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Jorge García Badía
Viernes, 27 de marzo 2015, 01:03
La enseña de España que cuelga del edificio de la avenida Europa de Lorca en el que vivía Francisco Javier Moreno Navarro, 'Machila', junto a su mujer, Anabel, y sus dos hijos, luce a media asta y con un crespón negro. Nada más entrar al portal un comunicado advierte al visitante de la repercusión que ha tenido entre los vecinos la tragedia del Airbus A320 de Germanwings, en el que perecieron 149 personas. El presidente de la comunidad, Alfonso Sosa, informa, «con gran dolor», de que en los Alpes «ha fallecido nuestro vecino» y traslada a la familia «nuestro más sentido pésame». Y remata con un deseo de todos los propietarios: «¡Descanse en paz!».
Pero esa paz es ahora mismo una sensación inalcanzable para los familiares de Francisco Javier, sobre todo, tras conocer ayer que la Fiscalía de Marsella sospecha que el copiloto Andreas Lubitz accionó voluntariamente el botón que ordenaba al avión la pérdida de altura en los Alpes, arrebatándole la vida a todo el pasaje. «Una sola persona ha matado a 150», se repetía ayer con incredulidad José Romea, primo de Anabel, la esposa del fallecido.
José intentaba entender lo sucedido mientras trabajaba en el bar Los Eucaliptos de Purias, próximo al Camino de La Perdiz donde el matrimonio cuenta con una casa de campo. Aunque entre pedido y pedido le era inevitable recordar el mal momento por el que pasan Anabel y sus hijos de 8 y 4 años. «Mi prima está con sedantes y en la cama, no puede hablar. Su marido se subió a un avión y lo perdió en 53 minutos». En el chalé del Camino de la Perdiz las ventanas están cerradas y no hay ni rastro de la familia, solo se acercan los perros a la valla.
También está cerrado a cal y canto su piso de la avenida Europa. «Yo quise subir a darle el pésame, pero no lo hice porque se escuchaban los llantos de los familiares. El piso está ahora vacío y no sabemos dónde está», contaba ayer Juan Manzanares, vecino y amigo personal del matrimonio. Según parece, Anabel se ha marchado con sus hijos al Ejido, para tratar de aislarse en esta zona de Almería, donde antaño residió junto a Francisco Javier. Los psicólogos le han aconsejado que no se separe de sus hijos, porque los primeros cuatro días de duelo son cruciales. La posibilidad que sostiene la Fiscalía de Marsella de que el accidente haya sido provocado enciende los ánimos de Juan: «Estamos todos consternados porque esto está tomando un giro que no sabemos cómo puede acabar. El copiloto es un descerebrado, un psicópata...no sé qué puedo decir».
Tampoco tenía palabras para valorar el vuelco que ha tomado la investigación Juan Gázquez, suegro de la víctima y padre de Anabel. Solo pudo decir: «Lo siento en el alma».
Esos mismos sentimientos eran los que inundaban ayer a las personas que conocieron a la otra víctima murciana del siniestro, el aguileño Fernando Martínez Rubio. «Ese accidente no tenía explicación y desde el principio había algo que no era normal», comentaba Juan Rafael Miñarro, antaño vicepresidente de Cruz Roja en Lorca y que tuvo bajo sus 'órdenes' a Fernando. «Hizo el periodo de instrucción militar en Cartagena y el resto de la mili la pasó como voluntario en Cruz Roja. Era un muchacho muy correcto. Subía todos los fines de semana a prestar servicio con nosotros y durante la semana estaba en la pastelería».
Precisamente, el perfil de Facebook que tienen las conocidas pastelerías Katy que regenta la familia de Fernando en Águilas, no dejaba ayer de recibir muestras de apoyo de dentro y fuera de la Región: «No hay palabras...solo ánimo para seguir adelante...». «Desde Madrid quiero enviaros mi más sentido pésame, mucho ánimo para Kati, su esposa y toda la familia. Siempre estará con nosotros en el corazón».
Pendientes de la repatriación
Las muestras de cariño también llegaban desde el Paso Azul de Águilas que hoy sacará a la Virgen de los Dolores en procesión (21 horas), con el objetivo de «honrar la memoria del aguileño fallecido en el accidente aéreo de los Alpes». Lo hará con una procesión austera, los estandartes de las diferentes cofradías lucirán un crespón negro y no participarán nazarenos ni agrupaciones de tambores y cornetas. El presidente del Cabildo de Cofradías de Semana Santa, Sebastián Muñoz, y el presidente del Paso Azul, José Cáceres, se reunieron ayer con el regidor, Bartolomé Hernández, y según fuentes municipales, decidieron que «la mejor forma de honrar a los fallecidos y especialmente al aguileño que iba en este vuelo era sacar a la patrona de Águilas».
Por su parte, en el Ayuntamiento de Lorca, el alcalde, Francisco Jódar, sigue manteniendo contacto diario con la familia de Francisco Javier Moreno Navarro. Fuentes municipales confirmaron que «los trámites de repatriación de los cuerpos no se han iniciado porque todavía no han sido identificadas las dos víctimas murcianas». De hecho, la madre de Francisco Javier, residente en Puerto Lumbreras, junto a varios familiares, se han desplazado a Castelldefels a recabar más información. Un sobrino confirmó a este diario que «todavía no sabemos nada del cuerpo de mi tío» y declinó «hacer declaraciones» sobre la supuesta conducta suicida del copiloto del Airbus A320.
Tampoco supo qué opinar otro familiar, Pepe, camarero en el restaurante lorquino Polonia. Solo acertó a resoplar y recordar la buena intención con la que Francisco Javier se subió al avión: «Iba con su sobrino Fernando para asesorarle en la compra de un camión en Alemania para la pastelería». Ese buen fondo era el que también recordaban ayer en la gasolinera El Remolino, donde solía repostar Francisco Javier con su camión. «El padre del 'Machila' había sido transportista y él era autónomo. Era muy trabajador, solía cubrir rutas en Alemania, Holanda e Italia. Lo mismo cargaba fruta que verdura».
En la cafetería de El Remolino, otro camionero apuraba un quinto de cerveza mientras recordaba las aficiones de Francisco Javier: «Le encantaba el mundo del motor y llegó a competir con las motos en plan amateur, pero se lo dejó por sus hijos».
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