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Baptiste Morizot. Consulado General de Francia
En la piel de la fiera

En la piel de la fiera

El filósofo francés Baptiste Morizot relata en 'El rastreador' sus vivencias siguiendo la pista de lobos, osos y un leopardo de las nieves

Jueves, 14 de septiembre 2023, 20:13

«Nada puede existir sin dejar huellas». Esta frase que el filósofo y escritor francés Baptiste Morizot (Draguignan, 1983) coloca estratégicamente como un señuelo para el lector explica bien su pasión por descifrar las señales que dejan los animales en sus movimientos cotidianos: una pisada, una rama rota, un excremento que el autor disecciona y analiza con precisión forense. Esa voluntad de entender mejor las fuerzas de la naturaleza, y de hacer las paces con todo lo que no es humano, es el motor que mueve 'El rastreador' (Errata Naturae), un libro en el que este profesor de Pensamiento Contemporáneo en la Universidad de Aix-Marsella relata sus andanzas detrás de osos en Yellowstone (EE UU), manadas de lobos en el Alto Var (Francia) y un solitario leopardo de las nieves en Kirguistán.

El método Morizot, autor también de 'Maneras de estar vivo', consiste en la inmersión total en el territorio silvestre e incluye una reflexión filosófica que mejora su comprensión del mundo animal. Esta observación atenta del entorno le lleva a descubrir, por ejemplo, que una manada de lobos caza cangrejos de río en ausencia de otras presas más fáciles. Misterio resuelto tras enfrentarse al rastro de entradas sin salida en el cauce. Y, no menos importante, la evidencia de una inteligencia compleja, de la costumbre de un clan familiar, de una tradición cultural exclusiva que se manifiesta ante este cazador e intérprete de señales.

EL LIBRO

EL LIBRO
  • Título 'El rastreador'

  • Autor Baptiste Morizot

  • Traducción Silvia Moreno Parrado

  • Editorial Errata Naturae

  • Precio 21 € (248 páginas)

Así que el escritor se convierte en espectador maravillado de un mundo oculto que se revela en horario nocturno y que le aporta más información en tanto que él adquiere más destreza como rastreador: «A fuerza de seguir el rastro de otro, acabamos viendo a través de sus ojos. Si miramos bien, es algo casi mágico, como esas metamorfosis que tienen lugar en los rituales chamánicos, en los que el chamán consigue trasponer su mente en el cuerpo de un animal», escribe Baptiste Morizot, que, literalmente, se pone en la piel de las fieras a las que sigue la pista.

Es difícil no compartir su emoción cuando contempla a distancia a un grupo de lobos entre tinieblas:

«Hace poco, pasé varias noches al acecho en el sur de Francia para observar la vida nocturna de una manada de lobos en el marco de un proyecto de investigación-acción. Apostado en silencio en un promontorio en mitad de la llanura, apunto hacia la noche con una cámara térmica que capta la diferencia de calor entre los cuerpos en el paisaje y la reconstruye en el visor en forma de contrastes. Y, entonces, unas siluetas lobunas de luz aparecen en los claros, juegan, repiten los rituales que conforman su existencia, salen a cazar o patrullan su territorio», relata (con traducción de Silvia Moreno Parrado).

Y, claro, leyendo 'El rastreador' (publicado originalmente en Francia en 2018) aprendemos a distinguir las huellas de un oso negro de las de un grizzly: «Con una ramita, se dibuja una línea recta desde debajo del dedo gordo que pase por el borde superior de la palma. Si el dedo meñique queda por encima, es un grizzly. Si queda por debajo, es un oso negro». El autor apunta un truco más esclarecedor: «El oso negro americano se sube al árbol en el que te has refugiado para comerte, mientras que el grizzly arranca el árbol para devorarte».

Esta última opción parece infalible.

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