![Flamencos en las Salinas de Marchamalo, en La Manga, en la tarde del domingo.](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202005/03/media/cortadas/fla-klXC-U110411302115rC-1248x770@La%20Verdad.jpg)
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Nadie recuerda una concentración de flamencos tan numerosa en las Salinas de Marchamalo (Cartagena) como la que puede disfrutarse estos días: cientos de estas elegantes aves acuáticas descansan y se alimentan en el humedal situado a la entrada de La Manga aprovechando la inusual tranquilidad favorecida por el estado de alarma.
Las balsas del Parque Regional de Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar albergan habitualmente grandes grupos, pero lo normal hasta ahora en Marchamalo era ver algún ejemplar suelto. O ninguno. La casi total ausencia de tráfico desde el confinamiento por la pandemia del coronavirus, el descenso del ruido y otras molestias parecen haber animado a estos grandes pájaros a acomodarse cerca de Cabo de Palos.
«Casi nunca hay flamencos en esa zona», explica a LA VERDAD el geógrafo Gustavo Ballesteros, experto en aves acuáticas y gestión de humedales. «Esa parte de las salinas es la más accesible y cercana a las viviendas. La irregularidad hídrica y el hecho de que normalmente siempre haya gente paseando con perros sueltos hace que las aves hayan ido a menos con el paso de los años».
Ballesteros, coordinador del proyecto europeo Life Salinas en San Pedro del Pinatar, apunta también a una posible «explosión» de insectos en el agua –la base alimenticia de los flamencos– debido a su baja salinidad: al estar las salinas semiabandonadas, nadie las desaguó tras las intensas lluvias del invierno y la primavera. De haber sido así, y al tratarse de las balsas destinadas a la cristalización, la elevada concentración de sal no habría permitido un entorno tan confortable para los flamencos. Ni con tanta comida disponible.
¿Se quedarán en Marchamalo? Gustavo Ballesteros lo duda: «Se irán cuando aumente la salinidad y, al reequilibrarse el ecosistema, disminuyan los insectos acuáticos; pero sobre todo cuando comiencen a sentir molestias». Efectivamente, la presencia humana durante el primer fin de semana de la desescalada ahuyentó a los flamencos, que regresaron el domingo por la tarde y se 'confinaron' tímidamente en la esquina de una balsa salinera.
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