

Secciones
Servicios
Destacamos
El Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia aprobó este jueves el Plan de Gestión Integral del Mar Menor y la Franja Litoral, una normativa exigida por la Unión Europea para los espacios incluidos en la Red Natura 2000 que llevaba tramitándose siete años, y que incluso tuvo que ser devuelto a corrales (perdonad el símil taurino) porque al sector empresarial le pareció demasiado restrictivo. No entro en detalles sobre su contenido porque este viernes en la edición impresa de 'La Verdad' (y el jueves en el blog, aquí mismo podéis leerlo) resumí las principales medidas. Sin novedades, por cierto, sobre todo lo que he ido contando en los últimos años. El del Mar Menor ha sido un plan de gestión tan avanzado y desmenuzado en sucesivos tráilers por consejeros y directores generales a lo largo de la pasada legislatura que ayer me invadió una inevitable sensación de 'déjà vu'. O de spoiler (un saludo, millennials).
¿Será útil el Plan de Gestión para mejorar la conservación del Mar Menor? No si el Gobierno regional continúa la línea de actuación de los políticos que han dirigido las diferentes administraciones en los últimos treinta años: proteger espacios naturales sobre el papel para luego hacer la vista gorda con los incumplimientos de su propia normativa. El Mar Menor ya era un espacio protegido hace mucho tiempo y eso no ha evitado que hoy esté contaminado y peligrosamente cerca de un punto de no retorno (lo dicen científicos de diferentes ramas e instituciones).
Un ejemplo cercano en el tiempo, no hace falta irse muy atrás: el decreto ley de medidas urgentes para proteger el Mar Menor de las afecciones de la actividad agrícola prohíbe expresamente cultivar con los caballones en dirección a la lámina de agua, para reducir las escorrentías en caso de avenidas. Mirad la foto que ilustra este post, tomada recientemente, y preguntaos conmigo: ¿quién vigila aquí?
La agricultura intensiva, los nitratos procedentes del regadío que llegan a la laguna en superficie y a través del acuífero, los retornos de salmuera de las desalobradoras (casi todas ilegales), son la causa principal de la llamada 'sopa verde', como se conoce popularmente el proceso de eutrofización que está pudriendo el Mar Menor. Lo dice también claramente la Declaración de Impacto Ambiental para el proyecto de 'vertido cero' del Ministerio para la Transición Ecológica, documento en el que incluso se cuantifican los regadíos ilegales (o sin concesión, si nos atenemos al eufemismo administrativo) del Campo de Cartagena.
Sin embargo, el consejero Antonio Luengo se cuidó mucho de mencionar siquiera al sector agrícola cuando explicó el jueves los detalles del Plan de Gestión Integral, aunque lógicamente cuenta con un capítulo propio y él tiene claro que es necesario reformular la agroindustria; sí se refirió a otras cuestiones de control urbanístico (a buenas horas) y en general a medidas necesarias pero que, a la vista de cómo está el Mar Menor, se antojan poco ambiciosas:
Prohibición de construir más puertos deportivos (¿y por qué no demoler alguno?).
Reducción de la velocidad de navegación en zonas sensibles (¿y por qué no prohibir los barcos de recreo a motor, como alguna vez se planteó?).
Prohibición de playas artificiales (ya llegará la Semana Santa y las exigencias de reposición de arena en la zona sur).
Restauración de hábitats marinos, estudio y mejora de la flora y fauna, fomento de la investigación y la educación ambiental (faltaría más).
Lo peor de todo es que el Mar Menor está tan mal que cualquier medida, por muy necesaria que sea, tardará años en dar algún resultado, y seguramente antes de que socialmente se considere rentable el coste del Plan de Gestión Integral y los sacrificios que supondrá, vendrá otra gota fría que nos devolverá al punto de partida.
Puede parecer maquiavélico, pero la DANA le ha venido bien al Gobierno regional. Es más fácil echarle la culpa a un fenómeno meteorológico que admitir décadas de descontrol y permisividad. Se desdibuja así el foco real del problema, políticamente incómodo (la agricultura intensiva, la voracidad urbanistica) y se mira al cielo para seguir dilatando las medidas drásticas que exige un problema ambiental tan importante: según el criterio de investigadores de diferentes instituciones (Instituto Español de Oceanografía, universidades...) y organizaciones ecologistas, incluso algunos partidos políticos, reducir y reconvertir la agricultura en la cuenca vertiente al Mar Menor.
¿Se atreverá el Gobierno regional? Lo dudo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Especiales
Así se desbocó el urbanismo en La Manga
Fernando López Hernández
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.