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Iñaki posa con alguno de los juguetes que vende en su tienda.
«Hay quien mide bien el látigo que regala... ¡por si al final lo usan contra él!»

«Hay quien mide bien el látigo que regala... ¡por si al final lo usan contra él!»

'couch' en una juguetería erótica

botías saus

Martes, 1 de septiembre 2015, 09:18

El significado de las siglas VHS -Video Home System- es hoy tan desconocido para los jóvenes del común como era hace 30 años el vocablo sex-shop; término que, además, reconozcámoslo, en murciano puro y con esa p impronunciable, suena a sesos de los que crepitan en un buen asado de cordero. O de punta pecho, hermoso vocablo de esta tierra. Y eso hizo Iñaki Cerdán: sacar pecho y defender su negocio a capa y espada... y esposas y látigos. Y logró capear la crisis, de la mano abusadora de Christian Grey, el protagonista de la popular novela, «que despertó el lado oscuro de las murcianas». Sí, murcianas. ¿Pasa algo?

-Créame que, si en pleno ayuntamiento como escribiría Cervantes, me golpean con un látigo de metro y medio en la espalda no sé, así, al pronto, cómo reaccionaría.

-(Ríe). Igual bien. A muchos murcianos les gusta. Es un juego.

-¿Había que tener valor para abrir una tienda así allá por 1986?

-Mucho. Algunos vecinos pensaban que era una especie de prostíbulo.

-Es que mire que ir a abrirla junto a dos conventos [El de Las Anas y el de las Claras, donde los murcianos acercan huevos para que no llueva en sus bodas]...

-Los conventos son de clausura, tan discretos como la tienda.

-¿Cómo ha evolucionado el consumo de estos productos?

-Al principio, no existía. La película VHS era lo más vendido. Y luego un par de juguetes al mes y otras tantas cremas milagrosas.

-¿Cremas milagrosas? Ya empezamos a sacar de donde no hay...

-(Asiente entre risas). Así se llaman. Son ungüentos que contienen algún componente químico. Hay dilatadoras, lubricadoras e irrigadoras. Una de las más vendidas es la Gold Rock.

-¡El que eligió el nombre se quedó a gusto!

-(Risas). Pues todos los nombres son así. Como la Forte Plus, por ejemplo.

-¿Tiene usted más clientes masculinos o femeninos?

-A los hombres les cuesta más entrar. Las mujeres les dan sopas con onda. Hasta el extremo de que un 80% del consumo es femenino. Y los hombres que compran argumentan que es para sus parejas.

-¡Habría que verlo! ¿Cuál es el artículo más raro que ha vendido?

-El cuerpo de una muñeca con una perfección increíble. Apenas se podía levantar. Era para colocarla sobre una mesa y dejarla allí.

-Y tendría el cliente su cuarto de los juguetes, su cuarto de la plancha y el cuarto de su muñeca.

-¡Sin duda! ¡Porque aquello pesaba un quintal! Costaba 600 euros.

-¿Qué más puede contarme, teniendo en cuenta que publicamos en horario infantil?

-Había una cosa así, de 60 centímetros de altura...

-¡Adóbame esos candiles!, que dijo el barbero.

-Y se vendió. Pero al día siguiente la tiraron al contenedor.

-¡Gente descomunal y exagerada! Por cierto, ¿le ha beneficiado el tirón de las historias del afamado Grey?

-¡No lo sabe bien! Antes apenas tenía un látigo y unas esposas. Ahora hay decenas de modelos. El 30% de las ventas están relacionadas con el sado. Ha despertado el lado oscuro.

-Los compradores, ¿piensan mucho antes de decantarse por un artilugio u otro de esta sección?

-Algunos sopesan antes de comprar si al final, entre juego y juego, el producto lo usarán contra ellos.

-¡Ah, amigo! O si las mandarán al carajo, nunca mejor traído...

-(Se ríe a carcajadas). Esos juegos les gustan más a las mujeres. Con diferencia. Una cliente dominante me compró la máscara de piel más dura que pueda imaginar. Y al día siguiente me telefoneó para decirme que se la había puesto a su novio y la había destrozado.

-Y usted no se atrevió a preguntarle cómo estaba aquél pobre señor...

-¡Calle, calle! ¡Para que también me partiera a mí la cara!

-¿Tiene clientes conocidos?

-Sí. Pero sus nombres morirán conmigo. Aunque muchos prefieren ir a Londres a comprar estos productos.

-¿A Londres?

-Es curioso. Teniendo París... Pero no, los murcianos van a Londres.

-También hay que tener gana...

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