Más de 1.800 adolescentes de la Región de Murcia han sido atendidos por tentativa de suicidio en la última década

Sanaa es una de las 13.273 personas atendidas a lo largo de la última década en los servicios de Urgencias de la Región de Murcia por tentativas de suicidio. 3.346 de estos pacientes tenían menos de 25 años, y 1.856, entre 14 y 19 años. Las cifras están recogidas en un informe sobre 'Suicidio y Urgencias hospitalarias' que acaba de publicar el Servicio Murciano de Salud (SMS).

El documento, que abarca el periodo comprendido entre 2013 y 2022, resulta especialmente relevante porque amplía el foco. Habitualmente, los únicos datos disponibles son los del Instituto Nacional de Estadística (INE), referidos a suicidios consumados. En 2022 se produjeron 135 muertes por suicidio en la Región de Murcia, lo que representa la cifra más elevada de toda la serie histórica. Ahora, el nuevo informe del SMS revela que los fallecimientos representan la punta del iceberg de un problema que va en aumento, especialmente en jóvenes y adolescentes.

Si en 2013 los hospitales de la Región atendieron a 1.260 personas por lesiones autoinflingidas, en 2022 se alcanzaron los 1.575 pacientes. El incremento es del 25%. El informe habla de «ligera tendencia ascendente de las urgencias por suicidio». El ascenso es más «llamativo» en el caso de los adolescentes, coincidiendo con los años de la pandemia: si en 2020 se contabilizaron 18,6 casos por cada 10.000 habitantes en la franja de edad de 14 a 19 años, en 2022 la tasa en este grupo alcanzó los 29,7 por 10.000.

Así, los adolescentes representan el grupo de edad con la tasa de incidencia más elevada, alerta el informe. En esta franja de 14 a 19 años, el número de mujeres atendidas triplica al de varones.

Las cifras no sorprenden a Pascual Piñera, jefe de Urgencias del Reina Sofía. «Cada día amanecemos con una o dos personas pendientes de valoración por Psiquiatría, y sobre todo atendemos a menores de edad», avisa. El psiquiatra Jesús Mesones, profesor en la UCAM y vicepresidente de la Sociedad Española de Suicidología, también pone el acento en los más jóvenes. «No hay evidencia de que la pandemia haya provocado un aumento de las tasas de suicidio, pero sí hay un incremento de consultas de adolescentes por ideas de suicidio o tentativas», explica.

Aunque el SMS habla en todo momento en su informe de atenciones relacionadas con el suicidio, Mesones introduce un matiz importante: «No todas las autolesiones tienen una finalidad suicida. Pueden producirse para salir de un cuadro disociativo, o con el fin de aliviar la tensión». Pero advierte: «Nadie se autolesiona solo por llamar la atención y fastidiar. No se puede negar la evidencia de que en algunos casos puede ser la única forma que encuentra alguien de pedir ayuda, pero esto no se puede relativizar; son personas que están sufriendo y lo están pasando mal».

En definitiva, los datos evidencian un problema muy serio que hay que abordar con urgencia. «Hay que trabajar mucho en los colegios, y en general en el ámbito infanto juvenil. Detrás de las autolesiones hay dolor, rabia. Tenemos que mandar mensajes muy claros a la juventud, para que sepan cómo gestionar sus propios sentimientos», reflexiona Pilar Morales, presidenta de la Federación de Salud Mental de la Región de Murcia.

El psiquiatra Francisco Toledo, que ejerce en La Arrixaca, advierte de que detrás del incremento de suicidios y tentativas no se encuentran los trastornos mentales graves, sino otros «factores que tienen que ver más con lo social, con una creciente fragilidad social ante la frustración». Esta falta de resiliencia se observa sobre todo en los más jóvenes. «Una de las consecuencias puede ser la reacción impulsiva ante problemas relacionados con la vida cotidiana, como un suspenso, una ruptura, o sentirte aislado en las redes sociales», reflexiona.

Loreto Medina, psiquiatra del Román Alberca que trabaja en los programas preventivos de Salud, subraya la necesidad de ahondar en los factores que puede haber tras un suicidio: desde la situación socioeconómica al consumo de tóxicos. Junto con el Instituto de Medicina Legal, Salud está desarrollando un trabajo «formidable» para analizar estos y otros parámetros en los suicidios registrados desde 2012 en la Región.

Para prevenir hay que escuchar a los expertos, pero también a quienes han pasado por una tentativa de suicidio. «Necesitamos empatía, desarrollar las habilidades sociales. Si estoy mal, lo que necesito es que me escuches, no que me soluciones los problemas. Merezco ser escuchada; pregúntame cómo me siento, y quizá con poder desahogarme sea suficiente», reflexiona Sanaa. Solo escuchando a los que nos rodean podremos detectar señales de alarma que pueden evitar un suicidio. «Los excesos son un síntoma -explica Sanaa-: hablar mucho o nada, encerrarse en uno mismo, atiborrarse a comer o no probar bocado. También dejar aficiones, abandonarse y no cuidar la higiene». Las «redes de apoyo» tanto familiares como de amigos son fundamentales, avisa.

A quienes puedan estar pasando por una situación como la que ella vivió, les lanza un mensaje: «No necesitas haberte caído por el barranco para reaccionar. Escúchate, conecta contigo y pregúntate». Y si encuentras pensamiento de muerte, o ideación suicida, lo primero es hablarlo con alguien. Expertos y pacientes están de acuerdo: hablar del suicidio, sin tabúes, es el primer paso para evitarlo.