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Durante unos pocos meses, una imagen fantasmal y bellísima sobrevoló las montañas de Murcia. No es difícil imaginar cómo se iluminaban las noches con el ... vuelo poderoso de 'Blanquita', una hembra de búho real con una característica extraordinaria, nunca antes documentada en esta especie: nació con leucismo. Es decir, con albinismo incompleto. Su plumaje era blanco –salvo por unos débiles reflejos de tono canela en el interior de las alas, el rastro de la escasa melanina que pudo sintetizar–, pero sus ojos mantenían el color anaranjado propio de estas grandes rapaces nocturnas.
El hallazgo, una primicia mundial, acaba de ser publicado en la revista científica 'Frontiers in Ecology and the Environment' por los investigadores Mario León Ortega, José Alfonso Lacalle, Antonio Zamora López y José Manuel Zamora Marín, miembros de la Asociación Ulula, dedicada al estudio y la conservación de la fauna nocturna.
Esta rareza de la naturaleza fue descubierta el sábado 28 de marzo de 2020, en la primavera del confinamiento, durante una jornada de seguimiento de búhos reales en la Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) Monte El Valle, Sierras de Altaona y Escalona, en el municipio de Murcia.
En el nido, con unos cuarenta días de vida y al lado de sus tres hermanos, vestidos con su típico plumaje gris oscuro, parecía un ave polar y los naturalistas de Ulula no podían creer lo que estaban viendo después de varias décadas de trabajo de campo y más de 6.000 búhos reales anillados, radiomarcados o simplemente observados en uno de los enclaves del planeta con mayor densidad de población de esta especie. Superado el estupor inicial, hubo consenso en que la llamarían 'Blanquita'.
«Las degeneraciones cromáticas por deficiencias en la síntesis de melanina –leucismo o albinismo– son frecuentes. Sin embargo, son mucho más escasas en animales que utilizan el camuflaje, como el lince ibérico, la gineta o las rapaces nocturnas, para pasar inadvertidos, o en aves que poseen un plumaje críptico como el búho real, puesto que se presupone que individuos de estas especies con coloración llamativa son menos eficientes a la hora de cazar para poder alimentarse», explica a LA VERDAD el biólogo Mario León Ortega, doctor en Ecología por la Universidad de Murcia.
Tuvieron claro que 'Blanquita' les ofrecía una inédita posibilidad de estudio. Radiomarcarla supondría una gran oportunidad para conocer la vida secreta de este singular búho real. ¿Se adaptaría y sobreviviría en la naturaleza? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Cómo sería su descendencia?
Para responder a estos interrogantes, 'Blanquita' fue marcada con un radioemisor VHF de telemetría y se le sometió a un seguimiento semanal. El objetivo, controlar su desarrollo en el nido, su estado y crecimiento. Más tarde, una vez alcanzada la edad de vuelo, se vigilarían su primeros movimientos y su dispersión fuera del territorio parental.
Desde marzo hasta finales de septiembre de 2020 permaneció junto a sus padres y sus tres hermanos. Abandonó su espacio de seguridad a los siete meses de edad con un primer vuelo dispersivo de unos veinte kilómetros que le ocupó una sola noche y le llevó a Corvera, en las estribaciones suroccidentales de la ZEPA. En la siguiente noche, 'Blanquita' continuó su emancipación juvenil hacia el suroeste y acabó estableciéndose a cinco kilómetros del punto anterior, en Fuente Álamo, en una zona de almendros y algarrobos, salpicada por pinar y matorral mediterráneo, al sur del Parque Regional El Valle-Carrascoy.
'Blanquita' se mantuvo en la misma zona hasta febrero de 2021, «cuando las esperanzas de encontrarla como hembra reproductora en alguno de los territorios circundantes se truncaron», recuerda tres años después Mario León, uno de los principales expertos en búho real ('Bubo bubo'). «La señal de nuestra antena nos llevó al pie de un almendro, donde encontramos el radioemisor adherido a un mechón de plumones, junto a unos pinos aislados que utilizaba como dormidero», continúa.
Los restos de 'Blanquita' yacían muy dispersos y sugieren que había sido devorada por un zorro o un perro, «dado que una pata se encontraba seccionada y semienterrada, y un ala mostraba manchas de orina típicas de cánido», añade Mario León, quien apunta que las causas de la muerte no pudieron ser esclarecidas.
La posibilidad de que fuese atacada mientras descansaba en su posadero diurno parece remota. Descartada la electrocución –no había tendidos eléctricos cerca–, los investigadores se inclinan por el envenenamiento, «puesto que esa zona está salpicada por numerosos cebaderos de cerdos, instalaciones en las que se usan con frecuencia venenos para el control de roedores, presas habituales de las rapaces nocturnas», se lamenta Mario León.
Un estudio reciente desarrollado por el Área de Toxicología de la Universidad de Murcia, en el que ha participado la Asociación Ulula, pone de manifiesto que determinados compuestos tóxicos ya aparecen «con una prevalencia alta» en muestras de sangre de búho real y búho chico en el área de estudio, la Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) Monte El Valle, Sierras de Altaona y Escalona. «Entonces, no sería descabellado pensar que 'Blanquita' pudo depredar sobre una rata viva, pero aturdida por consumo de rodenticida, y consecuentemente morir por intoxicación o verse afectada en sus capacidades motrices, siendo entonces un blanco fácil para el carroñeo o la depredación por un cánido», aventura Mario León Ortega.
La Asociación Ulula destaca el gran conocimiento sobre la ecología, zoología y toxicología de los búhos reales en la Región gracias a la investigación continuada, durante los últimos treinta años, de grupos científicos pertenecientes a las universidades de Murcia y Miguel Hernández (Elche), donde se han realizado varias tesis doctorales y artículos científicos.
Estos investigadores también resaltan el trabajo de los grupos de anillamiento de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), SEO/BirdLife y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, así como del cuerpo de agentes medioambientales, el Programa de Seguimiento Biológico de Fauna Vertebrada Amenazada de la Comunidad Autónoma y el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle.
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