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«Lo hace porque puede». Esta es la explicación que recibió la antropóloga australiana Deborah Bird Rose (Sídney, 1946-2018) ante la visión de un ... dingo muerto y colgado de una valla. Una ejecución y una advertencia. Junto con el canguro y los koalas, estos cánidos silvestres son una de las especies emblemáticas de Oceanía, privilegio científico que no les libra de ser perseguidos mediante programas de erradicación por la presión de los ganaderos. La incomprensión por este exterminio legal llevó a esta profesora de la Universidad Nacional de Australia a iniciar una investigación en las comunidades aborígenes locales que fructificó en 'El sueño del perro salvaje', un potente alegato contra la idea de que los humanos somos el centro del universo y que acaba de publicar Errata Naturae, con traducción de Silvia Moreno Parrado.
La de uno o varios dingos colgados de un árbol por las patas traseras, cabeza abajo («como una especie de fruta rara para los anales de la crueldad»), es una imagen frecuente en la enorme, despoblada y eminentemente rural Australia, donde la ganadería es la actividad económica dominante y el perro salvaje un enemigo declarado. Una situación que provocó un choque en Deborah Bird Rose, quien no dudó en conducir su camioneta por una pista de tierra para corroborar que era cierto lo que le estaban contando: una matanza diaria y sostenida de estos parientes cercanos del lobo asiático, de acuerdo con la teoría científica más extendida.
No solo una práctica aborrecible sino un atentado contra el equilibrio de los ecosistemas, donde el depredador en la cima de la pirámide es un elemento clave para el buen funcionamiento de las cadenas de transmisión de la naturaleza. Y al que se persigue porque el ser humano considera que compite con él: porque le mata un ternero o se come una perdiz. En cierto modo ocurre también en España, donde aún se persigue al lobo y se producen batidas de zorros que ponen los pelos de punta. Sólo hace unos días conocimos la condena ejemplar al propietario de un coto de caza en Extremadura por acribillar a un lince: dos años de cárcel y 115.000 euros de multa.
Título. 'El sueño del perro salvaje'.
Autora. Deborah Bird Rose.
Editorial. Errata Naturae.
Traducción. Silvia Moreno Parrado.
Precio. 22 € (296 páginas).
La situación actual de los dingos ('Canis lupus dingo'), en la investigación antropológica de Deborah Bird Rose, es una prueba del torpe manejo del territorio y los recursos naturales, acentuado en Australia, un inmenso país de clima extremo en el que estos cánidos han sido puestos en la diana por la industria ganadera y los políticos. Acosados por las escopetas y el veneno que se lanza desde avionetas en trozos de carne emponzoñados (el terrible compuesto 1080), aisladas sus poblaciones mediante miles de kilómetros de vallas, el declive del dingo es también el declive de los aborígenes australianos, que consideran a este animal parte de su familia.
«Mirar a un animal salvaje a los ojos es asomarse al misterio. Quizá la impresión es tan asombrosa porque somos conscientes de que no tenemos casi ni idea de cómo nos ve él a nosotros. Contemplamos el otro lado de ese abismo en unos ojos que se parecen mucho a los nuestros. Vemos la inteligencia que brilla en ellos y que casi siempre es tan desconcertante como bella», escribe la investigadora australiana.
En una era en la que asistimos impotentes a una extinción masiva de especies, el del dingo es un ejemplo extremo que la autora utiliza para situarnos frente a este conflicto con el planeta y con nosotros mismos: ¿por qué nos creemos con derecho a erradicar o indultar la existencia de animales y plantas, cuál debería ser nuestro papel en una hipotética nueva etapa para el planeta, cómo reconciliarnos con la naturaleza y los seres que nos acompañan en el viaje de la vida?
Estas son sólo algunas de las preguntas que quedan en la conciencia del lector cuando cierra este libro que cruza los géneros de la narración, el ensayo y las memorias salvajes.
La reciente aprobación de la Ley de Bienestar Animal en España, tan polémica, y la concesión de derechos jurídicos al Mar Menor en septiembre pasado son hitos normativos que se contemplan con otra perspectiva después de leer las reflexiones de DBR.
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