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Bomberos y policías, en el descampado en el que se estrelló el C-101 en abril de 2012. barrenechea
El Supremo archiva la causa por la muerte de dos pilotos de la AGA en un accidente

El Supremo archiva la causa por la muerte de dos pilotos de la AGA en un accidente

El C-101 del capitán Castellón y el alférez Castillo se estrelló cerca del aeródromo militar de Torrejón de Ardoz en abril de 2012

Guillermo Hermida

Viernes, 5 de junio 2015, 00:47

El Tribunal Supremo ha confirmado el sobreseimiento de la causa abierta por el accidente sufrido el 26 de abril de 2012 por un avión de la Academia General del Aire de San Javier (AGA). En el siniestro, que tuvo lugar en las inmediaciones del aeródromo militar de Torrejón de Ardoz, perdieron la vida el capitán Julio Castellón y el alférez alumno de cuarto año Eduardo Castillo. El aparato, un C-101 Aviojet de fabricación nacional, había partido de San Javier en un vuelo de navegación y regresaba a la AGA cuando se precipitó contra un descampado sobre las 10.45 horas.

La sentencia del alto tribunal desestima el recurso que la familia de una de las víctimas presentó contra el auto de un juzgado militar que acordó, hace ahora un año, el archivo de las actuaciones. En el recurso, se solicitó la imputación de los dos controladores que hicieron el seguimiento del vuelo del avión desde que despegó de la base aérea de Torrejón de Ardoz para iniciar el vuelo de regreso a la AGA. Tras analizar la transcripción de las conversaciones mantenidas con los controladores, el Tribunal Supremo concluye que la actuación de los técnicos fue la correcta, por lo que ninguna responsabilidad tuvieron en el fatal accidente.

El auto recurrido -que ahora se confirma- recogía como hechos probados que el capitán Castellón, como instructor, y el alférez-alumno Castillo llevaban a cabo un vuelo de formación de navegación por instrumentos. El vuelo hasta Torrejón de Ardoz no registró incidencia alguna, iniciando también el de vuelta con normalidad. A los pocos minutos, los controladores entraron en contacto con los fallecidos en varias ocasiones, y en algunas de ellos les indicaron que debían virar a la derecha.

En una de esas conexiones, se les avisó de que debían virar «lo más posible» a la derecha y ascender a 8.000 pies -unos 2.400 metros- , pero desde el avión no se acusó recibo de esas llamadas, a las que siguieron otras siete, con el mismo resultado. A los pocos minutos se conoció que se habían estrellado.

Ni negligencia, ni imprudencia

En cuanto a la solicitada imputación de los dos controladores, la Sala de lo Militar del TS dice que «nada en el sumario permite sostener que exista negligencia, imprudencia profesional o impericia por parte de los mismos, por lo que la petición de la acusación particular debe ser -como lo fue- desestimada».

Por último, en cuanto a las condiciones en que se encontraba el avión, que también fue cuestionada por la acusación particular, el tribunal dice que «el certificado de aeronavegabilidad se encontraba en vigor, por lo que no puede negarse que se hallaba en condiciones de utilidad para realizar el vuelo de adiestramiento que aquel día había programado la Academia General del Aire».

El capitán Julio Castellón Bueno era un madrileño de 33 años, veterano con más de 1.500 horas de vuelo en su haber, y había sido destinado en 2010 a la Academia General del Aire tras servir en el Ala 16, equipada con los cazas Eurofighter. Su pericia como piloto le llevó incluso a incorporarse a la Patrulla Águila. Por su parte, el alférez-alumno Eduardo Castillo era natural de Tenerife y afrontaba el penúltimo curso de su formación como piloto y oficial del Ejército del Aire. Sus compañeros destacaron en su momento la calidad humana de ambos.

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