 60% de los contratos a tiempo parcial los firman ellas) o porque abandonan el mercado laboral por unos años, lo que termina repercutiendo en su pensión futura, y ahonda en la feminización de la pobreza.

La científica y catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia Marta Garaulet añade otra deriva al debate, al reprochar a las mujeres que despuntan en sus carreras académicas, amplían su formación con costosas becas predoctorales, y hacen uso de los recursos públicos para progresar, que «tiren la toalla» cuando tienen hijos. «La carrera investigadora supone sacrificio, dedicación y pasar muchos años fuera de España. He encontrado mujeres que cuando ha llegado la hora de salir al extranjero, han renunciado por formar un hogar, y no puedes evitar preguntarte por el uso que se ha dado a los recursos públicos que ha supuesto su formación», lamenta. Investigadora en Harvard, Garaulet se encuentra «muy sola cuando llegas a altos niveles». Gloria Alarcón va más allá, y lamenta «la malversación del dinero público» que aprecia en casos similares. «El talento femenino -coincide la catedrática de Filosofía Alicia Poza- se va por la alcantarilla sin que nadie se pare a pensar que su aportación podría ser determinante para nuestra economía y progreso».

Con las dificultades a la conciliación, la brecha salarial, más profunda aún en la Región que la media nacional -un 27,62% frente al 24%- pone números a las desigualdades pendientes. Hasta 101 días de trabajo gratuito, según los cálculos del sindicato UGT, que miles de mujeres regalan a sus empresas. «De forma opacada, con pluses, complementos... pero la brecha en los sueldos está ahí, se le puede poner un número», denuncia la concejal socialista Begoña García Retegui, también convencida de que la disparidad de género no agita el debate público «porque no interesa».

La igualdad no es 'mainstream', una tendencia que tiene reflejo, denuncian las más posicionadas, en las políticas activas. La Ley orgánica de Igualdad de 2007, modélica para casi todos, pierde su valor sin mecanismos efectivos de control en su aplicación ni sanciones. «Si no hay multas ni medidas de reprobación que garanticen su cumplimiento, es papel mojado, pura pose. ¿De qué nos vale diseñar, crear un sistema para evaluar los presupuestos regionales desde la perspectiva de género, si después no se aplica?», denuncia Alarcón. Para Retegui, el grado de cumplimiento de la Ley de Igualdad es equiparable al de la del tabaco: «Puro maquillaje». De esa falta de control y vigilancia culpan las dos mujeres a la desaparición de los institutos de la mujer, un hito clave en la regresión que denuncian.

Plan de igualdad

La ostentosa presencia femenina en el Gobierno regional, con seis mujeres en un Ejecutivo de diez, es interpretada por la consejera portavoz y de Cultura, Noelia Arroyo, como un indicador de avance. «No fue algo buscado en términos de equidad por parte del presidente de la Comunidad, pero la realidad es que en las reuniones del Consejo de Gobierno la mayoría femenina es evidente, y eso trasciende a la forma de hacer política, a la forma de gobernar», defiende Arroyo, quien exhibe como muestra el reciente Plan de Igualdad presentado esta semana por la consejera de Familia de Familia e Igualdad, Violante Tomás. Medio centenar de medidas, como la obligación del uso de un lenguaje no sexista en la normativa y comunicaciones administrativas, un protocolo de movilidad en supuestos de violencia de género o la presencia equilibrada en los órganos colegiados consultivos, entre otras. También la alcaldesa de Archena, la popular Patricia Fernández, vive como el inicio de un cambio la creciente presencia de mujeres en la primera línea de la política municipal. Más forma que fondo, para la presidenta de la Asamblea Regional, quien recuerda que las parlamentarias no alcanzan la cuota paritaria que debería exigirse, y quedan en un ajustado 35,8% sobre el total.

Listas 'cremallera' y cuotas que la concejal de Ahora Murcia en el Ayuntamiento de Murcia, Alicia Morales, defiende como necesarias mientras la sociedad siga dando muestras de no ser capaz de regularse en términos de paridad por sí misma. «Tampoco el hecho de que las listas las formen solo hombres garantiza que sean los más capacitados», reivindica Morales, a quien no deja de sorprenderle el tenue reflejo que se aprecia en la política de la presencia masiva de mujeres en todos los movimientos sociales.

Un techo de cristal -el término que los expertos utilizan para referirse a la limitación invisible que impide a las mujeres dejar atrás el segundo escalón- mantiene la radiografía del poder murciano en masculino, incluso en aquellos ámbitos en los que el machismo latente no puede neutralizar el mérito. En las universidades, los consejos de administración de las empresas, los centros de investigación, la administración de justicia, incluso en el arte... la presencia femenina en los puestos de influencia resulta decepcionante.

La segregación, denuncia la investigadora de la UMU Rosa María Hervás, no es solo vertical (la presencia de mujeres va tradicionalmente en descenso desde la base hasta la cúspide de la pirámide); también despliega sus efectos en sentido horizontal. Los porcentajes de representación, por ejemplo, en la Administración de Justicia, son elocuentes: la paridad ronda al sector con un abultado 40% de jueces y magistradas. La euforia se apaga cuando los datos se analizan por instancias, y se cae en el detalle de que la mayoría de mujeres en los juzgados de primera instancia decae cuando se pone el foco en los órganos superiores. La fiscal jefe de Cartagena, María del Carmen de la Fuente, destaca algunas de las razones que encuentra a esa segregación. «Pese a existir una mayoría de mujeres en órganos unipersonales, en los órganos colegiales y en los puestos de designación discrecional se observa una mayor presencia de hombres, reveladora de que el techo de cristal en el acceso de las mujeres a los puestos de decisión aún persiste. De cualquier forma, la apuesta por la igualdad real, más allá de la formal, es necesaria para asegurar una administración de justicia equitativa también con la ciudadanía, que precisa de instituciones que garanticen la pluralidad y riqueza de enfoques que aporta la presencia de mujeres y hombres en todos los ámbitos de la sociedad», defiende.

También en el deporte. El 'ninguneo' mediático a la medalla de oro en los mundiales de Esmirna (Turquía) al equipo de gimnasia rítmica femenina esta misma semana, en flagrante contraste con los análisis pormenorizados a la forma física de los futbolistas James y Messi, habla solo. «Ante ejemplos así, sobran las palabras», sentencia Hervás. En el deporte, en el arte -la escasa presencia de mujeres también hace unos días en Arco- o en la música, donde la murciana Alondra Bentley aprecia una clara «minoría en la presencia de mujeres. Se nos toma menos en serio, se nos juzga más y examina con escepticismo», lamenta la cantante, quien apunta además a la crisis y a las «nuevas políticas laborales» como golpe añadido a la vulnerabilidad de la mujer, siempre más expuesta. La crisis, denuncia la socióloga Gloria Alarcón, como «excusa y pretexto para ahondar en la desigualdad».

Neomachismo

El machismo, en todos sus disfraces y mutaciones, sigue enraizado a la médula de la sociedad murciana, coinciden, con más o menos énfasis, todas las expertas y mujeres consultadas. Omnipresente, ha cambiado de cara, y hoy tiene un rostro más amable compatible con una ciudadanía que condena las formas burdas. Neomachismo, micromachismo, nuevos términos para un lastre eterno que, a juicio de Gloria Alarcón, como cualquier virus, muta en nuevos organismos para no ser reconocido. «La sociedad condena hoy las actitudes más flagrantes, pero es permisiva y tolerante con otras más depuradas, como la condescendencia con que se trata en muchas ocasiones a las mujeres. Parece que avanzamos, pero no es cierto». Y eso crea un problema más grave: creemos que lo hemos logrado, nos confiamos, «dejamos de luchar cuando deberíamos hacerlo con la misma fuerza», reivindica Rosa Peñalver. «Quienes tienen los privilegios y el poder, y saben cuáles son las ventajas -apunta Gloria Alarcón- no los van a ceder. El machismo nunca desaparecerá de forma natural, solo lo puede erradicar con la acción política», reivindica.

En ese plano, las organizaciones feministas ponen el foco en leyes que, a su juicio, han ahondado en la regresión, como las del aborto y la dependencia.

Rebrotes que se aprecian con preocupante claridad entre los más jóvenes, como evidencian los datos de la Fiscalía General del Estado, y que alertan, en su última memoria, de que los procesos judiciales por violencia machista entre adolescentes han aumentado un 30%. En Murcia las cifras asustan. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 132 jóvenes menores de 25 años fueron denunciados en 2012 por agredir a sus parejas. Supusieron el 11% de las denuncias. La forma más extendida de violencia a esas edades, alertan los expertos, es el control abusivo, el aislamiento y otras formas de abuso emocional. El medio, las redes sociales, que han marcado nuevas formas de control permanente y que muchos adolescentes confunden con mitos de amor mal aprendidos. Consuelo Berrocal, profesora de Biología en Secundaria, asiste con desazón a situaciones que no conoció hace dos décadas. «No es general, ni mucho menos, pero la tendencia está ahí. Chiquillas que confunden el amor con el control, que se sienten seguras y reconfortadas en ese rol, y no son capaces de ver dónde se están metiendo, aunque trates de explicárselo», cuenta preocupada.

El germen de la confusión, alerta la filósofa Alicia Poza, hay que buscarlo en la primera infancia, cuando la mujer empieza «dejar de creérselo, a asumir el papel en el que seguimos socializándolas. Ellos compite, son fuertes, y ellas se frenan en su autoafirmación. Van perdiendo autoestima, desde la educación familiar a los centros educativos, se inhibe su potencial, su autoestima para sentirse capaces de alcanzar ciertas metas». En la escuela, y en el hogar, que como reivindica Luis Álvarez Munarriz, profesor de Organización Social desde una Perspectiva de Género en el máster de Igualdad de la Universidad de Murcia, que es la base. «Las relaciones familiares son decisivas, suponen el primer universo cultural, y ahí seguimos fallando. Nada sirve de nada si en esa primera vivencia hay disfunciones», alerta. Más de 31 menores precisaron protección el pasado año al ser víctimas presuntamente de malos tratos por parte de su pareja. En el primer semestre del año pasado, los juzgados murcianos concedieron órdenes de protección a nueve chicas menores de 18 años por el mismo motivo, según los últimos datos de la directora general de Mujer, Alicia Barquero, y que dirigen la mirada hacia el origen, final y máxima expresión de la desigualdad.

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