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Es fácil suponer qué empujó a la periodista y escritora británica Lucy Jones (1985) a escribir 'Perdiendo el Edén' (Gatopardo Ediciones). Ella misma lo sugiere en el primer capítulo de un libro subtitulado 'Por qué necesitamos estar en contacto con la naturaleza'. La joven divulgadora científica relata cómo trataba de explicarle a su hija pequeña cómo interactúan los insectos, plantas y aves que estaban viendo en su jardín cuando cayó en la cuenta de que no sabía hasta cuándo podrían disfrutar de esa biodiversidad. Lo que sigue es un viaje literario e investigador de 300 páginas, pleno de información, que se convierte en una reivindicación documentada de la importancia de conservar nuestro gen salvaje.
Algunos datos que deberían empujarnos a proteger el medio ambiente, por nuestro propio interés:
1. En la actualidad solo pasamos entre el 1% y el 5% de nuestro tiempo al aire libre.
2. Tres cuartas partes de los niños del Reino Unido pasan menos tiempo al aire libre que los presos.
3. Las principales necesidades infantiles, según un estudio de Unicef con niños de España, Suecia y Reino Unido, son: tiempo, amistad y estar al aire libre.
4. La Escuela Pública de Salud de Harvard concluyó, tras un estudio con 9.385 adolescentes norteamericanos, que el contacto con la naturaleza reduce el riesgo de depresión.
5. La falta de contacto con la naturaleza será una carencia que se transmitirá de padres a hijos, lo que derivará en una enorme 'pobreza ambiental' dentro de varias generaciones.
La ausencia de naturaleza nos enferma y el contacto con la vida salvaje nos estimula y ayuda a ser un poco más felices, relata Lucy Jones tras una larga serie de entrevistas con expertos en medio ambiente y salud mental, y también después de viajar a algunos de los lugares más hermosos del planeta, como el archipiélago Svalbard (Noruega) y el bosque primigenio de Bialowieza (Polonia y Bielorrusia).
«Después de años de desconexión del mundo natural, viviendo una vida típicamente urbana en Londres, moviéndome de un edificio a otro, con poco tiempo o interés en mi entorno más amplio, de repente descubrí que pasar tiempo con el resto del mundo vivo, con árboles, pájaros e insectos, se convirtió en una poderosa terapia durante la recuperación de un episodio de depresión clínica«, confiesa esta escritora que ahora vive en Hampshire (Reino Unido).
«Comencé a investigar el mecanismo por el cual sentirse conectado con el mundo natural puede afectar a nuestra salud mental, lo que se convirtió en mi libro 'Perdiendo el Edén'. Los árboles, por supuesto, fueron protagonistas importantes en muchos estudios con los que me encontré. En resumen, la evidencia muestra que la presencia cercana de árboles se asocia con una mejor salud psicológica. Hoy vivo en una ciudad en el campo y mi lugar cercano favorito para sentarme es debajo de una enorme haya en un cementerio urbano«.
En el prólogo de este ensayo, premiado por la Sociedad de Autores británica y traducido por María Antonia de Miquel, leemos un flash distópico de un hipotético 2102:
- ¿Por qué se acabó la naturaleza, abuela?
- Porque no la amábamos lo suficiente. Y olvidamos que podía proporcionarnos paz.
Leer 'Perdiendo el Edén' es una buena manera de evitar que esa conversación pueda escucharse algún día.
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