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Miguel Ángel G. P., principal acusado (de pie). Sentado en el banquillo, Antolín C. S., procesado por colaboración en el crimen de Era Alta, junto a su abogada
«Francisco se abalanzó sobre mí y se clavó el cuchillo»

«Francisco se abalanzó sobre mí y se clavó el cuchillo»

El principal acusado por el crimen de Era Alta, Miguel Ángel G. P., declara que «solo saqué el arma para intimidarle»

Fernando Perals

Martes, 7 de octubre 2014, 02:19

«Me sentí humillado y apaleado, porque quería que me aclarara por qué me saludó, y después me dio varios empujones. Quería que me lo explicara», indicó ayer al juez Miguel Ángel G. P., principal acusado del crimen de la Era Alta. Una noche de fiesta que se convirtió en tragedia y que conmovió a la pedanía murciana el 7 de octubre de 2012.

Con la formación del jurado popular se inició ayer el juicio en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia, en el que la Fiscalía pide 13 años a Miguel Ángel por un presunto delito de homicidio y otros dos años de prisión a Antolín C. S., por cooperación necesaria.

En la madrugada del 7 de octubre de 2012, Francisco Ibáñez se encontraba junto a su cuñado, Andrés Hernández, en el recinto de las fiestas patronales de la Era Alta. Sin motivos aparentes se inició una discusión entre Francisco y Miguel Ángel G.P.. De las palabras pasaron a los empujones y Francisco perdió la vida de una puñalada.

Según respondió Miguel Ángel a las preguntas del Ministerio Fiscal y la acusación particular, la víctima se abalanzó «sobre mí e intentó arrebatarme el cuchillo que llevaba. Me resbalé porque el suelo estaba mojado por la cerveza. Me fui al suelo, el fallecido cayó sobre mí y se lo clavó. Nunca tuve intención de pincharle; solo saqué el cuchillo para intimidarle».

Mezcló alcohol y cocaína

Desde primera hora de la mañana, relató Miguel Ángel G. P., había estado bebiendo, casi ni comió y tomó cocaína; algo que le provocó «una manía persecutoria y por eso llevé el cuchillo escondido». Tras asegurar que está totalmente arrepentido de los hechos e insistir en que su intención era intimidar y en ningún caso matar, el procesado negó que intentara huir con su cómplice en su coche, dado que estaba «roto». Por contra, afirmó que esperó a que llegara la Policía y que incluso les entregó el arma homicida.

Todo comenzó cuando llegaron al recinto ferial donde se estaban celebrando las fiestas y sobre la una de la madrugada, después de estar todo el día bebiendo, los dos procesados, Miguel Ángel G. P. y Antolín C.S. saludaron a la víctima y al cuñado de ésta, mientras en el escenario tocaba el grupo Los Inhumanos.

Miguel Ángel se acercó a la víctima, de quien advirtió durante el juicio que iba «muy alterada y agresiva», y a su cuñado. Tras darse la mano «no sé qué se cruzó, que comenzó una pelea». La víctima, según relató el acusado, le dio varios empujones que originaron que cayera al suelo. Desmintió su declaración inicial, cuando aseguró que le dio un puñetazo en la cara con el puño cerrado.

Después de la pelea, los dos procesados se marcharon del lugar pero, a medio camino, Miguel Ángel se acordó de que llevaba un cuchillo escondido bajo el pantalón. Al sentirse «humillado», regresó al recinto ferial para exigir explicaciones a su rival acerca de por qué le había pegado cuando minutos antes le había saludado. Entonces, «saqué el cuchillo para compensar mi debilidad con su fuerza y que se explicara. Me cogió las dos manos, me empujó y me resbalé porque el suelo estaba manchado de cerveza, cayendo Francisco sobre mí y el cuchillo al intentar arrebatármelo».

Tras la pelea, cada uno «se fue por su lado» y «en ningún momento vi sangrar a Francisco», que falleció horas después en el hospital como consecuencia de las heridas.

En el transcurso del juicio, la fiscal Candela Martínez describió a la víctima como una persona que «no era violenta ni un borracho» y pidió al jurado que no cataloguen los hechos como los típicos de «una pelea de borrachos» porque no fue eso lo que sucedió, señaló.

Las defensas trataron de convencer al jurado de que la víctima murió debido al retraso de los servicios médicos y que Miguel Ángel llevaba el cuchillo encima «para intimidar». Dijeron que en el momento del crimen cada uno de los dos procesados solo pesaba 60 kilos.

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